Microbiota. Es una de las palabras que, de un tiempo a esta parte, ha entrado a formar parte de nuestro vocabulario. ¿Pero tenemos claro a qué nos referimos exactamente? Nos lo quiere poner un poco más fácil la doctora Conchita Vidales en su libro Cuida tu microbiota, publicado por Libros Cúpula, donde nos habla de la importancia y el papel de esos 'pequeños animalillos haciendo de las suyas'. Aunque todavía no se conoce la composición total de la microbiota de la piel y la intestinal, sí sabemos que la dieta, la edad y otros factores pueden alterarla peligrosamente fomentando estados inflamatorios y afectando a la respuesta inmunitaria del organismo. De todo ello hemos tenido la ocasión de hablar con la doctora, especialista en Nutrigenética y Medicina Estética.
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¿Por qué piensa que, por fin, le hemos dado la importancia que tiene a nuestra microbiota?
Los cambios en nuestro estilo de vida, la falta de tiempo para cocinar y hacer la compra, el estrés y el sedentarismo nos ha llevado hacia una alimentación más procesada, cargada de aditivos conservantes y comidas preparadas y ultraprocesadas y esto ha hecho que nuestro cuerpo se resienta, particularmente el intestino. De hecho, en nuestras consultas vemos cada vez más pacientes aquejados de patologías digestivas, como inflamación abdominal, gases, dolor abdominal.
Y esto nos ha llevado a saber que algo se estaba desequilibrando en la composición de la microbiota intestinal y a investigar más hacía cómo estos cambios pueden afectar al resto de nuestra salud. Los estudios y análisis sobre la microbiota intestinal que realizamos nos han llevado a conocer muchas bacterias de la microbiota relacionadas con diferentes órganos y la relación entre ellos. Uno de los hallazgos más comunes en pacientes con sobrepeso y obesidad es una disminución de una cepa bacteriana llamada Akermansia, cuyo déficit se relaciona con mayor índice de obesidad y problemas cardio metabólicos, por ejemplo.
Por eso el estudio de la microbiota es importante en pacientes con obesidad para poder también ayudarles en su tratamiento a través de este campo.
De igual manera, hemos observado relación con procesos de depresión y ansiedad, en pacientes con déficit de otras bacterias, lo que nos permite suplementar con probióticos específicos en cada caso y mejorar su tratamiento.
En nuestras consultas vemos cada vez más pacientes aquejados de patologías digestivas, como inflamación abdominal, gases, dolor abdominal
De un tiempo a esta parte, todos hemos oído hablar sobre ella, pero, ¿piensa que tenemos realmente clara su función y la importancia de mantenerla en equilibrio?
No, evidentemente ni nosotros los especialistas sabemos una décima parte de lo que la microbiota esconde. Todavía tenemos mucho que aprender y que estudiar, pero cada vez son más los estudios científicos que nos hablan de las diferentes funciones de bacterias en la microbiota, así como otros componentes como metabolitos de las propias bacterias, que también ejercen una función importante en el equilibrio de esta microbiota. Cada día conocemos más acerca de todas las funciones de los diferentes microorganismos, y estamos en el camino para poder realizar diagnósticos más acertados y, sobre todo, ayudar a nuestros pacientes con suplementos y probióticos adaptados a sus necesidades.
Ya desde el título del libro nos anima a cuidar nuestra microbiota, ¿qué le diría a alguien que no sabe ni por dónde empezar con esta tarea? ¿Qué consejos prácticos les daría para mejorar la salud de la microbiota en el día a día?
El primer consejo práctico que le daría es que analice su alimentación, sus horarios de comidas y de descanso o sueño, el tipo de actividad física que realiza, y también si considera que tiene un nivel de estrés elevado.
Si su alimentación no es correcta, le indicaría alimentos ricos en probióticos naturales como el yogur o el kefir y pescados azules, dos veces mínimo a la semana, como gran aporte de antioxidantes y antiinflamatorios. Además, la práctica de un ejercicio regular como puede ser caminar o ejercicios de fuerza controlados, así como mantener unos buenos horarios y posturas a la hora de comer en la mesa es también importante y básico para empezar a cuidar nuestra microbiota.
¿Cuáles son los principales factores que pueden alterar el equilibrio de nuestra microbiota?
Básicamente los mencionados antes: el estrés, la falta de descanso, la alimentación baja en frutas y verduras y ricas en proteínas, grasas animales y ultraprocesados. El estrés crónico que lleva a inflamación mantenida y el sedentarismo, así como la falta de hidratación, son para mí los factores de riesgo más importantes a la hora de empezar a cuidar nuestra microbiota.
