Estamos, en opinión de la farmacéutica Meritxell Martí, ante uno de los problemas más importantes y silenciosos que afecta a nuestra salud actualmente: la contaminación con metales pesados, como pueden ser el mercurio, el plomo o el arsénico. Lo cierto es que aunque en principio no hay que alarmarse, sí que hay que tener en cuenta que cuando se produce una exposición a largo plazo y en dosis excesivas sí que pueden ser potencialmente peligrosos para nuestra salud.
¿La exposición a metales equivale a intoxicación?
Hay que tener en cuenta que los casos de intoxicaciones por metales pesados suelen estar casi siempre vinculados con ingestas accidentales y también por la exposición profesional, sobre todo en actividades mineras. Aunque es importante minimizar nuestra exposición, no tenemos por qué alarmarnos. “Detectar metales en muestras biológicas como sangre, orina o leche materna entra dentro de lo normal, pues en la naturaleza estamos en contacto con estos metales”, apunta por su parte Pablo Olmedo, profesor de Toxicología en la Universidad de Granada. Sin embargo, su detección en este tipo de muestras no quiere decir necesariamente que haya una intoxicación. “Todos estamos expuestos a diario a metales pesados a través de los alimentos, el agua o el aire, pero en dosis pequeñas. Los efectos de la exposición a dosis bajas, si los hubiera, serían a largo plazo y suelen ser muy sutiles”, indica el científico.
Metales como el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico son los que suscitan más preocupación entre los expertos en toxicología por una razón fundamental: son los que están más en contacto con la población. Se encuentran en el suelo, el agua y en la atmósfera y a consecuencia de actividades como la agricultura, la industria o las emisiones de los automóviles. Estos metales terminan en los alimentos que comemos, en el agua que bebemos y en el aire que respiramos.
Todos estamos expuestos a diario a metales pesados a través de los alimentos, el agua o el aire, pero en dosis pequeñas
¿Qué es un metal pesado?
Lo primero que tenemos que hacer es aclarar qué es exactamente un metal pesado. Se trata de elementos metálicos que tienen una densidad más elevada y, en consecuencia, pueden ser tóxicos o nocivos para la salud humana en concentraciones altas. Son los que suelen tener una densidad mayor a 5gr/cm3. “En concentraciones elevadas se les considera tóxicos, incluso por bioacumulación. Son duraderos en el medio ambiente durante mucho tiempo”, apunta la gerente de Farmacia Meritxell, en Andorra, que matiza que sí que existen algunos metales que son necesarios en las dosis justas para nuestro organismo, como es el caso del zinc, el cobre o el manganeso.
¿Cuáles son los metales pesados?
- Mercurio. A la población le llega fundamentalmente a través de la ingesta de pescados y mariscos. Para Nicolás Olea, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el mercurio es el metal pesado que más debería preocupar a la población de España y, en general, del sur de Europa, donde se consume mucho pescado. “La exposición al mercurio se debe al consumo de determinadas especies de pescado de mayor tamaño –el emperador (pez espada), el atún rojo, el lucio y el tiburón (también llamado cazón, tintorera, pintarroja, mielga o marrajo)– que son las que tienen cantidades más altas. Por lo tanto, sustituir el consumo de estas especies por otras de pescado azul con un contenido de mercurio mucho menor, como las sardinas o los boquerones, reduciría la exposición a este metal”, recomienda Olmedo. Meritxell Martí apunta que también lo encontramos en la minería, y se encontraba en los famosos termómetros. Puede ser altamente dañino al sistema nervioso y renal.
- Plomo. La principal vía de exposición es la inhalación a través del sistema respiratorio y hoy en día se produce principalmente en el ámbito laboral, debido a que se emplea en procesos industriales como la fundición, la alfarería, la construcción de barcos, algunas pinturas, el reciclaje de baterías o la impresión de libros. Pero también es capaz de alcanzar el organismo a través de la ingesta de frutas y verduras contaminadas con altos niveles de plomo procedentes de los suelos de cultivo.
- Cadmio. Este metal llega a nuestro organismo a partir de las emisiones volcánicas, de la industria y de la agricultura (plaguicidas y fertilizantes) llega al medio ambiente. El consumo de vegetales es una de sus principales vías de entrada en la cadena alimentaria. También algunos cereales –principalmente arroz y trigo– y el marisco.
