A lo largo de nuestra vida, todos podemos enfrentarnos a pérdidas y rupturas emocionales. En el momento en el que suceden se presentan ante nosotros como un auténtico Everest, llegando a parecer un desafío insuperable. Podemos llegar a tocar fondo. Y no es algo negativo. Así lo apunta Alberto Simoncini, terapeuta especializado en procesos de duelo en su libro El coraje de romperse. Y lo hace desde el conocimiento y desde su experiencia personal, que comienza con el diagnóstico de una enfermedad crónica ya desde su adolescencia. El autor nos invita a ver estas experiencias como oportunidades para el crecimiento personal y la reconstrucción emocional. Y es que, a veces, es necesario tocar fondo para empezar de nuevo.
La primera pregunta va muy relacionada con el título del libro: ¿piensa que es necesario tener coraje para romperse?
Normalmente tenemos miedo a rompernos, porque lo que va a pasar después lo desconocemos. Entonces sí hace falta construir sobre este miedo el coraje necesario para avanzar y por fin rendirnos a la ruptura.
¿Por qué, en ocasiones, es necesario tocar fondo, romperse?
Porque tenemos pérdidas que no pueden ser ignoradas, pérdidas como un tsunami que lo destruyen todo.
¿Qué es para ti una vida rota?
Una vida rota es una esperanza rota y una historia incoherente. Vivimos esperando que las cosas vayan como nos gustaría que fuesen. Cuando es así, decimos que somos felices y la nuestra es una vida muy bonita.
Cuando no es así, nuestra historia ya no nos gusta, no le encontramos sentido y empezamos a sufrir. Superar un duelo significa también reflexionar sobre por qué la pérdida me hace sufrir e implica resignificar toda la narrativa de mi experiencia de vida.
Te consideras un superviviente, ¿Por qué? ¿Has superado alguno/s de los 10 distintos tipos de duelo que ofreces de ayuda como terapeuta?
Cada uno de nosotros sobrevive a algo o a alguien. Somos supervivientes, somos milagros bípedos por el hecho de estar vivos. Lo que más me costó superar fueron las dos depresiones profundas. Solamente quien ha tenido depresión puede entender la que significa estar en un agujero negro.
Son muchas las veces en las que vamos tirando, seguimos, luchamos, parece que avanzamos... pero en realidad no es así, ¿no cree?
Luchar está bien, no obstante parar y reflexionar también es una buena opción. Una guerrera es fuerte y capaz de luchar porque se dedica el tiempo necesario para recuperar energías y curar las heridas.
¿Piensa que nos puede dar miedo rompernos, porque pensamos que ese es el final del camino?
Tendemos a ser conservadores, preferimos estar sentados en una silla vieja fea e incómoda a levantarnos y buscar algo mejor por miedo a quedarnos sin silla.
En la vida nos da miedo quedarnos sin sentido, así que a menudo preferimos una vida donde el sentido reside en aguantar y tirar adelante, más que vivir amando y floreciendo.
¿De qué forma puede ayudarnos tocar ese fondo, rompernos?
Rompernos nos permite reconstruirnos desde un nuevo espacio presente y consciente, reconstruirnos empezando desde cero.
¿Qué papel juega el miedo en el proceso de un duelo?
Los principales miedos que hay en un duelo son el miedo a no lograr salir de allí y el miedo a volver a pasar por lo mismo. La terapia ayuda justamente a que estos miedos no bloqueen el proceso de sanación.
Hay distintos tipos de duelo, ¿no es así?
El duelo es el proceso de integración de una o más pérdidas, por lo cual cada duelo es único e irrepetible. Además, hay diez principales tipos de pérdida, de las cuales la pérdida de un ser querido humano o animal es solamente una. Hay muchas cosas que podemos perder. Hay muchos duelos que podemos vivir.
¿Y todos pueden llegar a superarse del todo o siempre quedan heridas que no acaban de cerrarse?
Los duelos son como las heridas. Algunas no dejan traza, otras dejan cicatrices toda la vida. Un duelo es un proceso, cuando no hace falta ese proceso, entonces ya no hay duelo. Hay pérdidas que requieren este proceso cada día de nuestra vida.
Para afrontar el duelo, imaginamos que es fundamental establecer un importante proceso de autoconocimiento
Yo soy por la terapia obligatoria. A los 18 años, todos a terapia un año. Cada uno a reconocer y sanar sus heridas. Conocerse a uno mismo es la cosa más difícil que un ser humano pueda hacer. Y las más útiles.
Habla en el libro de reconstrucción emocional, ¿es un proceso largo y complejo de seguir?
Depende del número de pérdidas y de su intensidad. Un proceso de terapia por una sola pérdida suele durar unas 10/15 sesiones, entre tres y cuatro meses. El terapeuta hace que no sea complejo, porque es capaz de guiar al paciente allí donde hace falta.
En ese proceso, ¿es un paso fundamental sanar las heridas que haya podido dejarnos todo el proceso de duelo?
Sí, aunque a veces más que sanar es posible solamente reconocer y observar. Uno puede vivir con algo que no está sanado, pero sí está reconocido y de alguna manera bajo observación.
Explica en el libro que las crisis y los duelos son oportunidades para crecer. Sin embargo, cuesta ver la salida cuando se está inmerso en dicho proceso, ¿verdad?
Cada pérdida conlleva una transformación, es inevitable. Pero de este crecimiento personal puede hablar solamente quien lo ha vivido, en el momento en el cual se da cuenta de eso. Un terapeuta no puede decir a un paciente que a través del sufrimiento podrá ser mejor persona.
¿Hasta qué punto ha influido su propia experiencia personal a la hora de plasmar sus ideas en un libro?
Completamente. Creo que hago lo que hago porque he tenido muchas veces que poner mano a mi vida y esforzarme para quedarme y encontrar un nuevo sentido. Por esa razón utilizo ideas, herramientas, e incluso sonidos que a mí me han ayudado cuando estaba mal. Mi historia personal y mi escucha son mis dos herramientas de trabajo.
¿Qué se va a encontrar el lector en 'El coraje de romperse'?
Un libro fácil de leer y de entender. Un libro para quien está sufriendo y para quien quiere estar mejor. Un libro que habla a la mente que todo lo quiere entender y que habla al corazón que sufre, para devolver la paz y la serenidad necesarias para devolver sentido a la vida.