En los últimos años, el término sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés) se ha vuelto popular y, hasta podríamos decir, que 'de moda' Muchas personas, tras buscar información en internet o basarse en experiencias ajenas, han llegado a la conclusión de que este síndrome es la causa de sus molestias gastrointestinales. Sin embargo, esta creciente popularidad ha alimentado mitos y malentendidos, lo que puede derivar en autodiagnósticos erróneos, tratamientos inadecuados y dietas que no nos hacen ningún bien.
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El Dr. Juan Antonio Arévalo, jefe del Servicio de Aparato Digestivo de Quirónsalud Bizkaia, aclara que, aunque el SIBO es una condición real y puede causar síntomas molestos, "no todas las molestias digestivas están relacionadas con este síndrome". De hecho, "hay una serie de patologías que comparten síntomas similares y que deben ser evaluadas por un especialista para evitar confusiones".
¿Qué es realmente el SIBO?
El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) es un síndrome en el que se produce un aumento en la cantidad de bacterias presentes en esta parte del tracto digestivo. Este aumento puede ser tanto cuantitativo como cualitativo, es decir, puede haber una mayor cantidad de bacterias o un cambio en su composición.
La gastritis crónica, el uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones (como el omeprazol) la diabetes o alteraciones de la estructura del intestino delgado pueden provocar SIBO
"El SIBO se desencadena por una serie de condiciones fisiopatológicas", continúa este experto. Por ejemplo, puede ocurrir cuando disminuye la barrera ácida del estómago, ya que el ácido gástrico nos protege contra el crecimiento excesivo de bacterias. Esto puede suceder en casos de gastrectomía, gastritis crónica o con el uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones. Además, el SIBO también puede desarrollarse cuando se reduce la motilidad intestinal, como ocurre en la diabetes mellitus, o cuando hay alteraciones en la estructura del intestino delgado, como divertículos, fístulas o estrecheces, como en la enfermedad de Crohn. Asimismo, puede presentarse en personas con inmunodeficiencias o en enfermedades como la celiaquía, enfermedades inflamatorias intestinales y patologías pancreáticas.
"Es fundamental destacar que los síntomas principales del SIBO, dolor abdominal, hinchazón, estreñimiento y diarrea, requieren un diagnóstico diferencial por parte de un profesional médico", recuerda el especialista. El autodiagnóstico no es adecuado, ya que puede dificultar o retrasar el diagnóstico de otras patologías importantes.
Por tanto, el primer paso que realiza un profesional es establecer una sospecha diagnóstica. Para confirmar el diagnóstico de SIBO, el procedimiento más común es realizar un test de hidrógeno espirado. A los pacientes se les administra un hidrato de carbono, como lactulosa o glucosa, y, a través de una serie de exhalaciones, se mide el nivel de hidrógeno en el aliento para determinar si hay sobrecrecimiento bacteriano.
El tratamiento del SIBO se enfoca en tres aspectos clave:
- Corregir los factores fisiopatológicos de este trastorno. Si, por ejemplo, el paciente tiene diabetes o una enfermedad de Crohn, estas condiciones deben ser tratadas.
- Corregir las deficiencias nutricionales que puede provocar el SIBO, como la falta de vitaminas B12, B1 y B6.
- Modificar la microbiota intestinal para reducir el exceso de bacterias. Esto se puede lograr mediante cambios en la dieta, el uso de probióticos o, más comúnmente, con antibióticos, siendo la rifaximina el más utilizado.
El peligro del autodiagnóstico
Uno de los principales problemas que surge con la popularización del SIBO es el aumento del autodiagnóstico. Muchas personas buscan una respuesta rápida a sus problemas digestivos y, sin una evaluación médica adecuada, asumen que el SIBO es la causa.
El autodiagnóstico del SIBO puede dificultar o retrasar el diagnóstico de otras patologías importantes
Pero no siempre es SIBO, como decíamos, ya que se puede confundir con otras enfermedades. Por ejemplo:
- Síndrome del intestino irritable (SII): esta es una de las principales afecciones con las que se confunde el SIBO, ya que ambos comparten síntomas como hinchazón, dolor abdominal, diarrea, y estreñimiento. De hecho, algunos estudios sugieren que el SIBO puede estar presente en algunos pacientes con SII, pero no todos los casos de SII son causados por SIBO.
- Intolerancia a la lactosa: los pacientes con intolerancia a la lactosa experimentan síntomas gastrointestinales como hinchazón, gases, diarrea, y malestar abdominal tras consumir productos lácteos. Estos síntomas pueden ser similares a los del SIBO.
- Intolerancia al gluten o enfermedad celíaca: la enfermedad celíaca, una respuesta inmune al gluten, puede provocar síntomas como diarrea, hinchazón, y dolor abdominal. El SIBO puede coexistir con la celiaquía, lo que complica el diagnóstico.
- Dispepsia funcional: se caracteriza por malestar o dolor en la parte superior del abdomen, hinchazón, y sensación de plenitud. Aunque los síntomas son similares a los del SIBO, las causas son distintas.
- Enfermedad inflamatoria intestinal (EII): la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son tipos de EII que pueden causar dolor abdominal, diarrea, y distensión, síntomas que también se observan en el SIBO.
- Gastroparesia: Esta condición se caracteriza por un vaciamiento lento del estómago, lo que puede causar náuseas, hinchazón, y malestar digestivo, síntomas que pueden confundirse con el SIBO.
- Enfermedades pancreáticas: los problemas en el páncreas, como la insuficiencia pancreática exocrina, pueden dificultar la digestión adecuada y causar síntomas como hinchazón y diarrea, que se asemejan a los del SIBO.
- Infecciones parasitarias: algunas infecciones gastrointestinales causadas por parásitos, como la giardiasis, pueden provocar síntomas similares a los del SIBO, como diarrea crónica, hinchazón y malestar abdominal.
- Reflujo gastroesofágico (ERGE): aunque el ERGE se asocia principalmente con ardor de estómago y reflujo, también puede causar hinchazón y malestar abdominal, lo que a veces confunde con el SIBO.
Dado que muchas de estas enfermedades comparten síntomas similares, es fundamental realizar un diagnóstico adecuado con la ayuda de un médico especializado para distinguir entre ellas y evitar un tratamiento incorrecto.