- Arsénico. Este metal está presente debido a procesos naturales como erupciones volcánicas, incendios o erosión, así como procesos industriales a alta temperatura o como ingrediente en el proceso de fabricación del vidrio, pigmentos, textiles, papel… Desde que el arsénico se ha prohibido en la elaboración de aditivos para piensos, medicamentos veterinarios y productos farmacéuticos, su presencia en el suelo ha disminuido en Europa en los últimos 20 años. Aun así, los pescados y mariscos, el arroz y sus derivados, las algas, la leche (que llega a los animales a través de contaminantes ambientales) y el agua potable son los alimentos que mayor cantidad de arsénico pueden presentar.
Meritxell Martí también nos habla de los metales considerados esenciales en poca cantidad:
- Zinc: muy importante en el sistema inmune, en la formación de proteínas como el colágeno y la elastina, y en el metabolismo del ADN. Una deficiencia puede ocasionar problemas en la cicatrización.
- Cobre: necesario en la formación de los glóbulos rojos y fundamental en el buen funcionamiento del sistema nervioso. Un déficit de cobre puede ocasionar anemia, debilitamiento del sistema óseo y problemas neurológicos.
- Cobalto: es imprescindible en la formación de la vitamina B12, en la formación de los glóbulos rojos, el déficit de B12 y el cobalto está relacionado con la anemia perniciosa.
- Manganeso: es muy importante en el metabolismo de los hidratos de carbono, en la formación de la SOD, una enzima directamente relacionada en el estrés oxidativo, y como captador de radicales libres dependiente de este estrés. Forma parte en la formación ósea.
¿Cómo podemos llegar a esta contaminación de metales pesados?
Como hemos visto previamente en cada caso detallado, hay varias formas que pueden hacer que tengamos esa contaminación por metales pesados que puede llegar a afectar a nuestro organismo. La experta destaca en primer lugar la contaminación industrial, que se produce en entornos como la minería, la fundición o fábricas en las que se usan metales. También se puede producir contaminación a través de la alimentación, pues algunos productos, como determinados pescados pueden contener mercurio, por bioacumulación en los ecosistemas. Además, el agua y el aire pueden estar contaminados de metales pesados, generalmente por residuos.
La exposición excesiva a los metales pesados generalmente afecta al sistema inmunológico, al renal, hepático y respiratorio
¿Cómo afectan a nuestra salud?
De lo que no hay duda es de que la exposición excesiva a los metales pesados afecta a nuestra salud. Lo cierto es que depende del tipo de metal en concreto, pero generalmente afectan al sistema inmunológico, al renal, hepático y respiratorio. También a nivel de desarrollo infantil, y pueden hacer que aumente el riesgo de padecer cáncer.
“Afectan de modo distinto a corto o a largo plazo dependiendo del metal, y también de la cantidad de metales acumulados y del tiempo de exposición de estos metales”, nos cuenta Meritxell Martí, que aclara que en general afectan neurológicamente, como por ejemplo en el desarrollo de enfermedades de Parkinson o Alzheimer. A nivel renal, una exposición continuada puede llegar a causar insuficiencia. Y no se puede perder de vista el mencionado trastorno y retraso en el desarrollo físico y cognitivo de los niños.
La experta pone algunos ejemplos de su efecto a corto plazo, agudo, o a largo plazo.
- Plomo: puede ocasionar dolor abdominal, vómitos, fatiga, dolor de cabeza y, en los casos más graves, hasta convulsiones y coma. A largo plazo: puede ocasionar daño cerebral sobre todo en niños retrasando el aprendizaje. Puede aumentar la presión arterial y riesgo de enfermedades cardíacas.
- Mercurio: Náuseas, diarrea, daño renal agudo, pérdida de coordinación, visión borrosa y problemas respiratorios. A largo plazo, afecta al sistema cerebral, como la visión, habla y coordinación motora, además de daño renal.
- Cadmio: afecta a nivel respiratorio, irritación, dolor de garganta y hasta edema pulmonar. A largo plazo daño renal, disminución de la densidad ósea, fracturas y osteoporosis, así como cáncer de pulmón.
