El dolor articular condiciona en gran manera la calidad de vida de quien lo padece. No es fácil amanecer con molestias en las rodillas, los hombros, las manos o la cadera. El dolor, tal y como nos define el doctor Jesús López Escobar, especialista en Medicina física y Rehabilitación en la Clínica Moncayo de Albacete (www.clinicamoncayo.com), se define, según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor como “una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. Cuando le preguntamos cuáles son las causas más habituales por las que nos pueden doler las articulaciones, apunta a que estamos ante una pregunta compleja y difícil de concretar. “Hay que diferenciar entre dolor agudo (limitado a menos de 1 mes), subagudo (entre 1 y 3 meses) y crónico (más de 3 meses)”, anticipa.
Causas de dolor articular
- Así, el especialista nos cuenta que los golpes, caídas y traumatismos en general provocan dolor agudo, pero depende de la naturaleza del incidente, las características intrínsecas de la persona y el propio cuidado puede alargarse el período de recuperación y cronificarse.
- Por otro lado, el depósito de cristales en ciertas articulaciones (como el famoso ácido úrico, provocando los ataques de “gota”) pueden provocar dolor de predominio en el primer dedo del pie, tobillo y rodilla, aunque puede parecer en cualquier articulación.
- También están los dolores relacionados con inflamación, como enfermedades autoinmunes: la artritis reumatoide o el lupus eritematoso sistémico. Esto necesita un enfoque con fármacos específicos.
- “Además, nos encontramos con el dolor de origen tumoral (por causas primarias, metastásicas o paraneoplásicas), las causadas por derrames de sangre en articulaciones (hemartrosis) o las infecciosas (causadas en la mayoría de casos por bacterias u hongos)”, indica.
- Y nos cuenta que dejamos para el final la “joya de la corona" que es el dolor degenerativo causado por múltiples factores como la edad, movimientos repetitivos, carga de peso inadecuada, falta de descanso u otros hábitos de vida. Tiene una causa predominante por pérdida de función del cartílago articular y aparición de condrocitos u osteofitos.
Un motivo habitual en consulta
De lo que no cabe duda es de que estamos ante un problema bastante habitual en consulta, sin duda muy recurrente. “Genera un gran impacto a nivel asistencial y es un desafío en el futuro tanto a nivel de sanidad pública como privada”, comenta.
El doctor nos cuenta que a los pacientes les genera una gran alarma el hecho de tener este tipo de sensación desagradable que previamente comentábamos. “Es por esto por lo que hay que invertir en gran parte en educación sanitaria desde diferentes ámbitos como en educación y en la sanidad tanto primaria como especializada. Por otro lado, ante el caso de que haya dudas sobre el origen del dolor, es recomendable acudir a un especialista en este campo para poder aclararlas y tener el enfoque y el plan más adecuado”, nos detalla.
Hay pacientes que aguantan mucho dolor sin motivo o que piensan que es un dolor sin importancia, y no siempre es así
¿Cuáles son las señales de alarma?
Le planteamos al doctor cuáles son los principales signos de alarma que nos deben hacer consultar a un especialista. “Desde mi punto de vista, todo dolor que el paciente no sepa identificar como grave o leve es susceptible de ser consultado a un especialista. Esto es por una razón muy sencilla, y es que hay pacientes que aguantan mucho dolor sin motivo (pensando que si lo tratan con analgésicos y lo enmascaran es peor), y otros pacientes que piensan que un dolor leve es un dolor sin importancia. Y no siempre es así”, argumenta el especialista de Clínica Moncayo.
Si hablamos de los signos y síntomas de alarma que el paciente debe identificar para saber si hay que abordar con un tratamiento específico, bien sea con fármacos, intervencionismo o cirugía, en estos casos el especialista detalla que tenemos que tener en cuenta sobre todo los siguientes:
- Aparición de fiebre.
- Dolor irradiado hacia miembros inferiores o superiores (ya que se pueden tratar de radiculopatías originadas por una hernia discal a nivel cervical o lumbar).
- Falta de fuerza en pies y manos, por ejemplo al talonear o ponerse de puntillas o al hacer pinza con los dedos.
- Pérdida de apetito, aumento de tensión o que no desaparezca con tratamiento analgésico adecuado.
¿Se puede prevenir el dolor de las articulaciones?
Como sucede en muchos aspectos relacionados con la salud, es importante insistir en la prevención. “Se puede prevenir el dolor articular crónico, aunque es posible que no se pueda prevenir al cien. Esto depende del tipo de paciente que tengamos enfrente y de los hábitos previos y actuales de vida. Se puede retrasar la aparición de síntomas de dolor crónico con un buen control de peso, ejercicio (sobre todo enfocado a fuerza), buena alimentación y descanso adecuado”, nos indica.