Hay muchas enfermedades dermatológicas actuales relacionadas con el estrés, con la inmunidad y con un desequilibrio en microbiota
Cuando nuestra microbiota no está equilibrada, ¿puede tener vínculo con la aparición de determinados problemas de salud?
Sí, por supuesto. Cada día en la consulta vemos más patologías relacionadas con un desequilibrio en la microbiota. Puede ser de origen intestinal y también que afecte a otros desequilibrios de órganos que también tienen su propia microbiota como la piel. Así hay muchas enfermedades dermatológicas actuales relacionadas con el estrés, con la inmunidad y con un desequilibrio en microbiota, como puedan ser dermatitis, psoriasis, rosácea y hasta acné.
Pero además hay otros ejes interconectados como el eje intestino-cerebro, de manera que alteraciones en el intestino pueden afectar al deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas como es el Alzhéimer.
¿Es el estrés crónico uno de los grandes enemigos de nuestra salud digestiva?
Sin duda, el estrés crónico y mantenido origina inflamación crónica y esto, a la larga, puede provocar cambios importantes en nuestra microbiota intestinal. Y no solo en la microbiota, sino que esa inflamación crónica puede originar inflamación en otras partes alejadas del intestino, como puedan ser las articulaciones. Ya vemos relación entre artritis y desequilibrios en nuestra microbiota intestinal.
También hemos comenzado a darle importancia a prevenir la temida inflamación. ¿Por qué debería ser un objetivo fundamental para mejorar nuestra salud digestiva tratar de prevenirla?
Porque el desequilibrio en nuestra microbiota origina inflamación, ya que aumenta la permeabilidad de la barrera intestinal. Por lo tanto, para empezar a mejorar nuestra barrera intestinal hay que desinflamarla primero.
¿Cuáles serían, en su opinión, los alimentos que no pueden faltar en una dieta antiinflamatoria?
En una dieta antiinflamatoria no deben faltar:
- Pescados azules, al menos dos o tres veces en semana.
- Verduras, como por ejemplo crucíferas como el brócoli.
- Frutas principalmente frutos rojos, pero también frutas de depurativas como la piña y la manzana.
- Especias como el jengibre y la cúrcuma.
- Caldos antiinflamatorios.
- Alimentos fermentados: yogur o kéfir.
- Alimentos encurtidos: cebolla encurtida.
En su libro también habla, por ejemplo, del omeprazol, usado en exceso como 'protector gástrico'. ¿Por qué piensa que ha habido tanta desinformación durante tanto tiempo en relación con nuestra salud digestiva?
Por el mismo motivo que hay desinformación en otros muchos medicamentos. Los laboratorios nos hablan de sus bondades y beneficios en mayúsculas, y la sociedad actual quiere soluciones rápidas y al alcance, pero no nos hablan de los efectos colaterales y secundarios. Por otra parte, pocas personas se leen los prospectos.
Mucho se habla, también, del SIBO. ¿Piensa que se está produciendo un sobrediagnóstico de este problema?
El diagnóstico de SIBO debe hacerse con pruebas destinadas para ello. Siempre y cuando haya un sobrecrecimiento bacteriano correctamente diagnosticado, no habrá un sobre diagnóstico. El problema es que muchos pacientes o profesionales ponen el nombre adhesivo a cualquier alteración a nivel intestinal y esto es lo que debemos corregir.
Para empezar a mejorar nuestra barrera intestinal hay que desinflamarla primero
¿Qué papel juegan los probióticos y prebióticos en el mantenimiento de una microbiota saludable?
Los prebióticos son fibras que actúan como alimento de las bacterias beneficiosas juegan un papel importante para poder mantener los niveles de bacterias buenas estables. Los encontramos en frutas como el plátano o en semillas de lino, entre otros alimentos. Los probióticos también juegan un papel fundamental, pero en mi opinión no deberíamos dar cualquier probiótico, sino aquellos que el paciente necesita en base a un estudio que nos corrobore qué bacterias deberíamos suplementar y cuáles no.
¿Ha podido observar cambios en sus pacientes después de mejorar su microbiota?
Sí, por supuesto. Los pacientes tienen un antes y un después cuando realizamos cambios desde el punto de vista de suplementación con probióticos. Y, por supuesto, el más importante, que son los cambios en su alimentación y estilo de vida.
¿A quién va especialmente dirigido su libro, 'Cuida tu microbiota'?
Diría que va dirigido a todo el mundo, y en particular, aquellas personas que sienten que necesitan hacer un cambio en su alimentación y que se resienten de problemas digestivos que pueden ser el origen de otras muchas patologías a corto plazo.