El estrés y la ansiedad se han convertido en dos de los grandes enemigos de nuestra salud. Las preocupaciones diarias, las demandas del trabajo, las exigencias familiares o incluso las situaciones personales difíciles, pueden desencadenar un malestar que parece no tener fin. Sin embargo, la medicina y la psicología han avanzado en la identificación de tratamientos eficaces para gestionar estos problemas. En este sentido, los expertos de la Universidad de Harvard recomiendan tres terapias para mejorar el estado de ánimo, calmar la mente y vivir con mayor calidad de vida. Pero antes de conocer qué técnicas nos recomiendan, veamos por qué se produce la ansiedad, es decir, qué pasa en nuestro cerebro para que nos sintamos tan mal.
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Ansiedad y estrés, ¿por qué se producen?
Como nos contaba la psicóloga Mariló Pérez, de GrupoLaberinto, "el estrés es una respuesta fisiológica de activación del organismo que ocurre ante una amenaza y, por lo general, es una experiencia temporal. En cambio, la ansiedad también implica una hiperactivación del cuerpo, pero tiende a persistir a largo plazo, incluso cuando la amenaza ya ha desaparecido, y puede ser consecuencia del estrés. Además, la ansiedad puede surgir sin una amenaza concreta, sino debido a preocupaciones o pensamientos negativos".
La ansiedad también implica una hiperactivación del cuerpo, pero tiende a persistir a largo plazo, incluso cuando la amenaza ya ha desaparecido, y puede ser consecuencia del estrés
La especialista añade que el estrés puede ser tanto positivo como negativo. "El estrés 'positivo' o eustrés ocurre cuando la activación del cuerpo llega a un nivel que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos, mejorando nuestro rendimiento en actividades como el estudio o el trabajo". Por ejemplo, si tengo que entregar un proyecto para esa misma tarde, necesito cierto nivel de activación para ponerme a trabajar y centrar mis esfuerzos en terminarlo lo antes posible. Por otro lado, el estrés 'negativo' o distrés ocurre cuando percibimos que la amenaza supera nuestros recursos disponibles, lo que nos desborda. En este caso, el aumento de la activación corporal no mejora el rendimiento, sino que lo empeora, llegando incluso a bloquearnos.
En cambio, "la ansiedad siempre tendrá efectos negativos en la persona y puede generar un deterioro significativo en áreas como el trabajo, las relaciones sociales o la vida familiar", advierte la psicóloga. Así lo corrobora la Dra. Inés López-Ibor, experta en psiquiatría y catedrática en la Universidad Complutense de Madrid: "la ansiedad es una reacción natural ante una amenaza, pero también puede ser un síntoma común en diversas enfermedades y, en ocasiones, se convierte en un trastorno por sí misma. En cualquier caso, cuando la ansiedad es significativa y afecta nuestra capacidad para realizar actividades cotidianas, es crucial diagnosticarla y aplicar el tratamiento adecuado, al igual que haríamos con el dolor, por ejemplo".
Como vemos, es fundamental encontrar el tratamiento adecuado para tratar la ansiedad y este debe ser individualizado para cada paciente. En este sentido, además de la terapia farmacológica si es necesaria, existen diferentes tipos de abordajes terapéuticos en el que se ayuda al paciente a comprender mejor su situación y a buscar formas de lidiar mejor con sus emociones. De entre todas ellas, Harvard recomienda estas terapias:
1. Terapia cognitivo-conductual (TCC)
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es, sin duda, una de las más recomendadas para tratar la ansiedad. Se centra en cómo los pensamientos afectan nuestras emociones y conductas. Según la TCC, la manera en que interpretamos los acontecimientos de nuestra vida influye de manera directa en cómo nos sentimos. De esta forma, los pensamientos negativos pueden generar sentimientos de ansiedad, y esos sentimientos a su vez pueden provocar conductas de evitación o preocupación excesiva.
La TCC trabaja para identificar y cuestionar los pensamientos irracionales, ayudando a sustituirlos por otros más realistas y equilibrados.
Por ejemplo, imagina que tienes que dar una charla en público. Si tu pensamiento predominante es "voy a hacerlo mal y todo el mundo se va a reír de mí", este pensamiento puede generar una gran ansiedad, provocando que busques excusas para evitar la situación o, si llegas a enfrentarte a ella, lo hagas de manera tensa y nerviosa. La TCC trabaja para identificar y cuestionar estos pensamientos irracionales, ayudando a sustituirlos por otros más realistas y equilibrados.
