Pasamos muchas horas al día en nuestro puesto de trabajo. No es extraño que, en alguna ocasión, todos nos hayamos quejado de algún aspecto relacionado con nuestro entorno laboral. Es algo normal. El problema viene cuando esa queja se vuelve constante, cuando todo gira en torno a ella, haciendo que el ambiente pueda llegar a convertirse en tóxico. ‘No me gustan sus formas’, ‘Me parece mal el agravio comparativo’, ‘No llego a cumplir plazos imposibles’…. Son frases que tal vez has escuchado o incluso pronunciado. Pero vamos un paso más allá y nos planteamos qué efectos psicológicos puede tener la queja constante en el entorno laboral sobre los empleados.
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Efectos psicológicos de la queja en el entorno laboral
“En primer lugar, cabe mencionar que esta situación genera un ambiente de negatividad que perjudica el bienestar emocional de los empleados. En este sentido, escuchar continuamente comentarios pesimistas eleva los niveles de estrés y ansiedad, lo que a su vez disminuye la satisfacción laboral. Asimismo, este clima también distorsiona la percepción del trabajo, haciendo que los retos cotidianos parezcan más abrumadores de lo que realmente son”, nos detalla Delia García Moratilla, psicóloga de Blua de Sanitas.
La experta nos explica que por otra parte, la exposición prolongada a las quejas puede fomentar una mentalidad derrotista, en la que los empleados tienden a sentirse impotentes ante los problemas. “Ante esta situación, se produce una menor motivación y aumenta el riesgo de agotamiento emocional, un factor clave en el desarrollo del síndrome de burnout”, apunta.
Por último, comenta que a largo plazo, la insatisfacción laboral generada por este entorno puede trascender el ámbito profesional, afectando la vida personal de los empleados.
La queja genera desgaste
De lo que no cabe ninguna duda es de que el hecho de quejarse constantemente de lo que nos sucede en el entorno laboral nos produce un desgaste, porque activa un circuito de pensamiento negativo que refuerza el malestar en lugar de aliviarlo. “Al verbalizar repetidamente los aspectos negativos del trabajo, se refuerza una visión negativa que dificulta encontrar soluciones o centrarse en aspectos positivos. Este patrón cognitivo puede generar una sensación de insatisfacción continua, incluso cuando las circunstancias mejoran”, comenta la psicóloga.
Además, a nivel emocional, la queja recurrente incrementa la sensación de frustración y el desgaste mental. En lugar de liberar tensión, alimenta el estrés y puede derivar en un sentimiento de desesperanza. “Por otro lado, quienes se quejan con frecuencia suelen recibir menos apoyo social, ya que los compañeros pueden distanciarse para evitar la negatividad, lo que agrava aún más la sensación de malestar”, indica la psicóloga de Sanitas.
La exposición prolongada a las quejas puede fomentar una mentalidad derrotista, en la que los empleados tienden a sentirse impotentes ante los problemas
Problemas con los compañeros de trabajo
Como anticipábamos, si una persona se queja de manera recurrente, es probable que otros empleados adopten una actitud similar, creando así un clima de insatisfacción generalizada. “Este ciclo de retroalimentación negativa dificulta la creación de un ambiente laboral saludable”, apunta Delia García Moratilla.
Bajo esta perspectiva, los compañeros pueden sentirse agotados al escuchar continuamente comentarios negativos o evitar a quienes se quejan en exceso. “De esta manera, la cohesión del equipo se ve perjudicada, puesto que las quejas reiteradas pueden ser percibidas como una falta de compromiso con el trabajo o una actitud poco colaborativa”, nos cuenta.
La queja constante afecta al rendimiento
El hecho de estar siempre quejándose puede incluso afectar la productividad y el rendimiento de un equipo de trabajo. “Los empleados que se enfocan en los aspectos negativos del trabajo tienen mayor dificultad para concentrarse en sus responsabilidades y tomar decisiones efectivas. Además, este hábito contribuye a la cultura de la pasividad, donde las soluciones quedan en un segundo plano frente a la insatisfacción”, nos explica la psicóloga.
Por otro lado, si la queja se convierte en la norma, no es de extrañar que los empleados pierdan el interés en aportar ideas o asumir nuevos desafíos. En este contexto, se ralentizan los procesos y la capacidad de resolución de problemas puede verse afectada.
Si la queja se convierte en la norma, no es de extrañar que los empleados pierdan el interés en aportar ideas o asumir nuevos desafíos
Expresar las preocupaciones en lugar de quejarse
Todo esto no quiere decir que no tengamos derecho a manifestar nuestra opinión, nuestro malestar en el caso de que exista en el entorno laboral. Pero es importante aprender a comunicar las preocupaciones de manera asertiva, algo fundamental para mejorar el clima laboral y encontrar soluciones efectivas. “En lugar de centrarse en lo negativo, reformular las quejas en propuestas de mejora permite que los problemas sean abordados de manera proactiva, fomentando un diálogo más abierto y colaborativo. Esto también facilita que los compañeros y superiores presten atención a las inquietudes, sin sentirse desbordados por la negatividad”, apunta la psicóloga.
