hija besando a su madre© Getty Images

¿Por qué repetimos los errores de nuestras madres? Descubre el poder oculto de los patrones familiares

Hay una serie de rasgos que heredamos de nuestros padres y que influyen en nuestra vida más de lo que imaginamos


15 de noviembre de 2024 - 15:00 CET

'Nunca, nunca, nunca diré eso, mamá'. Seguro que, en alguna ocasión has pensado en que no ibas a decir o a hacer eso que tanto te molestaba que hiciera tu madre. Y, sin embargo, ahora te ves repitiendo ese patrón que tanto has criticado. Repites sus errores y no estás sola, es algo que sucede. Pero, ¿por qué? Los patrones familiares son como huellas invisibles que marcan nuestro camino. Tendemos a repetirlos porque, durante nuestra infancia, el cerebro absorbe como una esponja todo lo que ve y experimenta. Así nos lo explica Maïté Issa, coach y experta en desarrollo personal, que nos detalla que es nuestro primer modelo de aprendizaje sobre cómo relacionarnos, amar y enfrentar la vida. Estos patrones se convierten en nuestra 'zona de confort emocional', incluso cuando no son saludables.

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Expertos como el psiquiatra y neurocientífico Bruce Perry, autor de El cerebro del niño, han analizado profundamente cómo la forma de relacionarse con el mundo que tiene un adulto es un reflejo de lo aprendido en su edad temprana, porque replicamos lo visto y vivido con nuestros padres.

“Pero, aparte, no solo tendemos a repetir lo que aprendemos. La epigenética es la información genética que nos pasan nuestros antepasados. Nuestros ancestros no solo nos transmiten si tienes el pelo rizado, los ojos verdes o azules, o las enfermedades que eres más propensa a desarrollar, sino que también nos pasan otro tipo de información”, nos indica.

La experta hace mención a un caso concreto: se han hecho unos estudios sobre los nietos de supervivientes de genocidio, como el genocidio armenio o el Holocausto, y se dieron cuenta de que los nietos de esas personas tenían todo tipo de trastornos y patrones repetitivos relacionados con conflictos de este tipo, aunque no habían conocido a sus antepasados, no les fueron inculcados por educación ni por cultura, pero tenían más ansiedad que los demás. “Tenían creencias y una visión del mundo como un lugar peligroso del que nos tenemos que defender, más sensación de paranoia de que los otros están aquí para usarme, más miedo a perder lo que tienen. Esta información estaba en su ADN”, nos detalla. Y añade que lo que va a manifestar una persona que hereda patrones de conflicto, es un mundo peligroso, donde hay escasez, que los otros son enemigos, donde tiene que luchar y no puede confiar en nadie.

Es como si nos dieran una 'maleta invisible' llena de herramientas emocionales y comportamentales que llevaremos con nosotros durante toda la vida

Maïté Issa, coach

El peso de la familia en nuestra conducta y nuestro desarrollo personal

De lo que no hay duda es de que el peso de la familia en nuestro desarrollo es absolutamente fundamental. “La familia es nuestra primera escuela de vida, donde aprendemos a gestionar emociones, a establecer límites y a crear vínculos. Es como si nos dieran una 'maleta invisible' llena de herramientas emocionales y comportamentales que llevaremos con nosotros durante toda la vida”, apunta la experta.

Por citar un ejemplo, la experta cuenta que la mayoría de nosotros hemos tenido ancestros que han pasado por conflictos en otro país o aquí mismo, en España. Dictadura, guerra, hambruna, escasez… todo esto es información que se pasa en tu clan a través de generaciones, y sigue generando pensamientos y energía también cuando duermes.

“Pero también asuntos de relaciones de pareja. Según las investigaciones del psicólogo y terapeuta, el Dr. John Gottman, los adultos copian los modelos de relaciones sentimentales que han visto en sus padres”, apunta la coach, que cita un caso concreto: “He visto muchísimos casos, y en concreto puedo hablar de una alumna que había logrado una relación estable con una pareja que la hacía muy feliz. De repente, el año pasado empezó a sentir rechazo, le molestaba todo lo que él hacía y empezaron a discutir frecuentemente. Usando las herramientas adecuadas, pudo descubrir que estaba repitiendo un patrón, porque justo a la edad que tenía cuando empezó a tener conflictos con su pareja, su madre se había embarazado de ella. Ella tenía una carrera prometedora, con mucha vocación, y dejó de trabajar para cuidar a sus hijos, algo que le afectó mucho en la época y culpó de ello a la presión que recibió de su esposo para tomar esta decisión”.

Así, nos explica que esta madre, a su vez, ya estaba repitiendo un patrón de su clan: las mujeres se sacrifican para cuidar a su familia y abandonan sus sueños cuando tienen hijos, y ella estaba repitiendo esto sin darse cuenta cuando empezó a tener discusiones con su pareja. A veces, según nos cuenta la experta, repetimos patrones ancestrales aunque no se trate de la misma situación.

“Podemos estar repitiendo patrones sin darnos cuenta, y por eso no creamos la realidad que deseamos, o peor, podemos perder lo que sí queremos en nuestra vida porque nos saboteamos hasta repetir lo vivido por nuestra madre, abuela, tía, o nuestros ancestros en general. Esto afecta la relación con el dinero, la pareja, el trabajo y en cualquier área de nuestra vida. Nuestro subconsciente ya tiene toda la información sin que tengas tú que acordarte de manera consciente; y el problema con esta información es que creamos lealtades inconscientes”, indica la experta.

