Cuidar de otros es una labor esencial y admirable. Sin embargo, pocas veces pensamos en las heridas invisibles que pueden sufrir aquellos que se dedican precisamente a sostener emocionalmente a los demás. El trauma vicario es una de estas realidades silenciosas, un sufrimiento emocional que surge no por haber experimentado directamente un evento traumático, sino por estar expuestos repetidamente al dolor ajeno.
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Dafne Cataluña, fundadora del IEPP Instituto Europeo de Psicología Positiva del grupo metrodora, lo define claramente: "El trauma vicario es una forma de sufrimiento emocional que experimentan muchas personas que, sin haber vivido directamente un evento traumático, se ven profundamente afectadas por escuchar o presenciar el dolor de otros de forma reiterada". Por su parte, Irene Giménez, especialista en Psicología en el Institut Dra. Natalia Ribé y miembro de Top Doctors, añade que "la empatía juega un papel muy importante; es la experiencia emocional intensa que tienen las personas expuestas a traumas ajenos".
Aunque el estrés postraumático secundario y el trauma vicario surgen por el dolor ajeno, el trauma vicario se caracteriza por una transformación más lenta y profunda que afecta a la percepción del mundo, las relaciones personales y el propósito vital
Diferencias clave: trauma vicario vs. estrés postraumático
Aunque ambos términos suelen confundirse, existe una diferencia sutil pero muy importante. Pero lo primero es entender qué es cada situación.
El estrés postraumático es una respuesta psicológica intensa que surge tras vivir directamente o presenciar un evento traumático grave. En el estrés postraumático primario (TEPT primario), la persona experimenta directamente la situación traumática, desencadenando síntomas muy característicos como ansiedad extrema, pesadillas recurrentes, hipervigilancia, flashbacks o recuerdos intrusivos, que interfieren significativamente con la vida cotidiana y requieren atención clínica especializada.
Asimismo, el estrés postraumático secundario (TEPT secundario) se produce cuando alguien está expuesto de forma continuada al sufrimiento de una persona cercana que padece estrés postraumático primario. La clave aquí es la cercanía emocional sostenida y directa, que genera síntomas muy similares al estrés postraumático primario, aunque la persona no haya experimentado personalmente el evento original.
¿Y cuál es la diferencia entre el TEPT secundario y el trauma vicario? Aunque también surge por exposición al dolor ajeno, se caracteriza por una transformación más lenta y profunda que afecta a la percepción del mundo, las relaciones personales y el propósito vital. Así, mientras que el TEPT secundario muestra síntomas más inmediatos y clínicamente significativos debido a la cercanía emocional constante, el trauma vicario se manifiesta de forma más sutil, progresiva y existencial.
Profesionales de la salud física y mental, trabajadores sociales, cuerpos de emergencia, abogados especializados en violencia de género o derechos humanos incluso periodistas que cubren tragedias o conflictos son los más vulnerables
Profesionales más expuestos: cuando la empatía se vuelve contra ti
Profesionales de la salud física y mental, trabajadores sociales, cuerpos de emergencia, abogados especializados en violencia de género o derechos humanos e incluso periodistas que cubren tragedias o conflictos son los más vulnerables. "Su sensibilidad y empatía, fortalezas esenciales en su labor, pueden volverse en su contra si no cuentan con recursos adecuados para protegerse emocionalmente", advierte Dafne Cataluña.
Irene Giménez recalca especialmente a los profesionales sanitarios "que interactúan diariamente con pacientes y personas vulnerables".Ad emás, esta vulnerabilidad no es un signo de debilidad; más bien, refleja un profundo compromiso humano y ético con la labor que realizan. La clave no está en evitar la empatía, sino en aprender a manejarla de forma saludable para no verse desbordados.
Cómo reconocerlo: síntomas silenciosos que alertan
El trauma vicario no siempre llega con señales evidentes. A veces se instala como una humedad emocional silenciosa hasta que el impacto es evidente. Dafne Cataluña describe estos síntomas como "cambios emocionales, físicos y conductuales que se instalan lentamente: cansancio extremo, sensación de impotencia, irritabilidad, dificultades para concentrarse o aislamiento emocional".
