mujer agobiada en su despacho© Getty Images

Síndrome de no tengo tiempo: ¿tú también sientes que no llegas a todo?

Muchas personas perciben que les faltan horas para poder cumplir con todas las tareas y actividades que tienen y que consideran necesarias


28 de octubre de 2024 - 8:16 CET

En estos tiempos que corren, no paramos de hablar de nuevos síndromes que nos afectan en mayor o menor medida. Uno de ellos es el que ya se ha bautizado como el síndrome de no tengo tiempo. Son muchas las personas que viven demasiado deprisa, como en medio de un tsunami que les arrastra, que no les deja pensar, que les hace no llegar a todo. “Es una de las respuestas de las personas a la vida moderna, en la que nuestra relación con la tecnología nos ha impuesto nuevas trabas para gestionar el tiempo, hábitos de multitareas y la expectativa de que siempre debemos estar hiperconectados y disponibles”, nos explica Maïté Isaa, coach de Manifestación y desarrollo personal. 

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El resultado de todo esto, en opinión de la experta, es que percibimos que nos faltan horas para poder cumplir con todas las tareas y actividades que tenemos y que consideramos necesarias. Esto incluye trabajo, familia, amigos pero involucra altos estándares en todas las áreas.

Consecuencias para la salud de la falta de tiempo

“Se espera de nosotros que tengamos una gestión del tiempo y productividad que no siempre acompaña a una buena salud mental. Esta presión por llegar a todo también nos ha llevado a dejarnos a un lado a nosotros mismos y a nuestras necesidades de autocuidado”, considera la experta.

Y cita que la consecuencia de esta forma de vida, siempre corriendo y al límite de nuestras posibilidades de tiempo, “como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, es una sensación continua de estrés, ansiedad y baja autoestima”.

Así reacciona nuestro cerebro cuando no hay tiempo

Pero la coach comenta que cuando llegamos a esta situación, también hay respuestas de nuestro cerebro, ante las dificultades de establecer prioridades, como lo es la procrastinación, que es postergar de forma inconsciente una acción o tarea que tenemos pendiente.

Procrastinar es normal, es humano. Incluso con actividades u objetivos que deseas mucho, y en los que tienes gran interés, puedes encontrarte con el tiempo contado y haciendo todo menos lo que tienes que estar haciendo”, nos dice.

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¿Qué se esconde tras la procrastinación?

La clave es buscar las causas. En opinión de Maïté Issa, el asunto es que la procrastinación es un síntoma de otras cosas, hay que observar qué emoción está detrás de la procrastinación. “Muchas veces esa emoción es duda, confusión o miedos que hay que identificar bien para que no se convierta en un obstáculo infranqueable”, apunta, añadiendo que la procrastinación tiene un coste enorme, tanto en nuestras metas como a nivel emocional, ya que nos sentimos peor, más estresados porque todavía no hemos tomado esa acción que queríamos, y nos baja la autoestima porque percibimos que no somos capaces.

“Matt Haig, el autor del libro The Humans, acierta en su historia cuando concluye que ser un humano es hacer el 95 % del tiempo cosas que no quieres, y el otro 5 % culparte porque estás haciendo algo que quieres”, nos comenta.

Además, hace mención a la estrecha relación entre gestión de dinero y gestión del tiempo. “Las personas que gastan más de lo que ganan, al final del mes se quedan sin un duro, lo mismo que se quedan sin tiempo al final del día; y suman deudas que crecen, por una parte, y tareas que se acumulan por la otra. Si no hay visión de ahorro de tiempo, o de dinero, al final de cada fase siempre tiendes a colmar tu capacidad, a llevarla hasta el límite”, nos explica.

Se espera de nosotros que tengamos una gestión del tiempo y productividad que no siempre acompaña a una buena salud mental.

