El bushidō es mucho más que un código de los antiguos samuráis: es una filosofía de vida que ha perdurado a lo largo de los siglosy sigue presente en la mentalidad japonesa. Valores como el honor, la disciplina y la lealtad marcaron el camino de los guerreros del Japón feudal y, sorprendentemente, hoy pueden servirte para tomar mejores decisiones, gestionar el estrés y mejorar tu vida personal y profesional.
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Para entender la esencia del bushidō y cómo aplicarlo en nuestro día a día, hablamos con Marcos Cartagena, cofundador de Descubriendo Japón, quien nos desvela cómo este legado samurái sigue influyendo en la sociedad actual y qué lecciones podemos aprender para vivir con más propósito y equilibrio.
¿Qué significa esta palabra del código samurai?
El bushidō es una de esas palabras japonesas que no tienen un equivalente en la lengua española. Se podría decir que significa “el camino del guerrero” y hace referencia al código ético y moral que regía la conducta de la casta samurái en Japón. Valores como el honor, la lealtad, la benevolencia y el coraje eran atributos importantes que los guerreros japoneses debían de desarrollar durante su trayectoria y formación para ser considerados como un ejemplo a seguir por la siguiente generación.
El bushidō nace de una combinación de corrientes filosóficas y religiosa durante la época feudal japonesa que alcanzó su climax en el periodo Edo con la llegada de los 200 años de paz que brindó a los guerreros japoneses la oportunidad de concentrarse en el estudio, en el dominio de diversas artes y en su propio crecimiento interno, alejándolos de las prolongadas luchas que habían caracterizado el pasado del país.
Este código samurai recuerda la importancia de no separarse de ese camino virtuoso en el que el honor y la lealtad son de los pilares fundamentales
¿Cuál es el objetivo de esta palabra japonesa?
Su propósito era recordar a los samurai la importancia de no separarse de ese camino virtuoso en el que el honor y la lealtad eran dos de sus pilares fundamentales. También les servía de ayuda durante su periodo de formación para moldear el carácter y entrenar sus habilidades permitiéndoles alcanzar de esta forma mejor versión.
¿Cómo sigue presente el bushidō en la sociedad japonesa actual?
Aunque la casta samurai fue abolida durante la restauración Meiji en el siglo XIX, sus valores e ideales han impregnado profundamente a la sociedad japonesa. Hay que tener en cuenta que durante el periodo Edo (1603-1868), en la que es la actual Tokio, aproximadamente la mitad de la población estaba compuesta por samuráis y sus familias en el momento de mayor apogeo.
Al iniciarse la nueva era de Japón con su modernización, muchos de los que habían sido samuráis se convirtieron en empresarios y fundaron algunas de las compañías que hoy en día son consideradas como las grandes corporaciones niponas. Especialmente en el trabajo es donde más podemos percibir los vestigios de ese camino del guerrero gracias a los valores que imperan en sus estructuras como el compromiso en el trabajo, la obediencia a la jerarquía y la importancia de la armonía en el entorno laboral (wa).
Y si miramos a la sociedad en general, diría que el bushido ha influido profundamente sobre la mentalidad comunitaria de Japón animando a sus habitantes a llevar una vida recta y sustentada por una serie de principios morales como el respeto y la cultura del esfuerzo.
Esta filosofía nos habla de los principios y de cómo tenerlos nos ayuda a tomar mejores decicisiones
¿Cómo podemos aplicar los principios del bushidō en nuestra vida personal?
Para mí, este código moral japonés es un recordatorio que me lleva a hacerme siempre la misma pregunta cuando me encuentro en una encrucijada. ¿Qué acción sería la más correcta? ¿Qué camino me permite respetar los valores del honor y la integridad? Los principios son como una luz que nos iluminan en los momentos de mayor oscuridad y nos ayudan a tomar mejores decisiones. Tener presente la palabra bushidō es una bonita forma para a no olvidar que al igual que hacían aquellos enigmáticos guerreros, nosotros también podemos seguir la senda de la virtud y construir, en parte gracias a ella, una vida plena.
¿Y en el ámbito profesional o laboral?
Las personas con corazón de samurai son profundamente valoradas en el ámbito profesional. Un mundo en el que la confianza mutua y la tranquilidad de saber que no necesitas fiscalizar el trabajo de tus colaboradores para tener la certeza de que harán su función como deben, son aspectos esenciales que desafortunadamente no son tan frecuentes como desearíamos. Por ello, cuando encontramos alguien que respeta su palabra y se hace responsable de sus errores sin escurrir el bulto y asumiendo las consecuencias con valentía, es muy probable que queramos tenerle cerca siempre.
¿Qué enseñanzas del bushidō pueden ayudarnos a manejar mejor el estrés y la vida acelerada de hoy?
En una sociedad cada vez más acelerada, los valores del bushidō pueden convertirse en un valioso recurso para promover la salud mental y el bienestar.
La autodisciplina, por ejemplo, nos invita a establecer rutinas y hábitos saludables, dando estructura a nuestros días para gestionar mejor la ansiedad. El orden proporciona paz y eso era algo que se tenía muy en cuenta a la hora de planificar las acciones que componían sus rutinas.
También nos enseña a entrenar la atención plena, quizá el bien más escaso del siglo XXI
La atención plena, ligada al entrenamiento constante del samurái, nos enseña a concentrarnos en el presente, cultivando una mente serena en medio de la sobrecarga de estímulos. La atención es quizás el bien más escaso del siglo XXI. Decenas de distracciones pugnan por ella para arrebatarla de nuestro lado y orientarla hacia sus propios intereses. Cuando somos capaces de enfocarla en aquello que de verdad deseamos, nos sentimos mejor con nosotros mismos, calmando así las aguas de nuestro espíritu.
Por otro lado, la responsabilidad y la integridad, valores centrales del bushidō, nos recuerdan la importancia de asumir nuestras acciones y encontrar soluciones positivas en lugar de quedarnos atrapados en la queja o el victimismo. Dos tendencias que tienen el potencial de sumirnos en un profundo desequilibrio del que a veces, es difícil escapar.