Además de trabajar con los pensamientos, la TCC también se ocupa de las conductas. A través de la exposición gradual a las situaciones que nos provocan ansiedad, podemos aprender a enfrentarlas con confianza. De esta manera, se rompe el círculo vicioso que refuerza la ansiedad y se mejora la capacidad de respuesta frente a los miedos. Esta terapia se ha demostrado eficaz en el tratamiento de trastornos como la ansiedad social, las fobias y el trastorno de ansiedad generalizada.
Esta terapia funciona, según Harvard, porque no se trata solo de hablar sobre los problemas, sino de cambiar activamente la forma en que pensamos y actuamos frente a ellos. A corto plazo, los resultados son notables y, a largo plazo, ayuda a que las personas sigan aplicando lo aprendido en su vida diaria.
2. Terapia de exposición
La terapia de exposición es otra de las herramientas eficaces para tratar la ansiedad, sobre todo cuando esta está vinculada a situaciones u objetos específicos que nos generan miedo. En el caso de las fobias, los trastornos de pánico o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la exposición gradual a las situaciones temidas puede ser el tratamiento ideal.
Al exponerse repetidamente a los miedos, la ansiedad va disminuyendo porque el cerebro se acostumbra gradualmente a la situación
La técnica consiste en enfrentarse, de forma controlada, a lo que genera miedo. Este proceso se realiza bajo la supervisión de un profesional de la salud mental y se lleva a cabo de manera progresiva. La persona comienza enfrentándose a la situación de forma indirecta, como por ejemplo, imaginando lo que teme, y luego pasa a situaciones más directas, como estar cerca del objeto que causa el miedo o incluso enfrentarse a situaciones reales.
Al exponerse repetidamente a los miedos, la ansiedad va disminuyendo porque el cerebro se acostumbra gradualmente a la situación. De este modo, la respuesta de miedo va disminuyendo de manera progresiva. La terapia de exposición ha demostrado ser altamente eficaz, especialmente cuando se combina con la TCC. Además, en los últimos años, se han incorporado nuevas herramientas como la realidad virtual, que ofrece una manera más inmersiva de enfrentarse a los miedos, y es especialmente útil para tratar trastornos como el estrés postraumático o la ansiedad social.
Con esta terapia permite que el paciente ve que la mayoría de sus miedos no son tan peligrosos como parecen, y se da cuenta de que puede enfrentarse a ellos sin sufrir un daño real. Con el tiempo, esta exposición reduce el miedo y la ansiedad, mejorando así la calidad de vida de la persona.
3. Psicoterapia orientada a la raíz
A veces, las soluciones más inmediatas no son suficientes para tratar la ansiedad, especialmente cuando esta tiene raíces profundas. En estos casos, la psicoterapia orientada al 'insight' o a la raíz puede ser una opción recomendable. Este tipo de terapia se centra en comprender las causas de la ansiedad a través de un proceso de autoconocimiento y reflexión sobre el pasado.
Durante las sesiones, el paciente y el terapeuta exploran los posibles factores que han contribuido a la ansiedad, como traumas, experiencias dolorosas de la infancia, conflictos familiares o dificultades no resueltas en las relaciones personales. Al identificar estos elementos, se busca que el paciente desarrolle una mayor comprensión de sí mismo y de su historia, lo que le permite encontrar un mayor equilibrio emocional y aceptar mejor sus emociones y pensamientos.
Esta terapia puede ser especialmente útil cuando la ansiedad no está asociada con una situación concreta, sino que tiene su raíz en conflictos internos o experiencias previas no resueltas. Aunque suele ser más larga que la TCC o la terapia de exposición, este tipo de técnica ayuda a las personas a obtener una visión más clara de su vida emocional y de cómo ciertos patrones inconscientes pueden estar influyendo en su bienestar.
Al centrarse en el autoconocimiento y la aceptación de los conflictos internos, ya que permite una mayor comprensión de su ansiedad y aprenda a gestionarla de una forma más profunda y duradera. La clave es resolver las causas profundas de la angustia, no solo tratar los síntomas.