Razones por las que no tenemos tiempo

Lo que es evidente es que vivimos con la sensación de que no llegamos a todo, de que nos faltan horas en el día. Y si tuviera más de 24, las llenaríamos también. “En realidad todo es la percepción del tiempo que tenemos, porque todos tenemos las mismas 168 horas a la semana. Esta percepción está ligada con emociones: cuando te diviertes o haces algo que te gusta, sientes que el tiempo pasa rápidamente; y, cuando estás incómodo o indispuesto, parece que todo sucede más lento”, apunta.

Y vuelve a hacer la interrelación con el aspecto económico. “Lo mismo sucede con la relación con el dinero, porque cuando se trata de compras con satisfacción inmediata, como un teléfono móvil de última generación (que permite conexión con otros de forma instantánea, reconocimiento social entre otras cosas), tenemos la idea de que es imprescindible; sin embargo, cuando se trata de gastos de mantenimiento de vivienda o un seguro médico, que no ves el fruto de la transacción de inmediato, pagarlo se nos hace cuesta arriba”, indica. 

“Partimos de la base de que tenemos sueños, metas que deseamos, pero no queremos invertir el tiempo en llegar a ellas y comenzamos a establecer una relación tóxica con nuestra agenda. En las mismas 168 horas a la semana, una persona trabaja, cuida de sus hijos, estudia un máster y asiste a su clase de yoga. Y todo esto significa un cambio positivo en su vida. Mientras que otra persona se llena de compromisos irrelevantes, horas de ocio en el móvil, trabajo acumulado y, la peor parte, sentimiento de culpa por no gestionar mejor su tiempo”, añade.

En su opinión, la razón de que siempre sintamos que no tenemos tiempo está en el vacío que separa lo que decimos que queremos lograr –vivir en una casa mejor, pasar más tiempo con tu familia, cuidar mejor de tu salud– y lo que hacemos durante el día para lograrlo. 

Las redes sociales, ¿ladronas de tiempo?

Para entender esto mejor, la experta nos hace reflexionar: decimos siempre que no tenemos tiempo para buscar un trabajo mejor remunerado o para salir a hacer una caminata diaria, pero invertimos nuestro día en actividades de gratificación inmediata como ver redes sociales en el móvil.

“Una cifra interesante es que una persona promedio pasa 30 minutos (o bastante más) al día viendo su móvil, lo que equivale a 22 días al año, es decir, casi un mes de días laborables en los que habrías podido aprender un nuevo idioma, hacer un proyecto de libro o sencillamente tomar más días de vacaciones”, indica. ¿Por qué lo hacemos entonces? “Si has preferido ver el móvil o dejar para después lo que tenías pendiente hacer por ver tu serie favorita, es porque estas actividades te proporcionan endorfinas y dopaminas (hormonas de satisfacción) a corto plazo; es satisfacción inmediata que tu cerebro va a elegir de forma mecánica e irracional. Pero luego viene seguida de la culpa, la ansiedad y el estrés, alimentando la relación tóxica con el tiempo”, apunta.

 Tenemos sueños, metas que deseamos, pero no queremos invertir el tiempo en llegar a ellas y comenzamos a establecer una relación tóxica con nuestra agenda

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¿Gestionamos mal nuestro tiempo?

Es el momento de plantearnos una pregunta clave: ¿gestionamos mal nuestro tiempo? “Todo es relativo a lo que quieres lograr, si estás alcanzando tus metas puedes permitirte más tiempo libre, más días de vacaciones o un nuevo proyecto. Si tu conclusión es que, en las mismas 168 horas semanales que tenemos todos tú no estás acercándote a la vida que deseas vivir, y sientes frustración o culpa, entonces no solo hay una mala gestión, sino que conviene revisar qué tipo de relación mantienes con el tiempo”, nos comenta. 

