Desde hace tiempo, las gafas oscuras se han convertido en un accesorio imprescindible en el mundo de la moda. Sin embargo, el uso excesivo de este accesorio, asociado al glamour y a la estética, puede tener consecuencias para nuestra salud visual. Así nos lo explica la doctora Ainhoa de Federico, especialista en Visión Natural, quien nos cuenta que es posible que, sin darnos cuenta, estemos contribuyendo al desarrollo de una afección conocida como fotofobia. “Es importante revisar tus hábitos para saber si las gafas de sol, utilizadas en exceso, podrían ser un factor que incrementa la sensibilidad a la luz”, indica la doctora.
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¿Qué es lo que se conoce como fotofobia?
Lo primero que tenemos que aclarar es qué es la fotofobia o literalmente "miedo a la luz". “Es una condición que describe una sensibilidad anormal o exagerada a la luz. Esto no significa que la luz en sí sea dañina, sino que las personas con fotofobia experimentan molestias o incluso dolor ante la exposición a luces brillantes, ya sea luz solar o artificial. Aunque la fotofobia es un síntoma más que una enfermedad, puede afectar seriamente la calidad de vida de quienes la padecen. Sin embargo, es posible encontrar solución con estrategias relativamente sencillas”, nos cuenta la experta.
¿Cuáles son sus síntomas y cómo se manifiesta?
Los síntomas de la fotofobia varían en intensidad, pero suelen incluir:
- Dolor o incomodidad al estar en ambientes iluminados.
- Sensación de quemazón o irritación en los ojos.
- Lagrimeo excesivo.
- Dificultad para abrir los ojos en entornos con luz brillante.
- Dolores de cabeza o migrañas desencadenados por la luz intensa.
- Visión borrosa temporal en algunas circunstancias.
“Esta hipersensibilidad puede afectar a quienes sufren migrañas, infecciones oculares, lesiones en los ojos e, incluso, trastornos neurológicos”, indica la doctora.
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¿Cuáles son las causas que influyen en su aparición?
Existen varias causas que pueden desencadenar o agravar la fotofobia, entre ellas:
- Enfermedades oculares: afecciones como la conjuntivitis, la uveítis o las abrasiones corneales aumentan la sensibilidad a la luz.
- Trastornos neurológicos: las migrañas y algunas afecciones cerebrales, como la meningitis o los traumatismos craneales, pueden hacer que la luz sea especialmente molesta.
- Uso de medicamentos: algunos fármacos, como los antidepresivos o medicamentos para la ansiedad, pueden aumentar la fotofobia como efecto secundario.
- Exposición prolongada a la luz: pasar demasiado tiempo bajo fuentes de luz intensa, como flashes fotográficos o pantallas sin la protección adecuada, puede agravar la sensibilidad.
Si tienes dudas respecto al origen de tu fotofobia, es conveniente que consultes con un médico para descartar su origen.
¿Qué influye en que una persona sea más sensible a la luz que otras?
Tal y como nos explica la especialista, existen varios factores que pueden hacer que una persona sea más susceptible a la fotofobia que otras:
- Color de ojos: las personas con ojos claros, como los de color azul o verde, tienden a ser más sensibles a la luz porque tienen menos pigmento en el iris para filtrar la luz.
- Condiciones médicas: algunas afecciones oculares y neurológicas predisponen a las personas a ser más sensibles.
- Factores genéticos: la fotofobia puede estar influenciada por la herencia genética y las características individuales de los ojos.
- Hábitos visuales: las personas que pasan largas horas en ambientes interiores con luz artificial o frente a pantallas pueden desarrollar mayor sensibilidad con el tiempo. También cuando utilizan excesivamente las gafas de sol o tienen lentes fotocromáticas que hacen el trabajo de regulación de la luz en lugar del iris.
El uso excesivo de gafas oscuras
Como apuntábamos al comienzo, nos planteamos si puede ser el uso excesivo de gafas oscuras una de las posibles causas. “Sorprendentemente, el uso prolongado o innecesario de gafas oscuras también puede estar relacionado con el desarrollo o empeoramiento de la fotofobia”, nos indica la doctora.
“Aunque las gafas de sol son esenciales en algunos ambientes para proteger puntualmente los ojos de la radiación UV y de ambientes excesivamente luminosos, su uso excesivo, especialmente en condiciones de poca luz o en interiores, puede debilitar la capacidad natural del ojo para adaptarse a diferentes niveles de iluminación”, añade.
