Hay situaciones especialmente complejas para la vida de las personas, momentos que acaban afectando a su salud mental: una etapa de especial tensión en el trabajo, una pérdida familiar, problemas con tu pareja o tu familia, la economía familiar no va todo lo bien que debería… El estrés hace acto de aparición y se convierte en un mal compañero de viaje, que puede derivar incluso en problemas serios, caso de la ansiedad o la depresión. Nuestra salud mental, como decíamos, se resiente, pero también nuestra salud física, y puede aparecer, por ejemplo, el temido dolor de espalda. Tal vez has visto cómo cuando el ciclo del estrés te rodea tu espalda se resiente. Aparecen contracturas, lumbalgias, dolores musculares intensos... Y lo que es peor, algunos de ellos se cronifican.
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La relación entre dolor de espalda y la depresión
Cuando se llega al punto más complicado, y aparece un cuadro depresivo, la salud de nuestra espalda puede resentirse. “Existe una fuerte relación entre la depresión y el dolor crónico de espalda. Las personas con depresión son más propensas a experimentar dolor de espalda, y este suele ser más intenso y duradero”, explica Carlos Villarón, profesor de Fisioterapia de la Universidad Europea. “La depresión puede afectar la forma en que el cerebro procesa las señales de dolor, haciéndolo más sensible y aumentando la percepción de este”, añade. Hay que tener en cuenta, además, que algunos de los síntomas de la depresión, como son la falta de energía, la desgana y la dificultad para concentrarse, pueden dificultar el manejo del dolor de espalda y la recuperación.
Cuando el cuerpo está sometido a estrés constante, libera hormonas como el cortisol, que pueden aumentar la inflamación y el dolor muscular
Así afectan a tu espalda la ansiedad y el estrés crónico
Asimismo, otras enfermedades como la ansiedad y el estrés crónico también están relacionadas con un mayor riesgo con las dolencias de espalda. El experto de la Universidad Europea nos explica que las personas con ansiedad tienden a tener una respuesta más exagerada al dolor y a preocuparse más por sus síntomas. “Esto puede generar un ciclo de dolor, ansiedad y miedo que dificulta la recuperación. Además, los comportamientos ansiosos, como la inquietud y la tensión muscular, pueden empeorar el dolor de espalda”, añade. ¿Y en el caso del estrés crónico? “Cuando el cuerpo está sometido a estrés constante, libera hormonas como el cortisol, que pueden aumentar la inflamación y el dolor muscular”, afirma. A ello se suma también que el estrés puede afectar el sueño, la alimentación y la actividad física, “lo que a su vez puede empeorar los síntomas del dolor de espalda”, señala el docente.
Un problema bidireccional
Hay que tener muy presente, además, que estamos ante dos problemas de salud que pueden retroalimentarse. Lo explica Carlos Villarón, que apunta que la frustración, la impotencia y la ira por el dolor persistente que provoca el dolor crónico de espalda, “puede tener un impacto negativo en la salud mental de una persona y conducir a síntomas de depresión y ansiedad”, en muchos casos potenciados por “el aislamiento social y la dificultad para realizar actividades que antes disfrutaban”. Al final, ese dolor de espalda acaba influyendo en tu salud mental.
Abordar el dolor crónico
Teniendo todo esto en cuenta, llega el momento de tratar el dolor crónico de espalda y, en consecuencia, sus efectos sobre la salud mental. Para ello, el profesor de Fisioterapia de la Universidad Europea asegura que existen diversas terapias, aunque “su efectividad depende directamente de cada sujeto, a cada persona le irá mejor una u otra terapia, aunque si queremos tener una mayor efectividad, deberíamos incluir una combinación de varias”, entre las que destaca:
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Esta opción ayuda a identificar y modificar los pensamientos y comportamientos negativos que pueden estar empeorando el dolor y la angustia emocional.
- Terapia de relajación: Técnicas como la respiración profunda, la meditación y el yoga pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, lo que a su vez puede mejorar el manejo del dolor.
- Terapia física: Un fisioterapeuta puede diseñar un programa de ejercicios para fortalecer los músculos de la espalda, mejorar la flexibilidad y la postura, y reducir el dolor.
- Medicamentos: En algunos casos, se pueden recetar medicamentos antidepresivos o ansiolíticos para ayudar a controlar los síntomas de depresión o ansiedad.
Cómo ayuda la fisioterapia en casos de dolor crónico
La fisioterapia puede ser muy útil para abordar problemas de dolor crónico que repercuten en nuestra salud mental. El profesional tiene que considerar “los aspectos psicosociales de la persona, es decir, se debe explorar el estado de ánimo, los niveles de estrés, la calidad del sueño y los antecedentes de salud mental del paciente; también tiene que identificar las barreras que puedan dificultar la adherencia al tratamiento, como la falta de motivación, la depresión o la ansiedad; y por último, debe establecer objetivos realistas y alcanzables, considerando las limitaciones físicas y emocionales del paciente”.
¿Un problema que se puede prevenir?
Por último, Carlos Villarón también ha hecho hincapié en la importancia de tratar de prevenir para poder mejorar la calidad de vida de estas personas. Por ello, recomienda algunas estrategias efectivas como “intervenciones tempranas para detectar y tratar la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental de manera oportuna puede reducir el riesgo de desarrollar dolor crónico de espalda; la terapia psicológica ya que pueden ayudar a las personas a desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables para el estrés y las emociones negativas; y la gestión del estrés a través de técnicas como la respiración profunda, la meditación y el yoga pueden ayudar a reducir el estrés crónico, un factor importante que contribuye al dolor de espalda”.