En algunas ocasiones, cuanto se toca el poder con las manos, este puede desvirtuarlo todo, generar egos desmedidos que dificultan las relaciones sociales. Puede aparecer el llamado síndrome de Hubris, un estado psicológico en el que se observa cómo una persona desarrolla un ego desmedido, acompañado de una sensación exagerada de poder y superioridad. “No es un trastorno clínico reconocido como tal, pero sí una conducta que puede generar conflictos personales y profesionales. La palabra ‘hubris’ proviene del griego antiguo y se traduce como ‘desmesura’ u ‘orgullo excesivo’. Surge especialmente en quienes ocupan posiciones de autoridad o éxito y no es casualidad, ya que el poder puede distorsionar la percepción de uno mismo y de los demás”, nos detalla Pilar Guerra Escudero, psicóloga clínica y coach ejecutivo.
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“Los que lo experimentan suelen despreciar las opiniones ajenas, tomar decisiones impulsivas y desconectarse de la realidad. Suelen sentirse superiores, con un sentido de omnipotencia y un derecho innato a controlar a los demás”, nos comenta la experta, con la que hemos querido profundizar este síndrome, tratando de reconocer las señales que nos alertan de su presencia, así como las posibles soluciones.
¿Cómo detectar este síndrome?
Tal y como nos explica Pilar Guerra Escudero, detectar el síndrome de Hubris puede ser complejo, ya que las personas que lo padecen suelen negarlo o minimizarlo. Sin embargo, sí que hay algunas señales que pueden indicar su presencia y nos las resume en las seis siguientes.
- Una de ellas es la arrogancia y superioridad, creyendo que son mejores que los demás y que tienen un conocimiento superior. Y, por lo tanto, los desprecian, minimizando las opiniones y sentimientos ajenos, considerando que no son relevantes.
- Suelen tener de un exceso de autoconfianza. Creen que siempre tienen la razón, sin importar las críticas o argumentos en contra.
- Su percepción de sí mismos está distorsionada y se creen infalibles, estando en muchas ocasiones desconectados de la realidad.
- Pueden tomar decisiones arriesgadas, sin considerar las opiniones de los demás y actuando de manera impulsiva, confiando ciegamente en sus propias capacidades y sin pensar en las consecuencias de sus actos.
- Buscan una validación constante, ya que sienten la necesidad ser admirados o reconocidos continuamente.
- Por último, la falta de empatía es otro de los síntomas. Tienen grandes dificultades para ponerse en el lugar de los demás y también suelen sentir la necesidad de controlar situaciones y personas.
Soluciones para este problema
En opinión de la experta, superar el Síndrome de Hubris requiere un trabajo personal profundo y, en ocasiones, la ayuda de un profesional de la salud mental. Así, algunas estrategias que pueden ayudar son:
- Tomar conciencia de uno mismo. La clave es reconocer que algo no va bien. Identificar y reconocer los propios pensamientos y sentimientos, especialmente aquellos que llevan a la arrogancia y al desprecio por los demás. Reflexionar sobre el impacto de las propias acciones.
- Practicar la empatía para comprender los puntos de vista de los demás y desarrollar relaciones más saludables. Ponerse en los zapatos de los demás y valorar sus puntos de vista ayuda a reducir la arrogancia.
- Cultivar la humildad y reconocer que todos cometemos errores y que nadie es perfecto.
- Escucha activa. Desarrollar la habilidad de escuchar atentamente a los demás sin interrumpir ni juzgar.
- Aceptar la crítica constructiva y utilizarla para mejorar. Rodearse de personas que puedan dar opiniones sinceras, aunque no sean agradables, y escuchar sin defensiva.
- Gestión emocional. Practicar técnicas de relajación, meditación o mindfulness puede facilitar un mejor control de los impulsos.
- Liderazgo consciente. Si se trata de alguien en posición de autoridad, es importante aprender estilos de liderazgo que promuevan la colaboración en lugar de la imposición es crucial.
- La terapia psicológica puede ser una herramienta muy valiosa para trabajar en las causas subyacentes del síndrome de Hubris y desarrollar habilidades sociales y emocionales más saludables. Y es que es importante recordar que es un problema complejo que requiere un abordaje integral.