Así, indica que podrías tener la creencia de que no vales suficiente, y por eso cedes todo tu tiempo en cuidar de otros; te han enseñado que ponerte en última prioridad es sinónimo de ser generosa y buena. Por eso, cada vez que tienes la oportunidad de dedicar tiempo a tu autocuidado o a tus proyectos, los postergas continuamente porque tus hijos necesitan de ti, o tus amigos, tu jefe y hasta personas que no tienen tanto vínculo contigo.

Pero también podría ser una relación de escasez con el tiempo, es decir, repites patrones que has visto en personas que te parecían relevantes y exitosas y que llenaban de actividades el día. Estos son los casos en los que identificas estar ocupada con valores positivos, aun cuando el precio que pagas sea tu salud y tu bienestar.

“Así, hay muchos tipos de relación tóxica que puedes haber construido alrededor de la gestión del tiempo y de la que no has sido (ni eres) consciente”, apunta.

Pero, al mismo tiempo, incide en que hay que ver el contexto, porque vivimos en una sociedad en la que ser 'multitarea' está premiado socialmente. “Y, además, está diseñada para robar tu tiempo y tu atención, una competencia constante para que te mantengas surfeando en la misma página web, o que no salgas de una aplicación de compras on-line, y tu corteza prefrontal responde a esta recompensa inmediata y te saca de las actividades que sí te llevaban a un objetivo, aunque este fuera comer tranquila y practicar alimentación consciente, por poner un ejemplo”, añade.

Vivimos en una sociedad en la que ser 'multitarea' está premiado socialmente

¿Cuáles son las consecuencias de una mala gestión del tiempo?

  • Podemos empezar por las más evidentes, que es vivir en un cuadro de estrés y ansiedad.
  • Como esta situación hace que nuestras respuestas sean menos creativas o resolutivas, también hay que sumar que nuestro desempeño tendrá baja productividad en cualquier área. Es decir, que ni en tu vida de pareja, ni en tu cuidado personal, ni en tu trabajo ni con tus amigos estás satisfecha. Puede que los resultados no reflejen tu verdadero interés o capacidad.
  • Cuando tienes una mala gestión del tiempo, y tienes problemas para establecer prioridades y límites, encontrarás que en tu entorno otras personas abusarán de tu tiempo también porque te cuesta proteger ese recurso que todos quieren. El resultado es frustración, porque todos tus esfuerzos parecen resultar en nada, y con seguridad también malgasto de recursos, dado que el tiempo y el dinero tienen un nexo poderoso.
  • Pero una de las consecuencias más importantes de la mala gestión del tiempo es esa sensación de cansancio y baja energía que te acompaña en todo momento, incluso después de haber dormido toda la noche o en medio de una semana de vacaciones.
  • Sientes que tu energía es hiperlimitada y que, a duras penas, puedes con las tareas obligatorias en el día, por lo que mucho menos podrías dedicar un poco de tiempo a algo que te haga feliz o que te satisfaga. Así creas un círculo vicioso, porque si no tienes actividades que te llenen el tanque de energía, continúas con el cansancio crónico.
  • Esto tiene una explicación que podemos llamar la “energía del empujón” en la que te has estado manteniendo sin darte cuenta. Como sabemos ya, la energía no se desvanece, tan solo se transforma, entonces es una energía que atrae lo que deseas o es una energía que repele tus metas.
    Ese cansancio o baja energía que sientes es el producto de desgastarte en un sobre esfuerzo por llegar a todo pero sin éxito. Te mantienes en un estado de lucha o huida, segregas adrenalina y cortisol que son las hormonas que corresponden a estados de alerta para sobrevivir.
  • Un indicativo típico de esta situación es la impaciencia: emprendes una acción para lograr lo que quieres, como bajar 5 kilos antes del verano. En energía del empujón comienzas a forzarlo y usas un régimen que has encontrado en Internet, pero como no veías resultados, cambiaste a mitad de semana a un plan de solo líquidos, o ayuno intermitente. Y así vas cambiando de solución sin dar oportunidad realmente a ninguna, porque tu energía de empujar descontroladamente te hace inconstante, es energía que repele cualquier avance posible y, en consecuencia, abandonas tu proyecto.

