Victoria Núñez, cirujana: 'La cirugía de Paola Olmedo se llama ortognática e implica un periodo de adaptación en el que el apoyo emocional es clave'
El rostro de Paula Olmedo ya no es el mismo. Tras someterse a una cirugía ortognática para corregir una deformidad dentoesquelética, su apariencia ha cambiado de manera significativa. Más allá del impacto físico, el proceso ha supuesto un reto tanto médico como emocional.
Someterse a una cirugía que modifica la estructura ósea del rostro no es una decisión fácil, y Paula Olmedo, exnuera de Carmen Borrego, lo sabe bien. La intervención ha transformado su perfil, armonizando su mandíbula y maxilar, pero también ha supuesto un periodo de adaptación complicado. El postoperatorio no solo ha implicado dolor e inflamación, sino también la difícil tarea de reconocerse en el espejo. Aunque el resultado final busca mejorar tanto la funcionalidad como la estética, el impacto psicológico de un cambio tan radical no debe subestimarse. La cirugía ortognática, que así se llama la intervención, es un procedimiento complejo que requiere paciencia, seguimiento médico y, en muchos casos, apoyo emocional para asimilar la nueva imagen.
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La intervención, que realizan en exclusiva los cirujanos maxilofaciales, requiere un estudio cefalométrico previo para determinar con precisión cómo deben recolocarse los huesos faciales
¿A qué tipo de operación se ha sometido Paola Olmedo?
Paula Olmedo se ha sometido a una cirugía ortognática, un procedimiento indicado en casos de deformidades dentofaciales. "Se trata de cirugías necesarias cuando hay una mala oclusión y el problema no se debe únicamente al apiñamiento dental, sino a una posición inadecuada del maxilar o la mandíbula", explica la Dra. Victoria Núñez, especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial y Medicina Estética Facial.
Estas anomalías pueden manifestarse de diferentes formas: "Hay casos de retrognatia o prognatismo, pacientes con rostros largos que enseñan mucho las encías, como en su caso, lo que sugiere una hiperplasia del maxilar, o rostros cortos", detalla la especialista. La solución quirúrgica consiste en mover el hueso para colocarlo en la posición adecuada y así lograr la correcta alineación de la mordida y la armonización del rostro.
La intervención, que realizan en exclusiva los cirujanos maxilofaciales, requiere un estudio cefalométrico previo para determinar con precisión cómo deben recolocarse los huesos faciales. "Este análisis nos indica en qué posición debemos colocar el hueso y, por tanto, los tejidos blandos de la cara, permitiendo mejorar la armonía facial y el perfil", señala la Dra. Núñez.
Antes de la cirugía, es imprescindible una ortodoncia prequirúrgica, diferente a la convencional. "Necesitamos desrotar los dientes, eliminar el apiñamiento y alinearlos con el hueso para que, cuando movamos la estructura ósea, se consiga un perfil equilibrado y una correcta oclusión", apunta la experta.
Cuando la articulación temporomandibular se inflama debido a la mala masticación o a una distribución inadecuada de las cargas, puede generar síntomas como acúfenos o molestias en la audición
¿Cuál es el motivo por el que se realiza una operación como la de Paola Olmedo?
La cirugía ortognática a la que se ha sometido Paula Olmedo no solo tiene un objetivo estético, sino también funcional. "El motivo principal de esta intervención es corregir una mala oclusión", explica la Dra. Victoria Núñez, especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial y Medicina Estética Facial. "Es fundamental detectar que la desalineación de la mordida no se debe solo a la posición de los dientes, sino a una alteración en los maxilares, lo que se conoce como deformidades dentoesqueléticas".
En estos casos, un tratamiento de ortodoncia convencional no es suficiente. "Cuando hay una afectación en la estructura ósea facial, es necesario cortar y reposicionar los huesos para lograr la alineación de los maxilares y, por tanto, de los dientes, asegurando una correcta oclusión", detalla la especialista.
Las consecuencias funcionales de estas alteraciones pueden ser diversas. "Puede haber mordida abierta, mordida cruzada o una falta de coincidencia entre la parte superior e inferior de la dentición", señala la Dra. Núñez. "Si no se corrige, la mala oclusión puede derivar en daños dentales a largo plazo, sobrecarga de la musculatura masticatoria, cefaleas tensionales o trastornos en la articulación temporomandibular (ATM)".
Este último aspecto podría estar directamente relacionado con algunas de las molestias que Paula Olmedo ha mencionado en el pasado. "Cuando la articulación temporomandibular se inflama debido a la mala masticación o a una distribución inadecuada de las cargas, puede generar síntomas como acúfenos o molestias en la audición", explica la cirujana.