Irene Giménez profundiza, dividiendo claramente los síntomas en cuatro áreas: "A nivel emocional (tristeza, ansiedad), físico (cefaleas, problemas digestivos), cognitivo (pensamientos intrusivos, despersonalización) y conductual (aislamiento social, alteración de rutinas)".
Ambas expertas coinciden en que es habitual no darse cuenta de estar sufriendo este tipo de trauma debido a la normalización del estrés en nuestra cultura. "Tenemos muy normalizado el estrés, estamos acostumbrados a ir en piloto automático, a no parar y escucharnos", explica Irene Giménez. Dafne Cataluña añade que "las personas que lo sufren están tan volcadas en ayudar a otros que normalizan su propio desgaste".
Muchas personas describen sentirse emocionalmente anestesiadas, como si vivieran en modo avión: están, pero no están del todo
El impacto en la vida laboral y personal: del burnout al aislamiento emocional
Los efectos del trauma vicario trascienden la esfera profesional, afectando también la vida personal. Irene Giménez señala cómo este trauma puede llevar a situaciones extremas como "burnout, irritabilidad, aislamiento social y falta de ilusión". Dafne Cataluña complementa esta perspectiva destacando que en lo personal, muchas personas "describen sentirse emocionalmente anestesiadas, como si vivieran en modo avión: están, pero no están del todo".
El entorno cercano también puede sufrir el impacto del trauma vicario indirectamente. La persona afectada podría volverse menos accesible emocionalmente, dificultando la comunicación y la cercanía afectiva con sus familiares y amigos, generando un círculo vicioso de aislamiento y malestar emocional.
Es importante insistir en el autocuidado y la supervisión profesional como mecanismos clave de prevención. Dafne Cataluña insiste en que "el autocuidado no es egoísmo, sino sostenibilidad humana". Por su parte, Irene Giménez subraya la necesidad de "priorizar el autocuidado, ya que no podemos cuidar bien de los demás si no estamos bien nosotros".
¿Por qué duele tanto el dolor ajeno?
Empatizar es natural, pero puede volverse contraproducente. Dafne Cataluña explica que el cerebro está diseñado para empatizar, activando las mismas zonas cerebrales cuando vemos sufrir a alguien que cuando sufrimos nosotros mismos. Irene Giménez complementa con la teoría del contagio emocional, señalando que "absorbemos las emociones que nos rodean, de ahí la importancia de rodearnos de personas vitamina".
La identificación juega también un rol importante. "Cuanto más cercana nos resulte la persona que sufre, ya sea por conocerla o por tener creencias similares, mayor será la identificación y por tanto, el dolor", detalla Giménez.
Este proceso empático, aunque positivo en esencia, necesita regulación para evitar que derive en un desgaste emocional crónico que pueda afectar la calidad de vida del profesional y su capacidad de prestar una ayuda efectiva.
Existe la falsa creencia de que el psicólogo no necesita terapia, cuando es justamente al revés, es un signo de responsabilidad que también se supervise
Estrategias prácticas para prevenir y tratar el trauma vicario
Como decíamos la prevención y el tratamiento requieren medidas específicas. Dafne Cataluña propone "programas de entrenamiento en inteligencia emocional, cultivar emociones positivas y establecer límites claros". Por su parte, Irene Giménez recomienda limitar la exposición informativa excesiva, validar emociones, buscar apoyo social o profesional y practicar el autocuidado cotidiano.
Además, fomentar un ambiente de trabajo saludable, donde se valore el bienestar emocional y se normalice pedir ayuda, es esencial en la prevención del trauma vicario. así como, la supervisión profesional. "Existe la falsa creencia de que el psicólogo no necesita terapia, cuando es justamente al revés, es un signo de responsabilidad que también se supervise", explica Giménez.
Dafne Cataluña describe la supervisión como un "chaleco salvavidas emocional, que permite compartir sin juicio lo vivido en el trabajo".
Reconocer, nombrar y actuar frente al trauma vicario es una responsabilidad colectiva. Cuidar de quienes cuidan es un compromiso esencial para construir entornos laborales más saludables, conscientes y empáticos.