Nos explica que, además, expresar las preocupaciones de forma constructiva fortalece la comunicación dentro del equipo y fomenta un ambiente de colaboración. “Cuando los empleados se centran en plantear alternativas o pedir apoyo, en lugar de solo expresar frustración, se genera un entorno más positivo en el que todos se sienten escuchados y motivados a trabajar juntos en soluciones. Esta actitud también favorece una mayor confianza en la empresa y en la capacidad de gestionar problemas laborales de manera efectiva”, indica.
El papel que deben tener los cargos de responsabilidad
La comunicación, claro está, no solo depende de uno. También es algo que deben tener en cuenta los puestos de responsabilidad, que deben implementar estrategias para reducir la queja y fomentar una comunicación más positiva. “Los líderes tienen un papel clave en la creación de un ambiente laboral positivo. Por ello, puede ser muy efectivo que implementen estrategias como reuniones de retroalimentación, espacios de escucha activa y soluciones colaborativas para transformar la queja en una oportunidad de mejora. De hecho, fomentar una comunicación clara y empática ayuda a que los empleados sientan que sus preocupaciones son atendidas”, considera la psicóloga.
Añade que, no obstante, también es importante que los responsables establezcan una cultura organizacional basada en el reconocimiento y la motivación. “Cuando los empleados se sienten valorados y ven que sus sugerencias generan cambios, puede reducirse significativamente la necesidad de quejarse”, indica.
Practicar la gratitud, centrarse en aspectos positivos del trabajo y desarrollar estrategias de afrontamiento ayuda a mitigar las ganas de quejarse
¿Es complicado salir de ese bucle de la queja constante?
Una vez que se entra en el bucle de la queja constante, no es sencillo bajarse de ese barco. Pero no está todo perdido. “Puede ser complicado, pero no imposible. Para contrarrestarlo, el primer paso es reconocer el hábito de quejarse en exceso y analizar en qué situaciones ocurre con mayor frecuencia. Identificar los factores que desencadenan la queja permite abordarlos de manera más efectiva y encontrar formas de gestionarlos sin caer en la negatividad”, apunta la psicóloga.
Por otra parte, nos explica que cambiar la perspectiva hacia un enfoque más positivo y orientado a soluciones es clave para salir de este bucle. Practicar la gratitud, centrarse en aspectos positivos del trabajo y desarrollar estrategias de afrontamiento ayuda a mitigar las ganas de quejarse. “En este sentido, teniendo en cuenta que el entorno influye en los patrones de comportamiento, es útil rodearse de compañeros con una mentalidad más constructiva, esto puede inspirar y ayudar a mantener una actitud positiva”, detalla.
Manejar momentos de estrés y frustración
En el entorno laboral, podemos pasar por periodos complicados, que nos generen picos de estrés o incluso frustración. ¿Cómo pueden los empleados manejar estos momentos que pueden llevar a la queja constante? “Algunas de las técnicas más efectivas son las de regulación emocional, como la respiración profunda o la meditación. Estas herramientas aminoran la tensión y mejoran la capacidad de afrontar situaciones difíciles sin caer en la negatividad”, sugiere la psicóloga.
En su opinión, otra clave es fomentar una mentalidad de solución en lugar de centrarse solo en los problemas. “En lugar de reaccionar con quejas, los empleados pueden tomarse un momento para analizar la situación y buscar alternativas viables. Mantener una comunicación abierta con los compañeros y superiores también ayuda a canalizar la frustración de forma saludable, evitando que se acumule y se transforme en malestar prolongado”, recomienda.
Identificar los factores que desencadenan la queja permite abordarlos de manera más efectiva y encontrar formas de gestionarlos sin caer en la negatividad
Que la queja no se convierta en el centro
El objetivo final es que la queja no se convierta en el centro de todo lo relacionado con el trabajo. “Lo más importante es crear un ambiente laboral positivo para que la queja no domine el día a día. Para ello, es primordial establecer dinámicas de reconocimiento entre compañeros y reforzar o resaltar tanto los logros individuales como los colectivos, para equilibrar la percepción del entorno de trabajo y fomentar una cultura de apoyo”, nos dice la experta de Sanitas.
También apunta que es trascendental limitar el tiempo que se dedica a hablar de problemas sin solución inmediata. “Aunque es normal expresar frustraciones ocasionalmente, convertirlo en un hábito puede perpetuar un ambiente de insatisfacción. En su lugar, podemos enfocarnos en buscar soluciones y mantener una actitud constructiva”, concluye.