“Cuando estoy en ese 'modo del empujón' siempre me parece que no estoy haciendo lo suficiente, que los otros avanzan más rápido que yo. Cuando estoy en ese 'modo de empujón', me estoy comparando muchísimo porque no entiendo que cada uno tiene su proceso. No entiendo que la mujer que veo en Instagram, que parece que tiene la vida toda solucionada, tal vez lleva 10 años intentándolo antes de conseguirlo y todavía no sé los demonios internos con los que debate a diario. No entiendo que mi proceso debe tener un recorrido y un desenlace perfecto para que yo sepa aprovecharlo, disfrutarlo, valorarlo y saborearlo una vez que llegue. Muchas veces, por tratar de acelerar todo y todo hacerlo rápido, o tratar de hacer todo al mismo tiempo, llegamos a la meta sin estar preparados para aceptarla o disfrutarla, que es igual a nunca haberla alcanzado”, argumenta.

Una de las consecuencias más importantes de la mala gestión del tiempo es esa sensación de cansancio y baja energía que te acompaña en todo momento

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¿Cómo podemos evitar esa sensación de no tener tiempo para nada?

Tal y como nos explica la coach, el peor enemigo de la mala gestión del tiempo es el círculo vicioso de la procrastinación y la culpa. Cuando pospones todas tus acciones, quedas atrapada en el estado de supervivencia con la energía del empujón que mencionábamos antes, y eso te mantiene en la relación de carencia con el tiempo.

  • Un primer consejo es observar tus emociones cuando haces la lista de tus tareas, si estás dejando tus necesidades para el final, sin equilibrar, o qué emoción está detrás de la procrastinación; porque, muy a menudo, las personas simplemente esperan que llegue la motivación y sentirse bien para actuar, pero no afrontan el problema del revés ni observan cuál es la fuente de su desmotivación. En numerosas ocasiones, esa fuente va a ser una emoción de miedo, duda o confusión. 
  • La experta recomienda mucho hablar en voz alta para identificar mejor cuál es la emoción que te está estancando y qué es lo que la causa. Hablar en voz alta es una excelente herramienta de terapia. Si la emoción que pronuncias es miedo, pregúntate de inmediato a qué le tienes miedo. Te sorprenderán tus propias respuestas en esas circunstancias.
    Hablar en voz alta es un mecanismo para hacer consciente lo que llevas en el inconsciente; y, una vez que identificas la fuente de tu sabotaje, es mucho más fácil que no te afecte en tu gestión del tiempo, o en tu percepción de cómo lo gestionas.
  • Otro truco o consejo es entender que la motivación no es necesaria para tomar acción, teniendo siempre presente que las tareas de gratificación inmediata siempre te van a tentar. Entre otros especialistas, Jeff Haden asegura en su libro, 'El mito de la motivación', que tenemos la idea preconcebida de que necesitamos estar motivados para poder tomar acción, cuando no es necesariamente así.
    Si prestas atención consciente, en un día puedes hacer miles de tareas sin motivación. Has ido a trabajar alguna vez sin sentirte motivada y, asimismo, respondiste una llamada de un cliente que tampoco te apetecía o, incluso, cosas tan sencillas como comer a la hora prevista sin sentir verdadero apetito. Lo has hecho igualmente sin siquiera preguntártelo, como quien no tiene otra opción, y ni siquiera te enteras ni las padeces porque ya has arrancado.
    "Según esta teoría, la motivación se crea con la acción y no al revés. A mí me ha cambiado la vida seguir este consejo, porque entendí que mis metas eran demasiado importantes para dejarlas a merced de un recurso limitado, como lo es la motivación que tengo un día u otro. La acción es la que crea la motivación", indica.
  • Otro sencillo consejo consiste en jugar con tu propio cerebro y hacer que tus tareas o actividades verdaderamente relevantes te resulten divertidas. Búscale el gusto a ese 95 % de cosas que haces por deber, o incluso para alcanzar tu meta pero aún sin motivación, e incluye hábitos de placer asociados para que tu cerebro no desplace esos deberes a lo más bajo de la lista de prioridades, después de ver el móvil o revisar cuál es la nueva serie a la que te quieres enganchar.
    Ya sabes que tu cerebro optará por las gratificaciones inmediatas, ya conoces las redes sociales o compras on-line, pero también puedes incluir muchas de ellas en tus tareas importantes sin que te roben tiempo valioso: tu música favorita mientras haces las hojas de cálculo, un café más especial cada vez que terminas la rutina del gimnasio o escribir correos desde la playa descalza o en un parque bajo el sol.
    Siempre que asocies una actividad con una gratificación, tu cerebro permitirá que conectes mejor y puedas ser más productiva, en vez de tentarte constantemente.
    Adicionalmente, esa dosis de endorfinas que estás agregando te sacará del estado de ansiedad por el síndrome de “no tengo tiempo”, dejarás de actuar por efecto de la “energía del empujón”; y, si agregas el consejo de comenzar una acción para obtener la motivación, y no al revés, pronto llenarás tu agenda de las cosas que realmente merecen tu atención y harán una diferencia positiva en tu vida.
    Se acabará tu sensación de no tener tiempo, porque estarás invirtiendo el tiempo en ti, en lo que de verdad te importa y además te dará placer.
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La observación consciente te permitirá identificar cuáles son los distractores que te rodean y que no forman parte de tus prioridades

