Hay personas sin empatía y manipuladoras. Es algo que hemos de tener muy presente porque suelen poner en su diana a personas generosas y sensibles con cierto punto de ingenuidad, como nos advierte la psicóloga María Jesús Álava Reyes, presidenta de Apertia-Consulting y de la Fundación Universitaria para el Desarrollo de la Psicología y la Investigación, y directora del Centro de Psicología Álava Reyes y del Instituto de Bienestar Psicológico y Social.
Hemos hablado con ella con motivo de la publicación de su último libro, Que nadie manipule tus emociones (Ed. La esfera de los libros) y nos ha dado consejos muy prácticos y eficaces para vivir la vida plenamente gracias a la psicología.
Las personas que más te manipulan son las que más intentan aislarte
En el libro habla acerca de lo fácil que es manipular las emociones de otras personas; ¿cómo podemos darnos cuenta de que nos están manipulando en ese sentido?
No es sencillo. Cuando nos sintamos un poco como forzados en el sentido de que nos están diciendo que hagamos algo con lo que habitualmente no nos sentimos cómodos haciendo o, por el contrario, nos están haciendo sentir de repente maravillosamente bien de una manera extraña, tenemos que empezar a subir nuestras alertas.
Fundamentalmente, la persona que te manipula va a empezar siempre diciendo algo agradable de ti, va a empezar adulándote. En ese momento, bajas las defensas y, a partir de ahí, empieza a entrar.
Signos que nos indican que nos pueden estar manipulando claramente: una vez que hemos bajado las defensas, empiezan a forzarnos a que pensemos cosas que habitualmente no creemos, empiezan a infravalorarnos o a atacarnos, nos hacen ser más inseguras, con menos confianza, nos aíslan del exterior, empiezan a hablar mal de otras personas… Ahí es cuando tienes que plantearte qué es lo que está ocurriendo.
Y, sobre todo, cuando ves, de repente, que ponen en tu boca cosas que no sueles decir. Ahí te están manipulando. Pero sobre todo, yo te diría que cuando se dirigen a nuestras emociones y nos regalan los oídos o nos dicen aquello que saben que nos va a sentar muy bien.
¿Cómo protegernos de esa manipulación?
Prestando mucho más atención a esas situaciones de lo que lo hacemos, porque normalmente somos muy ingenuos y, sobre todo, empezando a cuestionar. Es decir, cuando ves que alguien empieza a forzarte, a no respetar demasiado lo que han sido hasta entonces tus opiniones, tus creencias, tus sentimientos… tienes que ponerte inmediatamente en alerta.
Las personas que más te manipulan son las que más intentan aislarte. El comportamiento que siguen es que primero te adulan mucho y luego te empiezan a castigar y te empiezan a infravalorar. Tienes que tener mucho cuidado con las personas que, de repente, te hacen sentir muy bien y al poco tiempo te hacen sentir mal. Cuando tus emociones son como una montaña rusa con esta persona, desconfía porque probablemente esa persona te está manipulando.
El perfil de la persona manipuladora es similar al del maltratador en violencia de género, ya sea física o psicológica. ¿Es un tipo de maltrato este tipo de manipulación?
La manipulación, como muy bien dices, es un tipo de maltrato. Y, efectivamente, las características comunes es que son muy hábiles para buscar cuál es la persona a la que quieren manipular (o que quieres maltratar en otro caso concreto): suelen ser personas sensibles con un cierto punto de ingenuidad y personas bastante generosas. Cuanto más sensible, más generosa, más fácilmente manipulable. Es un tema crucial.
Cuanto más quieres ayudar a los demás, lo ven como un punto de fragilidad, de “por aquí es por donde puedo entrar”. No van a elegir para manipular a personas que sean egoístas ni a personas con un carácter o un temperamento muy fuerte, te lo puedo asegurar. Y casi siempre siguen el mismo prototipo: primero te hacen sentirte bien y luego inmediatamente te empiezan a debilitar.
Precisamente recomienda en su libro no actuar con ingenuidad frente a personas sin empatía ni sensibilidad. ¿Cómo hacerlo?
Una de las cosas que tenemos que tener claro es que es verdad que hay gente que no tiene empatía, gente que no tiene sensibilidad. ¿Cómo lo notas? Pues, fíjate, las personas con cero empatía, cuando empiezas a ver que están sobreactuando (toda su vida es como una especie de sobreactuación) y te empiezan a hablar de otras personas sin un mínimo de emoción ni de sentimiento; tienen una frialdad sin límites, una frialdad que hacen que no se sientan mal, incluso aunque estén agrediendo o estén siendo muy hostiles con otras personas, les estén manipulando… no se sienten mal.
Igual que las personas insensibles, que dices, pero ¿cómo no reaccionan, por ejemplo, ante el dolor o el sufrimiento ajeno? No reaccionan porque no lo sienten. Entonces, el primer punto que tenemos que tener claro es que hay personas que son así, no tenemos que pensar que es imposible y que sencillamente estarán pasando un mal rato. No, es que son así y, si analizas su conducta en el tiempo, te darás cuenta que actúan con esa falta de empatía y de sensibilidad. Esa persona es así siempre, y lo que ocurre es que tú normalmente no eres consciente de hasta dónde puede llegar porque son personas que no tienen límites.