Hemos de prestar especial atención si aparecen síntomas como fiebre, dolor irradiado o falta de fuerza, entre otros
¿Es un problema que empeora con la edad?
Uno de los problemas añadidos del dolor articular es que empeora a medida que se van cumpliendo años. Eso es un hecho. Pero el doctor matiza que lo que no es cierto es que la edad sea la causante de todos los síntomas que aparecen. Este enfoque hace que el paciente se frustre y que piense que su problema no tiene solución. “Algunos de los problemas que aparecen con la edad tienen diferentes tipos de solución, pero también es cierto que, conforme cumplimos años, aparecen diferentes ‘achaques’ que cada vez son más frecuentes y de mayor intensidad”, nos cuenta.
En este sentido, apela a la gran importancia que tiene la prevención primaria (que es la que tenemos que aplicar antes de que aparezca el problema) así como incidir en una buena alimentación y ejercicio. “En caso de que ya tengamos dolor, aplicar la prevención secundaria, que se trata de la resolución del evento doloroso una vez que ya está instaurado. Aquí intervienen herramientas como los mencionados fármacos o la Fisioterapia, y avanzando más encontramos intervencionismo o cirugía”, sugiere el doctor.
Así condiciona el dolor la calidad de vida de quien lo padece
Todas las medidas son necesarias y bienvenidas, sobre todo teniendo en cuenta que estamos ante un problema que afecta, y mucho, a la calidad de vida de quien lo padece, a todos los niveles. “La calidad de vida del paciente comienza a deteriorarse poco a poco, y se afecta cada vez más. No hay un orden establecido, pero suele ser una concatenación de fases las que hacen que impacte en la vida del paciente”, nos cuenta y nos las detalla a continuación:
- Así, suele presentarse una afectación psicológica individual, en la que el paciente se siente mal, y en algunos casos no sabe por qué. Sabe que el hombro, la rodilla o la espalda le duele, pero no le hace mucho caso.
- Poco a poco afecta a la esfera física, moviéndose cada vez menos y adoptando conductas evitativas más o menos conscientes, para no sentir ese estímulo doloroso.
- También, siguiendo este mapa, seguimos a la afectación del sueño, con lo que al descansar menos, aumentamos este círculo vicioso de afectación psicológica, física y emocional.
- Ante la privación de sueño o mal descanso, tenemos peores hábitos de alimentación.
- Para cerrar, nos afecta a la esfera social, por lo que estamos más tiempo encerrados en casa y haciendo cada vez más difícil la recuperación.
Los dolores articulares condicionan la calidad de vida de los pacientes a todos los niveles, desde la esfera psicológica a la física o la social
¿Qué soluciones nos pueden ayudar a minimizar ese dolor articular?
Para el doctor, hay una serie de soluciones que nos pueden ayudar a la hora de minimizar estos episodios de dolor, entre los que destaca los siguientes:
- Incidir en la prevención primaria. Hay muchos factores que influyen aquí, pero yo incidiría en dejar de procrastinar, y empezar a cuidar nuestra dieta, hábitos de sueño, ejercicio físico y control emocional.
- En caso de que ya tengamos dolor presente y no sepamos cómo abordarlo, recomiendo acudir a un profesional contrastado que te aporte soluciones o te guíe en la búsqueda de las mismas. Una buena forma de saber si es el profesional adecuado es concertar una entrevista con él o ella y que resuelva tus dudas. Es importante que detectes honestidad en sus respuestas y que no termines de fiarte de aquellos que te dicen que tienen soluciones para todo. Es más complejo que todo eso.
- Si no terminamos de mejorar con tratamientos conservadores con ejercicio y analgésicos (evitar el exceso de fármacos, cuidado también con este tema), es hora de barajar diferentes tipos de infiltraciones, bien sea con anestésico, corticoides, plasma rico en plaquetas, ácido hialurónico u otros moduladores del dolor. Se puede también realizar radiofrecuencia de diferentes tipos y diferentes localizaciones. Y también tendríamos que tener en cuenta si es un dolor irradiado o mecánico, barajando también diferentes abordajes.
- Por último, en caso de que los anteriores tratamientos no funcionen, habría que barajar un tratamiento quirúrgico, aunque no siempre es recomendable, y hay que explicárselo detalladamente a los diferentes tipos de pacientes que podamos tener.