Además, una mala posición dentaria y la falta de oclusión pueden afectar la articulación del habla. "En muchos casos, se detecta desde la infancia y está relacionado con la deglución atípica, cuando la lengua se coloca en una posición incorrecta en el paladar. Esto impide que los dientes logren una posición adecuada y puede derivar en una mordida abierta", indica la experta.
Si hay una gran exposición de encías, como en el caso de Paula Olmedo o si la mandíbula está demasiado adelantada o retraída, la ortodoncia no podrá modificar la estructura ósea
¿Es la cirugía la única opción en casos como el de Paola Olmedo?
En casos de deformidad dentoesquelética, la cirugía ortognática suele ser la única opción efectiva. "A veces se intentan ortodoncias de camuflaje, que mueven los dientes a una posición extrema para lograr una mejor oclusión, pero el hueso permanece en su misma posición", explica la Dra. Victoria Núñez.
Este tipo de soluciones no corrigen el problema de base. "Si hay una gran exposición de encías, como en el caso de Paula Olmedo, o si la mandíbula está demasiado adelantada o retraída, la ortodoncia no podrá modificar la estructura ósea", señala la experta. "El tratamiento adecuado debe abordar la posición del hueso, ya que es la raíz del problema tanto funcional como estético".
Por ello, cuando existe una alteración significativa en la relación entre maxilar y mandíbula, la cirugía ortognática se convierte en la única alternativa real para conseguir una armonización facial y una oclusión adecuada.
La cirugía ortognática es un procedimiento complejo que requiere una planificación detallada y un trabajo previo de ortodoncia. "Antes de la intervención, es fundamental realizar una ortodoncia prequirúrgica con un especialista en cirugía ortognática", explica la Dra. Victoria Núñez. "El objetivo en esta fase es alinear los dientes con el hueso, eliminando todas las compensaciones. Esto, paradójicamente, puede hacer que la deformidad se note aún más, pero es un paso imprescindible para una correcta planificación quirúrgica".
A partir de ahí, se realiza un estudio cefalométrico en 3D. "Con esta planificación tridimensional, movemos virtualmente los maxilares hasta encontrar la posición óptima, que luego replicamos en la cirugía", detalla la experta.
El procedimiento quirúrgico en sí consiste en recolocar los maxilares mediante osteotomías. "En el quirófano, cortamos el hueso del maxilar superior a través de incisiones dentro de la boca, de manera que no queden cicatrices visibles. Dependiendo del caso, el maxilar se puede impactar hacia arriba, avanzar o reposicionar", explica la Dra. Núñez.
El siguiente paso es fijar la nueva posición del maxilar. "Se colocan férulas intermedias para asegurar la correcta oclusión del maxilar operado y, a continuación, realizamos una osteotomía en la mandíbula", añade. "Las fracturas óseas generadas en la cirugía, que están previamente planificadas, se fijan con placas de titanio y tornillos".
Finalmente, una vez conseguida la oclusión perfecta, se deja la boca cerrada con gomas apoyadas en los brackets del paciente. "Este último paso permite que los maxilares se estabilicen en su nueva posición y facilita la correcta recuperación", indica.
Pueden surgir complicaciones como hematomas severos o inflamaciones exageradas que requieran medicación intravenosa.
¿Cuáles son las complicaciones de este tipo de intervención quirúrgica?
Como en cualquier intervención quirúrgica, la cirugía ortognática conlleva ciertos riesgos y posibles complicaciones, aunque se realice con una planificación minuciosa. "Uno de los principales problemas es que no se logre una oclusión perfecta tras la cirugía, ya que hay muchas estructuras implicadas y puede ser necesario un ajuste final por parte del ortodoncista", señala.
Otro de los riesgos es la consolidación ósea. "Si las fracturas no se consolidan adecuadamente o si se infecta el foco quirúrgico, puede ser necesario retirar las placas de titanio", señala la experta. No obstante, en la mayoría de los casos, si la consolidación es correcta, la extracción de las placas no supone ningún problema.
En el postoperatorio inmediato pueden surgir complicaciones como hematomas severos o inflamaciones exageradas que requieran medicación intravenosa. "Dado que el paciente tiene la boca bloqueada durante la recuperación, también puede experimentar dificultades para respirar o alimentarse, ya que debe ingerir líquidos triturados a través de los espacios posteriores de la dentadura", explica la Dra. Núñez.