- Arsénico: Náuseas, vómitos, diarreas importantes, hasta deshidratación que puede llegar a la muerte. A largo plazo se ha relacionado con el cáncer de piel, pulmón y vejiga. Puede causar hiperpigmentación, endurecimiento de la piel y otras lesiones cutáneas.
La exposición al mercurio se debe al consumo de determinadas especies de pescado de mayor tamaño
Métodos para eliminar los metales pesados en el organismo
Lo ideal, claro está, es evitar la exposición a los metales pesados, como el agua contaminada o la polución ambiental del aire. Pero tal y como nos explica la experta, podemos hablar de 4 métodos básicos de eliminar los metales en el organismo cuando se detecta una acumulación excesiva:
- El más conocido es la quelación, usando agentes quelantes en infusión (el más conocido el EDTA), que se unen al metal y se eliminan por la orina y heces. Estos agentes químicos como el EDTA o el DMSA tienen la capacidad de unirse por quelación a metales como el plomo, mercurio, cadmio y arsénico que se encuentran en el organismo y en la sangre. Cuando se forma este complejo, a través del sistema renal y/o hepático se eliminan. Es importante saber que en la quelación se pueden perder otro tipo de metales que con esenciales como puede ser el calcio o el zinc y el magnesio, por lo que se debe controlar estos niveles y posteriormente suplementar para evitar carencias.
- Añadir suplementos como el glutatión tanto inyectado como oral, el selenio y la vitamina C, que son muy potentes antioxidantes y van a ayudar a reducir el contenido de metales pesados.
- Añadir fibra a la dieta, pues de esta forma reducimos la absorción de estos metales, entre ellos podemos encontrar alimentos como el cilantro, la cebolla y el ajo. Los podríamos considerar quelantes naturales.
- Baños de Bentonita. Está considerada una de las formas naturales de eliminar los metales pesados, ya que la arcilla tiene la capacidad de absorber las toxinas y dichos metales, aunque hay poca evidencia científica de su eficacia.
Y en la dieta, ¿qué alimentos deberíamos evitar?
- Pescados de gran tamaño como el atún, pez espada, tiburón… con gran acúmulo de mercurio por bioacumulación. Es preferible optar por pescados de menor tamaño.
- Arroz, pues tiende absorber el arsénico del suelo, uno de los problemas que aparece frecuentemente en el arroz procedente de algunos países asiáticos. Puede ser un problema en poblaciones en las que la dieta está basada en el arroz, se podría alternar con la quinoa, la cebada o la avena. También es importante lavar bien el arroz y, por supuesto, cocerlo muy bien escurriéndolo y filtrándolo.
- Vegetales que crecen en suelos contaminados como las zanahorias, remolachas y las patatas pueden acumular plomo y cadmio, para ello es importante asegurarse la procedencia de los vegetales, lavar y pelar las verduras.
- Casquería como el hígado y los riñones, son responsables en la filtración de las toxinas por lo que acumularan más metales en ellos, es preferible limitar su consumo.
- Alimentos industriales o procesados pueden contener trazas de metales o incluso aditivos. También los envases pueden liberar metales como el plomo.
Algunos tips útiles sobre los metales pesados
- Filtrar el agua, es importante que el agua sea potable y evitar las fuentes naturales sin controlar, ya que pueden contener plomo y arsénico.
- Lavar bien los alimentos, por ejemplo si se cuece bien el arroz y se elimina y escurre el agua se puede llegar a reducir hasta un 60% del arsénico que pueda contener.
- Si recurres al uso de suplementos y remedios herbales, algunos han sido encontrados con trazas de metales pesados, por lo que es importante comprarlos de fuentes confiables que realicen pruebas de calidad.
“En conclusión, para reducir la exposición a metales pesados a través de la dieta, se deben limitar ciertos alimentos como pescados grandes, arroz, vegetales de raíz de suelos contaminados y vísceras de animales. También es útil variar la dieta, filtrar el agua potable, y optar por productos frescos y mínimamente procesados. Estos cambios pueden ayudar a minimizar la acumulación de metales pesados en el organismo y proteger la salud a largo plazo”, concluye Meritxell Martí.