Este mes de octubre el mundo se tiñe de rosa para conmemorar el Día Mundial Contra el Cáncer de mama, que se celebra el próximo 19 de octubre. Son muchas las iniciativas que se ponen en marcha para tratar de concienciar sobre una enfermedad que afecta a millones de mujeres en todo el planeta. Solo en España, cada año más de 36.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama. Y hoy queremos poner el foco en el ejercicio. Los expertos lo tienen claro: llevar un estilo de vida activo y realizar ejercicio de manera regular reduce el riesgo de sufrir hasta siete tipos de cáncer, entre ellos el cáncer de mama. Pero es que, además, tal y como nos explica Víctor Díaz, (@prohealth.vd), especialista en ciencias de la actividad física y el deporte, en personas diagnosticadas con cáncer de mama, el ejercicio es una parte importante del tratamiento, ya que nos permite reducir el riesgo de que el cáncer vuelva a aparecer (las temidas recidivas) y también puede disminuir los efectos secundarios del tratamiento, entre los que podemos destacar la fatiga, el dolor, la depresión y el linfedema.
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Pero, ¿cuándo se debe retomar el ejercicio tras haber sido diagnosticada de un cáncer de mama? ¿De qué forma nos ayuda el deporte? ¿Y cuáles son los ejercicios más recomendados? Hemos hablado con el experto para que nos ayude a dar respuesta a estas dudas tan comunes que se pueden plantear muchas mujeres que padecen un cáncer de mama en la actualidad.
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Ayuda contra el dolor
En opinión de Víctor Díaz, el dolor es uno de los síntomas más comunes en las personas que padecen un cáncer. “El ejercicio influye en el dolor al reducir la actividad de los nociceptores, aumentar la circulación de sustancias analgésicas endógenas, potenciar la función de las células inmunitarias y mejorar el componente emocional. Las personas que realizan ejercicio durante el tratamiento reducen la intensidad del dolor y tienen menos probabilidades de desarrollar dolor que las personas menos activas”, nos cuenta.
Por otro lado, también nos cuenta que las alteraciones en el metabolismo son una característica común en pacientes con cáncer. El ejercicio produce beneficios metabólicos al mejorar la sensibilidad a la insulina, la hiperlipidemia, reducir la inflamación, mejorar la función mitocondrial...
Las personas que realizan ejercicio durante el tratamiento reducen la intensidad del dolor que pueden padecer
Combatir el linfedema
El linfedema es uno de los grandes daños colaterales para muchas mujeres. El líquido linfático no drena adecuadamente, lo que provoca que el líquido se acumule en los tejidos y cause hinchazón. Esto ocurre cuando parte del sistema linfático está dañado o bloqueado, como durante una cirugía para extirpar los ganglios linfáticos o durante la radioterapia. Los cánceres que bloquean los vasos linfáticos pueden causar también linfedema. Sabemos que tiene un impacto significativo en la calidad de vida, ya que disminuye considerablemente la función física y ocasiona una pérdida considerable de fuerza muscular en el brazo afectado. “Además, es habitual la presencia de síntomas como dolor, pesadez, entumecimiento y rigidez. Suele ser común recomendar a los pacientes que no levanten más de 3-4 kilos con ese brazo, generando miedo a movilizar o ejercer fuerza con dicha extremidad. Sin embargo, el ejercicio mejora la función muscular y aumenta la eliminación linfática a través de la bomba muscular. El ejercicio correctamente supervisado y pautado por un profesional no exacerba el linfedema ni provoca una mayor gravedad de los síntomas”, explica.
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¿Qué ejercicio es más recomendable?
Para el experto, la combinación de ejercicio aeróbico y de fuerza permite obtener los mejores resultados y así nos lo detalla.
- El ejercicio aeróbico reduce los factores de riesgo cardiovascular, muy importante en casos de pacientes de cáncer de mama, ya que las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de mortalidad. Además, el ejercicio aeróbico mejora la eficiencia del consumo de oxígeno, uno de los factores más importantes para la salud general y para la capacidad de respuesta a las terapias médicas.
- Por su parte, el ejercicio de fuerza proporciona beneficios sobre los huesos, los músculos, el sistema nervioso y el metabolismo, que son algunos de los sistemas que más se deterioran con las terapias oncológicas.
Eso sí, hay que tener presente que los tratamientos y las operaciones para el cáncer de mama pueden afectar a los músculos, los nervios y los vasos linfáticos del hombro y la parte superior del cuerpo, lo que provoca una reducción del rango de movimiento, debilidad muscular, dolor y una reducción de la función de las extremidades superiores.
El ejercicio aeróbico reduce los factores de riesgo cardiovascular, muy importante en el caso de pacientes de cáncer de mama
¿Cuándo hacer ejercicio si tienes cáncer de mama?
Una de las dudas es cuándo se debe comenzar a hacer deporte si has sido operada de un cáncer de mama. “Los programas de ejercicio específico, iniciados unos días o semanas después de la cirugía, pueden mejorar el movimiento, la fuerza y la función del hombro. En los primeros 10 días debemos evitar el reposo prolongado y podemos comenzar con ejercicios específicos de movilidad para recuperar el rango de movimiento de ese brazo. A partir de las 4 semanas postcirugía, ya podemos comenzar con ejercicios que persigan mejorar y restablecer progresivamente los niveles de masa muscular y fuerza”, nos dice el experto, que remarca, eso sí, que es fundamental contar siempre con la aprobación de su médico y realizar ejercicio supervisado por un profesional e individualizado a cada caso concreto.
“En conclusión, podemos afirmar que el ejercicio es un pilar fundamental en el tratamiento del cáncer ya que permite reducir la toxicidad de los tratamientos, reducir la fatiga, mejorar la calidad de vida, mejorar los efectos secundarios relacionados con el cáncer, reducir la recurrencia y aumentar la supervivencia”, concluye Víctor Díaz.