La ciencia todavía no ha sido capaz de encontrar un tratamiento para curar la enfermedad de Alzheimer o para, al menos, revertir las lesiones que esta enfermedad va causando progresivamente a nivel neuronal. Por lo tanto, a día de hoy, el alzhéimer se sigue considerando una enfermedad irreversible caracterizada por un grave deterioro cognitivo y trastornos conductuales.
Ante esta desesperanzadora realidad, la comunidad científica ha optado por redirigir el punto de mira hacia la prevención y atajar la enfermedad antes de que aparezca. Y es que, además de los factores de riesgo no modificables (el envejecimiento, la genética…), en el desarrollo del alzhéimer influyen otros elementos relacionados con el control cardiovascular y con el estilo de vida. El control de estos factores de riesgo modificables en los individuos con un mayor riesgo genético de desarrollar alzhéimer es una buena estrategia preventiva para reducir la aparición de demencia.
Por tanto, a pesar de que el Alzheimer es una enfermedad sumamente compleja y difícil de abordar en edades avanzadas de la vida, donde ya se producen diversos cambios a nivel cerebral, existe la posibilidad de prevenir la enfermedad o, al menos, retrasar el debut clínico de la misma. Diversos estudios científicos han concluido que la adopción de hábitos de vida saludables se podría reducir hasta un 40% los casos de Alzheimer. La Sociedad Española de Neurología (SEN) avala esta afirmación.
El envejecimiento activo y saludable, clave para prevenir el alzhéimer
Según los neurólogos, en la promoción de la salud cerebral se debe tomar como referente los pilares del envejecimiento activo y saludable: una nutrición adecuada, actividad física regular, actividad cognitiva y participación social. Todo ello acompañado de un adecuado control del riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes, colesterol, sobrepeso, tabaquismo... El doctor Juan Dominto Gispert, jefe de Neuroimagen de la Fundación Pasqual Maragall, avala esta afirmación: "El control de los factores de riesgo modificables en los individuos con mayor riesgo genético de desarrollar alzhéimer (las portadoras de dos copias del alelo e4 del gen APOE) es una buena estrategia preventiva para reducir la aparición de la demencia".
1. Actividad física: El ejercicio físico regular y no explosivo se asocia a un mantenimiento de la función cognitiva y a un retraso del comienzo de la Enfermedad de Alzheimer.
2. Actividad social: Mantener las conexiones sociales, fomentar sentimientos de autoeficacia y de autoestima y llevar a cabo otro tipo de actividades que conforman la denominada ‘actividad social’ se relacionan con el mantenimiento de la función cerebral.
3. Actividad mental: Muchos estudios han señalado que un alto nivel de educación se asocia a una mayor probabilidad de mantener en el tiempo el funcionamiento cerebral adecuado. Además, tareas como leer libros, asistir a conferencias, participar en juegos de mesa, entre otras, suponen un menor riesgo de deterioro cognitivo y de demencia, si se realizan con asiduidad.
4. Prevención del riesgo cardiovascular: Factores como la hipertensión arterial, hipercolesterolemia, enfermedades cardíacas, tabaquismo y, sobre todo, la diabetes son cruciales en el deterioro mental asociado a la edad. Además, la gravedad de los síntomas cognitivos en personas con Alzheimer se incrementa sustancialmente ante la existencia de factores de riesgo vasculares.
5. Una buena alimentación: La dieta mediterránea se asocia a un menor riesgo de padecer la enfermedad, al incluir antioxidantes, vitamina C y E y omega 3. Además, diversos estudios revelan que la ingesta de pescado al menos una vez por semana produce una reducción del 60% del riesgo de Alzheimer. Por el contrario, el consumo elevado de grasas saturadas y de cobre incrementaría el deterioro cognitivo.
6. Fomentar la reserva motivacional: Se ha relacionado la propensión a la aflicción con la aceleración del deterioro cognitivo. Además, enfermedades mentales como la depresión, también se han asociado a la pérdida de neuronas en el hipocampo y en otras regiones cerebrales. Por lo tanto, hay que procurar ser felices.
Datos de la enfermedad de Alzheimer
Las quejas por la pérdida de memoria, la desorientación o los olvidos son algunos de los principales motivos de consulta neurológica. No obstante, la enfermedad se gesta hasta 20 años antes de que el paciente empiece a manifestar estas incipientes señales de alerta. En España, el 18,5% de los pacientes que acuden a una consulta de Neurología lo hacen por alteraciones de memoria o sospecha de deterioro cognitivo y es la primera causa de consulta neurológica en mayores de 65 años (el 35% de las consultas).
La Dra. Sagrario Manzano, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, lamenta que “existe un infradiagnóstico llamativo de los casos de demencia, sobre todo en estadios leves, por falta de concienciación familiar y de profesionales sanitarios. Calculamos que el 80% de los casos de Alzheimer que aún son leves están sin diagnosticar y que entre el 30 y el 40% de los casos totales también lo estarían”.
El Alzheimer es la causa de demencia más frecuente (aproximadamente el 70% del total de casos) y, actualmente, en España, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN), podrían existir unas 800.000 personas que padecen la enfermedad. La doctora Manzano subraya que “la enfermedad de Alzheimer está muy ligada al envejecimiento y el envejecimiento es el principal factor de riesgo. Debido a que en los últimos 30 años, la proporción de personas mayores de 65 años ha aumentado considerablemente, también lo ha hecho el número de enfermedades neurodegenerativas crónicas, especialmente las demencias. Además, España es uno de los países del mundo con mayor proporción de enfermos de demencia entre su población de más de 60 años”.
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La investigación en la enfermedad de Alzheimer
Un estudio reciente, realizado por los profesionales del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall ha revelado que las personas con un mayor riesgo genético de desarrollar alzhéimer (las portadoras de dos copias del alelo e4 del gen APOE) tienen mayores probabilidades de presntar anomalías vasculares en el cerebro. En concreto, han identificado que las personas sanas de edad media y portadoras de este gen tienen un riesgo más elevado de presentar hiperintensidades de sustancia blanca en el cerebro. Las hiperintensidades de sustancia blanca son más frecuentes en personas de edad avanzada y en personas con factores de riesgo vascular. Aunque normalmente no provocan síntomas, están consideradas como un factor de riesgo de alzhéimer, la demencia vascular y el infarto cerebral.
Para la elaboración del estudio, los investigadores analizaron la asociación entre los distintos genotipos del gen APOE y los factores de riesgo vascular con las hiperintensidades de sustancia blanca, en una muestra de 575 voluntarios del Estudio Alfa, 78 de los cuales presentaban un elevado riesgo de sufrir alzhéimer. Este número de portadores sanos convierte la investigación en el estudio con la mayor muestra analizada hasta el momento en el mundo de personas sanas con riesgo genético de desarrollar alzhéimer. Los resultados han sido publicados en la revista Journal of Cerebral Blood Flow & Metabolism.