A lo largo de los siglos, las plantas medicinales han sido nuestras aliadas para mejorar la salud. No solo la física, también la emocional y la mental. Por ello, es frecuente que los profesionales de la salud nos recomienden acudir primero a los cambios de hábitos y a la medicina natural para tratar algunos problemas como el estrés, la ansiedad, mejorar nuestra salud hormonal o subir las defensas. Entre ellas, hay una planta adaptógena que está despertando mucho interés por todos los beneficios que tiene sobre nuestra salud. Y es que puede calmar la ansiedad, ayudarte a dormir, mejora la memoria y, además, proporcionarte un alivio en la menopausia al contribuir al equilibrio hormonal. Pero antes, veamos qué son este tipo de remedios.
Las plantas adaptógenas ayudan a normalizar las funciones del organismo cuando hay un exceso o una carencia, sin forzarlo ni alterarlo artificialmente
¿Qué son las plantas adaptógenas?
Como decíamos, entre todas las opciones que ofrece el mundo vegetal, las plantas adaptógenas ocupan un lugar muy especial. Se las llama así porque tienen la capacidad de ayudar al organismo a adaptarse al estrés, sin suprimirlo ni bloquearlo. No actúan como un ansiolítico que adormece, ni como un excitante que acelera. Más bien acompañan al cuerpo a encontrar el equilibrio desde dentro.
La farmacéutica Pilar Pérez, fundadora de Albalab Bio y experta en fitoterapia, nos explica que estas plantas ayudan a normalizar las funciones del organismo cuando hay un exceso o una carencia, sin forzarlo ni alterarlo artificialmente”. Es decir, no son una pastilla mágica, pero sí un soporte que permite recuperar la estabilidad emocional sin efectos secundarios.
La planta que equilibra cuerpo y mente
Dentro del grupo de los adaptógenos, hay una planta que ha ganado especial popularidad en los últimos años: la ashwagandha. Procedente de la medicina ayurvédica, esta raíz ha sido usada durante siglos por sus propiedades tonificantes, relajantes y equilibrantes. Su mayor virtud es que calma sin sedar, fortalece sin alterar y ayuda a encontrar un estado de tranquilidad sin desconexión mental.
“La ashwagandha destaca porque aporta equilibrio sin sobreestimular”, señala Pilar Pérez. A diferencia de otros adaptógenos como el ginseng, que pueden ser demasiado energizantes para algunas personas, esta raíz promueve una sensación de calma profunda y sostenida. Además, añade la especialista, “es rejuvenecedora, antioxidante, antiinflamatoria y protectora del sistema inmune y neurológico”.
A diferencia de otros adaptógenos como el ginseng, que pueden ser demasiado energizantes para algunas personas, esta raíz promueve una sensación de calma profunda y sostenida. Además, es rejuvenecedora, antioxidante, antiinflamatoria y protectora del sistema inmune y neurológico
Así actúa sobre el estrés y el sueño
Uno de sus beneficios más destacados es su capacidad para reducir de forma natural los niveles de cortisol, la hormona que se dispara cuando vivimos en estado de tensión continua. Cuando el cortisol está alto durante demasiado tiempo, aparecen la irritabilidad, el insomnio, el agotamiento emocional y esa sensación de no llegar a nada, por más que lo intentes.
Asimismo, la experta recuerda que detrás de muchas de las dolencias actuales hay un sistema nervioso desbordado y unas glándulas suprarrenales exhaustas. La ashwagandha actúa directamente sobre ese eje del estrés, formado por el hipotálamo, la hipófisis y las suprarrenales, ayudando a que la producción de cortisol se mantenga en un rango saludable.“Ni demasiado alto, que lleva al nerviosismo, ni demasiado bajo, que genera fatiga”, explica la farmacéutica.
Además, señala, “mejora la resistencia física y emocional, y protege del deterioro que provoca el estrés sostenido”.
Beneficios cognitivos respaldados por la ciencia
Aunque su uso tradicional está ampliamente documentado, en los últimos años la comunidad científica ha comenzado a validar sus efectos con ensayos clínicos. “Los estudios actuales muestran que tomar entre 300 y 600 mg de extracto de ashwagandha al día reduce los niveles de cortisol, mejora la calidad del sueño y disminuye los síntomas de ansiedad”, resume Pilar Pérez.
Además, se ha observado que favorece la memoria, la concentración y la agilidad mental, aspectos que suelen resentirse en épocas de mucho estrés o insomnio prolongado. “Es especialmente útil cuando el desgaste emocional empieza a afectar al rendimiento cognitivo”, añade.
Se está estudiando su aplicación durante fases como el síndrome premenstrual, la perimenopausia o el postparto, donde el estrés puede agravar aún más los desequilibrios hormonales
Ashwagandha y hormonas: equilibrio de verdad
Más allá del sistema nervioso, la ashwagandha también tiene efectos interesantes sobre el sistema endocrino. En hombres, se ha comprobado que mejora la calidad del esperma y potencia el rendimiento físico en quienes entrenan fuerza o resisten altos niveles de exigencia. “Ayuda a elevar la testosterona en casos de estrés crónico, donde esta hormona suele desplomarse”, explica la farmacéutica.
En mujeres, se está estudiando su aplicación durante fases como el síndrome premenstrual, la perimenopausia o el postparto, donde el estrés puede agravar aún más los desequilibrios hormonales. Aunque no sustituye un tratamiento hormonal si este es necesario, sí puede ser un buen complemento en muchas situaciones.
¿Por qué elegir la ashwagandha frente a otros remedios?
Su mayor ventaja es su modo de actuar: no anula, no oculta, no desconecta. “Simplemente, devuelve al organismo su capacidad para mantenerse estable, sin perder lucidez ni depender de una sustancia externa”, resume Pilar Pérez.
Este mecanismo de acción convierte a esta planta en una de las mejores opciones naturales para quien busca una ayuda real, sin adicciones ni efectos adversos. No es una solución rápida, pero sí un aliado profundo, capaz de ayudar a transformar desde dentro.
Incorporarla en forma de suplemento, especialmente en combinación con otros ingredientes activos, potencia sus beneficios y permite una acción más completa en el organismo
¿Cómo tomar ashwagandha?
Una de las formas más habituales es añadir su extracto a infusiones relajantes o batidos. Por ejemplo, un té con ashwagandha y jengibre por la mañana puede ayudarte a empezar el día con energía y serenidad, mientras que por la noche, combinada con melisa o pasiflora, facilita un sueño más profundo y reparador.
También es posible integrarla en la alimentación diaria mediante su formato en polvo, ideal para incluir en recetas saludables. Su sabor terroso y ligeramente amaderado combina muy bien con ingredientes como el cacao, la canela o el jengibre, por lo que resulta perfecta para batidos con leche vegetal, plátano y frutos secos o incluso espolvoreada sobre un yogur con granola.
Por último, para quienes buscan una opción más cómoda y precisa, los suplementos de ashwagandha ofrecen una dosificación constante y eficaz. Incorporarla en forma de suplemento, especialmente en combinación con otros ingredientes activos, potencia sus beneficios y permite una acción más completa en el organismo. Además, esta vía garantiza una mejor absorción y favorece la continuidad