Otra complicación frecuente es la alteración de la sensibilidad. "La osteotomía mandibular puede provocar hipoestesia o anestesia en la zona del nervio dentario inferior, y la inflamación puede afectar la sensibilidad de las mejillas por la compresión del nervio infraorbitario", detalla la especialista. Además, si la posición del cóndilo mandibular no es la correcta tras la cirugía, el paciente podría experimentar molestias en la articulación temporomandibular (ATM). "Es importante aclarar que la cirugía ortognática no es un tratamiento para resolver molestias en la ATM, sino que su objetivo es corregir la oclusión cuando hay una alteración ósea que la afecta", subraya la cirujana.
Más allá de las cuestiones funcionales, los cambios estéticos también pueden generar impacto en los pacientes. "Al haber una modificación en la estructura ósea y en los tejidos blandos, el rostro cambia, y en algunos casos el paciente puede tardar en acostumbrarse a su nueva apariencia", explica la Dra. Núñez.
En el caso de Paula Olmedo, la intervención incluyó una impactación del maxilar, es decir, se acortó el hueso para reducir la exposición de las encías. "Cuando el maxilar superior se eleva, la estructura nasal puede verse afectada. Si no se corta correctamente el tabique, la nariz puede desviarse, y aunque se realice el corte adecuado, el paciente puede percibir que su nariz luce más grande en proporción al resto del rostro, ya que esta no se ha reducido como el maxilar", explica.
Tras la intervención el paciente debe continuar con la ortodoncia durante varios meses para que el ortodoncista realice los ajustes necesarios y se logre una oclusión estable
Un postoperatorio complejo que requiere vigilancia intensiva
"Uno de los principales riesgos es la inflamación severa de la cara, lo que puede comprometer la vía aérea", advierte la especialista. "Las primeras 24 horas son críticas y requieren una vigilancia médica intensiva en un entorno hospitalario adecuado, ya que el sangrado de los vasos derivados de la carótida externa puede poner en peligro la recuperación".
El riesgo de complicaciones no es menor. "Como la cirugía implica el corte de múltiples estructuras óseas, puede haber sangrado interno en la zona facial, lo que podría generar dificultades respiratorias", detalla la especialista. Además, el paciente es intubado por la nariz, lo que puede provocar hemorragias en esa zona. "Esto, sumado al bloqueo intermaxilar con gomas que mantiene la boca cerrada, puede generar estrés, ansiedad y una gran sensación de dificultad para respirar", añade.
La inflamación, como decíamos, es otra de las complicaciones. "Es intensa y requiere medicación intravenosa", advierte la Dra. Núñez. "Además, al no poder masticar, la alimentación debe ser completamente líquida o triturada durante los primeros días, lo que complica aún más la recuperación".
Una vez superada la fase inicial, el paciente regresa a casa y la inflamación comienza a disminuir gradualmente. "A medida que la hinchazón baja, se empieza a percibir la nueva posición de los maxilares", señala la experta.
Sin embargo, la adaptación no termina ahí. "Una vez que se retiran las gomas, el paciente debe continuar con la ortodoncia durante varios meses para que el ortodoncista realice los ajustes necesarios y se logre una oclusión estable", explica la Dra. Núñez. "Esto no solo garantiza la funcionalidad, sino que también contribuye a la estabilidad de los resultados quirúrgicos a largo plazo".
Muchos pacientes pasen por un momento depresivo en el que cuestionan si realmente valió la pena operarse, atraviesan un periodo de adaptación difícil, en el que el apoyo psicológico juega un papel clave
El impacto psicológico: una fase inevitable del proceso
Más allá de los aspectos médicos, la cirugía ortognática implica un cambio radical en la apariencia del paciente, lo que puede generar un impacto emocional significativo. "Estamos hablando de personas que, de entrada, no tienen una armonía facial debido a la posición alterada de sus huesos", señala la cirujana. "Por mucho que se les explique en qué posición quedará el hueso y cómo será su nuevo aspecto, no todos los pacientes logran imaginar cómo se verán después de la intervención".
"El proceso es agresivo y la inflamación inicial distorsiona los resultados, lo que hace que muchos pacientes pasen por un momento depresivo en el que cuestionan si realmente valió la pena operarse", afirma la Dra. Núñez. "Es un periodo de adaptación difícil, en el que el apoyo psicológico juega un papel clave".
Sin embargo, la mayoría de los pacientes acaban satisfechos con el resultado. "Con el tiempo, se adaptan a su nueva imagen y, sobre todo, experimentan una mejora funcional en la masticación", explica la experta. "Al final, no solo hemos recolocado el hueso en su sitio, sino que hemos armonizado la cara y mejorado su calidad de vida", concluye.