Aunque el Día de Acción de Gracias, que se celebra este jueves en Estados Unidos y Canadá no se ha instaurado de forma 'oficial’ en otras zonas, como sí ha pasado por ejemplo con la festividad de Halloween, no queremos perder la oportunidad de, aprovechando esta celebración, valorar acerca de qué es lo que nos aporta un hecho tan sencillo como dar las gracias, valorando cuáles son los efectos de esa gratitud en nuestro cerebro. “La gratitud es un estado emocional y una actitud mental que nos permite reconocer y valorar las cosas positivas en nuestra vida. Desde una perspectiva psicológica, la gratitud es más que una simple reacción a un estímulo positivo; es una práctica que cultiva la capacidad de apreciar lo que tenemos, en lugar de enfocarnos en lo que nos falta. Este enfoque no solo mejora nuestro bienestar emocional, sino que también tiene efectos profundos en nuestra salud mental y física”, apunta Ananda Ceballos, psicóloga y colaboradora de la app de meditación Petit BamBou.
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Si das las gracias, ¿puedes ser más feliz?
Tal vez no lo habías pensado, pero dar las gracias nos ayuda a ser más felices. “La gratitud nos lleva a orientar nuestra atención hacia lo positivo, a enfocarnos en lo que está bien en nuestra vida”, nos cuenta la experta.
Y es que podemos reducir el impacto de las emociones negativas (como es la envidia o la frustración), lo que nos permite tanto relajarnos como mantenernos en un estado más equilibrado emocionalmente. “Cuando practicamos la gratitud conscientemente, somos capaces de afrontar mejor el cambio y las adversidades, lo que también aumenta nuestra sensación de felicidad y plenitud”, añade.
Cuáles son los efectos de la gratitud en tu cerebro
Teniendo esto en cuenta, hemos querido ir un paso más allá, desenmascarando cuáles son los efectos de la gratitud en nuestro cerebro. Así, practicar la gratitud con regularidad no solo cambia temporalmente el estado de ánimo, sino que puede reconfigurar las redes neuronales. Se ha probado que fomenta una mayor resiliencia emocional y una predisposición general hacia emociones más positivas. Tal y como nos explican desde Petit BamBou, estos son algunos de los beneficios:
- Activación del sistema de recompensa. Cuando sentimos o expresamos gratitud, se activa el circuito de recompensa del cerebro, específicamente áreas como el córtex prefrontal y el núcleo accumbens, que están asociados con el placer, la motivación y la recompensa. Es un punto importante, porque esta activación genera sensaciones de bienestar y satisfacción.
- Aumento de la liberación de dopamina y serotonina, que son unos neurotransmisores clave en la regulación del estado de ánimo. La dopamina se asocia con la motivación y la sensación de recompensa, mientras que la serotonina está vinculada con el equilibrio emocional. Al practicar gratitud, estos químicos fluyen con mayor facilidad, mejorando el estado de ánimo y reduciendo síntomas de ansiedad o depresión.
- Refuerzo de la conectividad neuronal. La neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones, permite que los hábitos de gratitud creen un "camino" neuronal más fuerte, haciendo que sea más fácil experimentar y sentir gratitud de manera habitual.
- Disminución de la activación de la amígdala. La amígdala, que está relacionada con la respuesta al estrés y el miedo, tiende a ser menos reactiva cuando se practica la gratitud.
- Mayor conectividad en el cortex prefrontal. Practicar gratitud mejora la capacidad para evaluar y responder de manera racional ante situaciones emocionales, ayudando a las personas a enfrentar los desafíos con una actitud más equilibrada y positiva.
¿Por qué cuesta sentir gratitud?
Si se provocan todos estos beneficios, nos planteamos por qué, entonces, nos cuesta tanto sentir y demostrar esa gratitud. “La mente tiende a divagar, a proyectarse constantemente (hacia el futuro o hacia el pasado) y eso nos desconecta del momento presente”, explica. Es precisamente ese estado de desconexión lo que hace que pasemos por alto pequeñas cosas de la vida cotidiana que podrían suscitar la gratitud. “La gratitud requiere una presencia consciente, una atención activa hacia el aquí y el ahora”, añade.
“Además, desde un punto de vista evolutivo, el cerebro humano está programado para centrarse en las amenazas o en lo que le falta. Un ‘sesgo de negatividad’ que nos lleva a enfocarnos más en los problemas o carencias que en las cosas que van bien”, nos cuenta. Una tendencia que nos ha ayudado a sobrevivir, pero que en la vida moderna genera un malestar generalizado. Pensamos que siempre hay algo que mejorar o arreglar; lo que hace aún más difícil reconocer y agradecer lo que ya tenemos.
Qué hacer para sentir gratitud
Tenemos, por lo tanto, claro, que dar las gracias es una opción beneficiosa, pero, ¿cómo lo hacemos? Ananda Ceballos nos da una idea muy práctica: escribir un “diario de gratitud” en el que apuntar todos los días tres cosas por las que nos sentimos agradecidos. “Pueden ser eventos significativos de nuestra vida como cosas sencillas: un momento de calma, una conversación o una comida agradable. También podemos acostumbrarnos a expresar agradecimiento a las personas que nos rodean, ya sea oralmente o por escrito, a través de un mensaje. Darse un momento antes de dormir para reflexionar en todo lo que está bien en nuestra vida y terminar así el día con una nota positiva, puede contribuir a sentir la gratitud de forma cada vez más natural”, indica.
Otra buena opción que nos puede ayudar es la meditación. “Al cultivar la atención plena, nos volvemos más conscientes de los momentos, personas y detalles que enriquecen nuestra vida, desarrollando una gratitud natural por lo simple y lo cotidiano. Gracias a la meditación, el agradecimiento florece como una flor, enraizada en la tierra del presente e iluminada por la calma de nuestra mente”, finaliza la experta.