¿Es importante priorizar?

“Negar las emociones auténticas que experimentamos a diario es algo que yo no recomiendo porque nos induce a frustración, culpa y baja autoestima. Al contrario, observar de forma consciente nuestras emociones resultará mucho más útil; y esta pregunta es muy importante porque en el mismo enunciado se entiende el problema por resolver: sientes necesidad de llegar a todo porque no estás estableciendo bien tus prioridades”, nos detalla.

Con el mismo tiempo que tienes, debes decidir cuáles son realmente esas tareas diarias que impactan mejor en tu calidad de vida y en tu progreso hacia lo que quieras, que puede ser tener más comodidad económica, sentirte más a gusto con tu imagen en el espejo, tener una vida con más paz interior e, incluso, todas las anteriores.

No se trata de decidir una sola meta que quieras lograr entre varias, pues hay muchos objetivos que puedes conseguir con acciones perseverantes. Se trata de dar prioridad a las tareas que sí te acercan a la vida que quieres vivir. Que puedas observar conscientemente cuándo una actividad o la procrastinación están actuando como ladrones de tiempo, y encontrar cuáles son las emociones que te causan bloqueos, como dudas o miedos.

La observación consciente también te permitirá identificar cuáles son los distractores que te rodean y que no forman parte de tus prioridades –como el uso excesivo del móvil o compromisos sociales que no te aportan nada–, y para los que no necesitas invertir tiempo que te viene mejor en otra cosa, como hacer un curso que te interesa o tan solo descansar con la conciencia en paz, sabiendo que esto es algo que también es importante para ti.

“Cuando digo esto, si sientes cualquier sensación de culpabilidad, de sentir que entonces no llegas a lo suficiente, o que tú deberías ser como las personas que ves en las redes sociales y que parecen perfectas en todo lo que se proponen, tienes que saber que ese es un mensaje de tu ego. Debes tener especial cuidado con los mensajes que te dices a ti misma con frecuencia, de los que muchas veces no eres consciente, como ‘no tengo tiempo’, ‘estoy retrasada’, ‘no llego’, o ‘no me da la vida’. Las palabras que te dices indican dónde está tu atención, dónde está tu energía”, concluye.