Y es que, en su opinión, cuando los ojos se acostumbran a estar constantemente a oscuras, la pupila no se ajusta de manera eficiente a la luz brillante, y esto puede aumentar la sensibilidad. “Este fenómeno se conoce como dependencia fotofóbica, en el que las personas sienten que necesitan gafas oscuras incluso en situaciones que no lo requieren”, nos comenta.
¿Se puede llegar a abusar de las gafas oscuras?
En opinión de la experta, así es. “Muchas personas utilizan gafas oscuras como un accesorio de moda, llevándolas en interiores o en días nublados, lo que no solo es innecesario sino también contraproducente para la salud visual. El uso constante de lentes oscuras puede llevar a que los ojos se vuelvan más sensibles a la luz, ya que la exposición reducida les impide desarrollar su respuesta natural ante cambios en el entorno luminoso”, indica.
¿En qué casos está recomendado el uso de gafas oscuras?
El uso de gafas oscuras está claramente justificado y recomendado en varias situaciones:
- Conduciendo frente al sol: conducir frente a la puesta de sol por tiempo prolongado podría causar daños a largo plazo en la vista. Es cierto para los pilotos de avión y también para los conductores de carretera.
- Actividades en la nieve: el reflejo del sol en la nieve requiere de gafas oscuras para proteger los ojos.
- Actividades en el mar: especialmente en días soleados cuando la luz se refleja en el agua. En este caso es posible reemplazar las gafas de sol por gafas estenopeicas o de rejilla.
- Ciertas enfermedades oculares o recuperación de cirugía: las personas que sufren de ciertas condiciones o que han pasado por procedimientos oculares requieren protección adicional mientras sus ojos sanan.
- Para prevenir migrañas: quienes sufren migrañas provocadas por la luz pueden beneficiarse del uso de gafas oscuras en ciertos momentos.
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¿Cómo debe una persona afrontar la sensibilidad a la luz?
Le planteamos a la doctora qué tenemos que hacer para afrontar la sensibilidad a la luz de manera efectiva. La doctora nos cuenta que implica adoptar ciertos hábitos que pueden ayudar a reducir las molestias:
- Exposición gradual: evitar el uso excesivo de gafas oscuras en interiores y permitir que los ojos se adapten a diferentes niveles de luz gradualmente. El asoleo, mirando hacia el sol con los ojos cerrados, mejora progresivamente la capacidad de tus ojos de adaptarse a la luz.
- Protección adecuada: utiliza gafas de sol de calidad con protección UV en exteriores cuando sea útil, pero evita su uso cuando no sea necesario.
- Descansar los ojos: cuando trabajes en entornos con iluminación intensa, asegúrate de tomar descansos frecuentes para permitir que tus ojos se relajen. El palmeo es una fantástica estrategia de descanso de los ojos.
- Control de pantallas: ajusta el brillo de las pantallas y utiliza filtros físicos y virtuales de luz azul para la pantalla (no en tus ojos) si pasas mucho tiempo frente a dispositivos electrónicos.
- Visita al oftalmólogo: si la sensibilidad a la luz persiste o empeora, es importante buscar la evaluación de un especialista. Si necesitas que alguien te acompañe a desarrollar nuevamente buenos hábitos visuales puedes buscar el acompañamiento de un coach visual.
En conclusión, la doctora nos cuenta que el equilibrio entre proteger nuestros ojos y permitir que se adapten a las condiciones de luz es crucial. “Aunque las gafas oscuras son esenciales para ciertos momentos, su uso excesivo o innecesario puede aumentar la sensibilidad a la luz y, potencialmente, contribuir a la fotofobia. Recuerda siempre proteger tus ojos de manera adecuada, pero sin abusar de un accesorio que, si bien es parte del glamour, puede ser perjudicial si no se usa correctamente”, comenta.
“El glamour y el estilo visual no deben estar reñidos con la salud. Debemos recordar que el bienestar físico, en este caso la salud visual, es lo más importante. Sanos siempre somos más bellos. Evitar la sobreexposición a luces brillantes y adoptar hábitos saludables puede prevenir la aparición de síntomas como la fotofobia, y así seguir brillando con estilo, sin comprometer nuestra visión”, concluye.