Cuando hablamos de demencias, sin duda, la primera que nos viene a la mente es la provocada por el Alzheimer. Un problema que preocupa cada vez más, debido al aumento de la esperanza de vida. Pero no es la única. Cuando aparecen signos de deterioro cognitivo, los neurólogos tienen que ponerse manos a la obra para determinar ante qué tipo de problema de salud nos encontramos, para, de esa forma, afinar más con el posible tratamiento que intente mejorar la calidad de vida del paciente y ralentizar, en la medida de lo posible, el avance de la misma. También puede tratarse de una demencia de cuerpos de Lewy o de una demencia vascular, sobre la que hemos querido profundizar. No es una entidad menor, pues se considera que la demencia vascular es, tras la demencia por enfermedad de Alzheimer, la segunda causa de demencia más frecuente asociada a la edad.
¿Qué es la demencia vascular?
Cuando los neurólogos hablan de demencia vascular se refieren a un tipo de deterioro cognitivo que aparece como consecuencia de la afectación cerebral ocasionada por una lesión vascular o ictus. “Este tipo de lesiones pueden ser debidas a una disminución del flujo sanguíneo cerebral o a una hemorragia. En ambos casos, el daño cerebral tiene la suficiente entidad para impactar negativamente, no sólo en la cognición, sino también en la habilidad para desempeñar con autonomía las actividades cotidianas, de manera que la persona afectada precisa del apoyo y supervisión de terceros”, apunta la doctora Silvia Gil, neuróloga y vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
La demencia vascular es, tras la demencia por enfermedad de Alzheimer, la segunda causa de demencia más frecuente asociada a la edad
¿Cuáles son las causas?
Tal y como nos explica la neuróloga, la principal causa de la demencia de origen vascular es un mal control de los factores de riesgo cardiovasculares, como la tensión arterial o los niveles elevados de azúcar y colesterol en sangre. “Además, existen factores genéticos y otras enfermedades que se pueden dar de forma concomitante (como la enfermedad de Alzheimer), que también pueden estar implicados en su aparición”, indica.
Factores de riesgo
Una de las dudas que nos planteamos es si existen determinados factores de riesgo que pueden influir en su aparición. “Como mencionaba anteriormente existen diferentes factores de riesgo cardiovascular que son determinantes en el riesgo de una persona de tener una demencia vascular. Los principales son: los niveles altos de presión arterial (hipertensión arterial), los niveles altos de azúcar en sangre (Diabetes Mellitus), los niveles altos de colesterol y triglicéridos en sangre, el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad y determinadas arritmias cardiacas como la fibrilación auricular”, detalla la doctora Gil.
Añade que, además, no debemos obviar que la edad también influye en el riesgo de aparición del deterioro cognitivo. “Por otro lado, conocemos, también, unos factores asociados al aumento del riesgo de padecer demencia vascular tras un ictus, como son: el sexo femenino, un bajo nivel educativo, la diabetes mellitus, la fibrilación auricular, un ictus y/o determinadas lesiones cerebrovasculares previas”, indica.
Diferencia con otros tipos de demencia
Como decíamos al comienzo, existen otros tipos de demencia y nos preguntamos en qué se diferencian de esta de origen vascular. “Tanto la demencia por enfermedad de Alzheimer como la demencia por cuerpos de Lewy son demencias de origen neurodegenerativo. Es decir, en ellas hay una degeneración lenta y progresiva de las neuronas y otros tipos de células del sistema nervioso que resultan en su destrucción. Las manifestaciones de ambas enfermedades varían en función del tipo de redes neuronales afectadas y de la localización de la patología neurodegenerativa”, cuenta la doctora Gil.
Así, nos explica que como consecuencia del daño cerebral, la persona puede manifestar de forma paulatina, fallos en la memoria, lenguaje, las capacidades de razonamiento y percepción visual, cambios en su conducta, así como síntomas relacionados con la movilidad. “Tanto la demencia por enfermedad de Alzheimer como la demencia por cuerpos de Lewy pueden darse de forma aislada en un paciente o coexistir con la presencia de daño vascular a nivel cerebral”, nos dice.
Existen diferentes factores de riesgo cardiovascular que son determinantes en el riesgo de una persona de tener una demencia vascular
Síntomas de la demencia vascular
Ante la sospecha de que se padece algún tipo de demencia, conviene tener bien claros los síntomas con los que puede manifestarse este problema de salud, para estar alerta. “Los síntomas de la demencia vascular son muy heterogéneos y dependen, fundamentalmente de la extensión y localización del daño cerebral, que puede ser secundario a lesiones en alguna de las grandes arterias cerebrales o en la microcirculación cerebral. De forma genérica, se pueden desarrollar problemas de memoria, lenguaje, lentitud para procesar la información, dificultades en la atención y razonamiento, alteración de las capacidades visuoperceptivas y manipulativas, así como cambios en la personalidad y conducta”, detalla la especialista.
Así se confirma el diagnóstico
Cuando estos síntomas aparecen, es el momento de consultar con un neurólogo, que confirmará o no la presencia de la enfermedad. “Existen diferentes criterios médicos para el diagnóstico de la demencia vascular y de sus distintos subtipos clínicos. En general, se precisa que los déficits cognitivos se objetiven en una exploración neuropsicológica reglada y que tengan la suficiente magnitud como para impactar negativamente en la funcionalidad diaria de la persona, con independencia de las secuelas motoras o sensitivas que un ictus previo haya podido ocasionar. Igualmente, se debe evidenciar el daño vascular en una prueba de neuroimagen y excluir otras causas de deterioro cognitivo”, cuenta la doctora Gil.
Mantener una actividad física e intelectual regular también ayuda a retrasar la progresión del declinar cognitivo
Tratamiento de la demencia vascular
Una vez que se confirma el diagnóstico, ¿cuál es el tratamiento que se debe seguir? La neuróloga explica que es muy importante promover un adecuado control y tratamiento de los factores de riesgo vasculares anteriormente mencionados. “Mantener una actividad física e intelectual regular también ayuda a retrasar la progresión del declinar cognitivo. Así como seguir una dieta equilibrada y variada, como la mediterránea. Existen también determinados fármacos que podemos ofrecer al paciente y su familia, sobre todo en el caso de coexistencia de una enfermedad de Alzheimer”, comenta.
Pronóstico de los pacientes con la enfermedad
Para finalizar, le preguntamos a la portavoz de la SEN sobre cuál es el pronóstico para una persona que padece este tipo de demencia, y anticipa que tiene un alto componente de variabilidad individual y depende de la interrelación de diferentes factores. “Algunos de ellos son difíciles de controlar, como el sexo, la presencia de determinados genes de riesgo, la edad o la resiliencia cerebral individual. Otros, como los relacionados con el estilo de vida, la estimulación cognitiva y el control farmacológico de los factores vasculares, son más fácilmente influenciables. Hay que tener en cuenta también el tipo de daño vascular y su localización, pues determinadas lesiones, por pequeñas que sean, si se localizan en áreas estratégicas cerebrales pueden ocasionar una grave afectación”, concluye.