¿Es habitual que alguien manipule de manera inconsciente las emociones de otros o siempre hay una intencionalidad en ello?
Hay, digamos, un cierto aprendizaje y hay personas que que pueden manipular simplemente porque han tenido ese modelo cuando eran más pequeños han visto que funcionaba. Los niños son grandes manipuladores. ¿Cómo lo hacen? Son muy conscientes: lo que ellos ven es que si pongo una carita más triste, me van a perdonar antes; y el adolescente, para manipular a los padres, les puede decir las mayores barbaridades del mundo: “no me disteis permiso para venir aquí”, “siempre me tratáis mal”, “queréis más a mis hermanos”... Lo está haciendo de una forma bastante consciente, pero a la vez en automático.
Hay gente que se pasa la vida dando lástima. ¿Lo hacen a propósito? No, lo hacen porque se sienten bien y lo hacen en automático porque terminan consiguiendo cosas. No lo hacen a veces tan conscientemente, pero sí que lo suelen hacer porque consiguen también sus objetivos. ¿Hay gente que manipula sin ser muy conscientes? Sí, pero quien manipula siempre trata de jugar con ventaja. Eso también es cierto.
Asegura en su libro que “la vida comienza cada día” y que depende de cada uno el propio bienestar físico y mental. ¿Cómo podemos procurarnos ese bienestar?
Primero, no resignándonos a no tenerlo. Hay gente que te dice “mira, yo no puedo estar bien por estas circunstancias”, y yo siempre insisto, por favor, que las circunstancias pesan mucho menos, que ante las mismas circunstancias, hay gente que se siente bien o mal, que lo importante es la actitud.
Si la actitud tuya es “no puedo pasar un solo día sin haberlo vivido plenamente, sin haberme sentido bien porquería, porque día que pasa, día que no vuelve”, tendré que hacer una serie de cosas que están en mi rutina de trabajo y demás, pero luego tendré que vivir.
¿Qué es vivir? Vivir es intentar disfrutar de las cosas que hago en el día a día y cómo lo voy consiguiendo. Vivir es quererme, y quererme es hablarme bien internamente. Vivir es cuidarme, y cuidarme, sobre todo, cuando estoy en los momentos de fragilidad. Vivir es darme confianza y darme seguridad.
Y vivir es intentar sentir la alegría en la mayoría de las cosas que haces, y vivir conduciéndonos; es decir, yo ¿cómo disfruto hoy? Disfruto de esta manera, disfruto además ayudando y disfruto viendo una serie, cantando una canción, leyendo un libro... Bien, tenemos que tener claro que nos tenemos que dejar un tiempo para nosotros, pero tenemos que tener esa actitud de “la vida es un privilegio, de mí depende que la viva como privilegio y no como un sufrimiento”.
Tienes que tener mucho cuidado con las personas que, de repente, te hacen sentir muy bien y al poco tiempo te hacen sentir mal
¿De qué manera la psicología puede cambiar nuestra vida?
Si aplicamos los principios de la psicología en nuestro día a día, la vida es muy diferente. En este libro, cuento también (nunca lo había hecho antes) cómo los he aplicado en primera persona, porque estoy convencida de que para mí este es el último libro y me parecía que era algo que le debía al lector.
Si somos coherentes, tenemos que empezar aplicándolos en primera persona; y aplicarlos en primera persona es, cuando me encuentro muy bien, decir el porqué: creo que estoy muy bien y lo voy a analizar. Y, cuando me encuentro muy mal, exactamente lo mismo.
Cuando es así, ¿cómo me puede ayudar la psicología en esos momentos en los que me encuentro mal, a poner el foco en aquello que tengo y no en lo que me falta en ese instante, a salir de ese estado de frustración, a volverme a ilusionar de nuevo? Hay una serie de principios en la psicología que nos ayudan a conocernos mejor, pero, sobre todo, a sacar lo mejor que tenemos dentro, a querernos de verdad.
Nunca nadie va a estar a nuestro lado tanto tiempo como nosotros desde que nacemos hasta que pasamos a otra vida, pero no nos han enseñado a ser nuestros mejores amigos. Y nuestro mejor amigo es alguien que nos habla bien y que nos habla con buen ánimo y que demuestra su cariño en cada momento y que te da confianza y te da seguridad.
Eso es algo que la psicología nos enseña a lograrlo. Y nos enseña, además, a no actuar con ingenuidad, a saber cómo, en momentos determinados, con personas manipuladoras, cómo podemos desactivarlas o no caer por lo menos en sus redes.
El desarrollo de la psicología ha sido en las últimas décadas tan impresionante que por eso digo que vivir de espaldas a la psicología es vivir de espaldas a la vida. Pero si te aplicas, poco a poco, esos principios de la psicología, tu vida, por difícil que sea, consigues transformarla.
Consigues superar esas dificultades, consigues que cada situación difícil constituya realmente un aprendizaje que incorporas a tu experiencia y a los recursos que vas teniendo.