© Getty Images

Repetir los errores de nuestros padres

Se dan muchos casos en los que no queremos parecernos a nuestra madre o a nuestro padre, repetir sus errores, ¿por qué sucede esto? La coach nos indica que esto pasa porque estos comportamientos están profundamente arraigados en nuestro subconsciente. “Cuando estamos bajo estrés o en situaciones emocionalmente intensas, tendemos a recurrir a lo que conocemos, aunque conscientemente no queramos. Es como si nuestro cerebro activara el 'piloto automático emocional'. Nuestro inconsciente, como quiere proteger a toda costa lo que nos crea, genera una lealtad que dice ‘yo sufriré como tú’, ‘yo como tú también seré pobre’, ‘yo también seré infeliz’, ‘yo también voy a abandonar mis sueños’. Esto funciona así aunque no hayas conocido a tus ancestros (porque seas adoptada o cualquier otra circunstancia), incluso aunque no tengas suficiente información a nivel consciente de lo que han vivido”, nos detalla.

Habla, además, del instinto de lealtad al clan, uno de nuestros más fuertes y antiguos patrones de comportamiento porque está ligado a nuestra supervivencia. “Si nos remontamos a tiempos muy remotos, cuando debíamos defendernos de animales depredadores y los peligros de vivir en un ambiente salvaje, encontramos que pertenecer a un clan (nuestra familia o grupo de familias) y seguir sus reglas, era un condicionante absoluto para la supervivencia. De hecho, era muy probable que una persona que no perteneciera a un clan muriera por no ser capaz de defenderse por sí mismo. Este instinto permanece en nosotros con mucho arraigo para sobrevivir desde que somos pequeños, por eso nos adaptamos de forma mecánica a nuestros cuidadores, porque son ellos quienes nos proveen de alimento, cuidado y protección. Son nuestra primera fuente de conocimiento y minimizan los desaciertos”, indica.

Así, todo este aprendizaje de creencias crea la identidad, que es la parte más profunda de nuestra psique, es el conjunto de creencias que tenemos acerca de nosotras mismas, es el personaje que hemos creado a raíz de todas las experiencias que vivimos, es lo que hemos aceptado como la verdad sobre nosotros mismos, es la máscara detrás de la que nos escondemos para agradar, para ser aceptados por los demás, por miedo a ser rechazada por todos los condicionamientos y todas las limitaciones aprendidas.

“Si hemos aprendido de nuestros parientes y ancestros ideas como que tomar la iniciativa trae malas consecuencias, que debemos minimizar nuestros logros para evitar la envidia, que solo enfrentándonos a nuestros amigos podremos obtener el éxito, o que debemos renunciar a nuestra vida profesional si no queremos fracasar en nuestra vida personal, inconscientemente vamos a tratar de confirmar esa creencia de todas las formas posibles por la fuerza de la lealtad. Para reafirmar nuestra pertenencia al clan”, nos dice.

Todo este aprendizaje de creencias crea la identidad, que es la parte más profunda de nuestra psique

¿Es importante cortar con los patrones que no queremos que se repitan?

Para la experta es absolutamente vital. “Pero no se trata solo de 'cortar', sino de transformar. Cada patrón que identificamos es una oportunidad preciosa para crecer y evolucionar. Es como cuando decides renovar una casa antigua: primero debes reconocer qué necesita ser cambiado”, nos comenta.

Por ejemplo, y retomando el tema de la identidad, la coach apunta que para transformarla necesitamos adoptar la identidad de la persona que ya lo ha manifestado todo, la persona que vive esa realidad que soñamos para nosotros. No podemos cambiar nuestros resultados y nuestro comportamiento, si nuestra identidad sigue respondiendo a una versión de nosotros mismos que repite patrones de comportamientos nocivos.

Es importante trabajar en sanar estos patrones porque, en realidad, el mejor regalo que le puedes hacer a tus ancestros es transformar esta información de escasez en abundancia, porque para tus ancestros tú eres la semilla de abundancia que plantaron para sanar el linaje. El mejor cierre que le puedes hacer a tu clan es manifestar tu vida deseada, porque tendrá propósito todo lo que sobrevivieron, todo lo que superaron y todo lo que hicieron para que tú tengas hoy la mejor oportunidad de tu vida”, detalla.

¿Cómo debemos lidiar con esta situación, para tratar de que no se enquiste?

Para lidiar con esta situación, la experta recomienda lo que llama 'Las 4C'

  • Consciencia: empiezas primero por identificar los patrones. Para ello es necesario ampliar nuestra capacidad de estar atentos a nuestras emociones y pensamientos.
  • Comprensión: en este paso es crucial practicar la empatía y el poder de ver las situaciones desde diferentes perspectivas, para entender su origen sin juicios.
  • Compasión: aquí se refiere al deseo de conectar con los demás, actuar y ayudar, pero también ser amables con nosotros mismos en el proceso.
  • Cambio: practicar las tres anteriores debe llevarnos al resultado que deseamos, que es crear nuevas respuestas conscientes.

“Podemos transformar nuestra historia familiar en una fuente de sabiduría y crecimiento, eligiendo conscientemente qué patrones queremos mantener y cuáles queremos transformar”, concluye la experta.