mujer haciendo ejercicio al aire libre© Getty Images

Entrevista

Así es como el ejercicio ayuda a los pacientes con enfermedades reumáticas

Hablamos con el entrenador personal Víctor Díaz, que acaba de publicar un libro basado en la evidencia científica con tres objetivos: mejorar la salud articular, la movilidad y la calidad de vida de quienes padecen dolencias como la artrosis, la artritis o el lupus


2 de octubre de 2024 - 8:21 CEST

Los expertos lo tienen claro: el ejercicio es un gran aliado para los pacientes con enfermedades reumáticas. Y no estamos ante un problema menor, pues se estima que en España 1 de cada 4 personas mayores de 20 años padece alguna de las más de 200 dolencias reumáticas. Artritis reumatoide, lupus, artrosis, fibromialgia... A todas ellas se dirige el entrenador personal Víctor Díaz (@prohealth.vd), especialista en ciencias de la actividad física y el deporte, en su recién publicado libro Enfermedades reumáticas y ejercicio, una guía basada en la evidencia científica con tres objetivos: mejorar la salud articular, la movilidad y la calidad de vida de quienes padecen una enfermedad reumática. En formato de ebook interactivo incluye múltiples recomendaciones y más de 50 ejercicios en vídeo para que no te quede ninguna duda de cómo debes ejecutar correctamente cada ejercicio. Hemos tenido la ocasión de hablar con el experto sobre por qué debemos tener muy presente el ejercicio físico si convivimos con estas dolencias.

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Según algunos estudios, solo 1 de cada 3 personas con enfermedades reumáticas alcanzan los mínimos de actividad física recomendados por la OMS, ¿cuál cree que es el motivo?

La principal barrera que informan los pacientes es la desinformación, el miedo a las lesiones y a empeorar el dolor o la enfermedad. Además, la adherencia a los programas de ejercicio es un problema serio ya que tenemos datos que demuestran que el 85% de los pacientes abandona el ejercicio a los 3 meses y un 50% a los 18 meses. Por este motivo, conocer las posibles barreras para la realización de ejercicio en pacientes con enfermedades reumáticas es fundamental para diseñar programas de ejercicio específicos que tengan garantías de ser eficaces. Es muy importante dotar al paciente de información de calidad, adecuar el ejercicio a cada persona y conseguir “cronificar el ejercicio” haciendo que forme parte de su día a día a largo plazo.

Es importante conseguir “cronificar el ejercicio” haciendo que forme parte de su día a día a largo plazo

Las enfermedades reumáticas son muy distintas entre sí, pero comparten determinados síntomas, como rigidez, inflamación, dolor, etc., ¿es el ejercicio un buen aliado para tratar de mitigar dichos síntomas?

El ejercicio está incluido dentro del tratamiento no farmacológico de este grupo de enfermedades porque mejora los síntomas (dolor, rigidez, inflamación, fatiga, debilidad muscular, pérdida de densidad mineral ósea, etc.) y previene muchas de sus consecuencias a medio-largo plazo. Además, puede limitar la aparición de otras enfermedades asociadas y los efectos secundarios de la medicación. Cuando nos enfrentamos a estas enfermedades podemos intentar tratar las causas, mejorar los síntomas, prevenir las consecuencias a medio y largo plazo, o centrarnos en los factores que influyen negativamente en el pronóstico y el curso de la enfermedad (problemas médicos asociados, el proceso de envejecimiento, los efectos secundarios del tratamiento...). Aunque parezca sorprendente, las investigaciones recientes sugieren que mediante la actividad física y el ejercicio podemos influir positivamente en todos estos aspectos. 

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Se dice que el ejercicio es el mejor antiinflamatorio natural, ¿por qué tiene un efecto antiinflamatorio?

El ejercicio es un gran modulador del estado inflamatorio y una poderosa herramienta para prevenir y tratar enfermedades relacionadas con la inflamación. El ejercicio produce efectos antiinflamatorios porque mejora la sensibilidad a la insulina, reduce el tejido adiposo (en especial de grasa visceral), mejora el metabolismo celular, disminuye la producción de mediadores de la inflamación por las células inmunes y potencia ciertos antioxidantes endógenos. Además, no olvidemos que el músculo es un importante órgano endocrino que tiene la capacidad de interactuar con otros tejidos (como el tejido adiposo, el hígado, el páncreas, el hueso o el cerebro) y de secretar diferentes citoquinas que median los efectos antiinflamatorios. Efectivamente, el ejercicio es el mejor antiinflamatorio natural.

Entendemos, eso sí, que la actividad física debe estar adaptada y personalizada, en función de la enfermedad reumática y de cómo esté afectando a cada persona, ¿no es así?

A la hora de prescribir ejercicio, es fundamental la individualización a cada caso concreto. Si queremos obtener beneficios en el tratamiento de los pacientes, se debe tener muy en cuenta la afectación articular y las condiciones físicas concretas de cada persona. Debemos valorar con precisión el tipo de ejercicio, la forma de realizarlo, la intensidad, la frecuencia, las articulaciones y grupos musculares implicados, etc., en función de cada persona y sus patologías.

El ejercicio es una poderosa herramienta para prevenir y tratar enfermedades relacionadas con la inflamación

Seguro que entre sus pacientes tienes mil testimonios que demuestran que sus consejos son bienvenidos, pero ¿recuerda alguno en especial de algún paciente de enfermedad reumática?

Sin duda, el caso de Carmen. Ella padece artritis reumatoide, espondilitis anquilosante y lupus desde hace más de 10 años. Cuando nos conocimos su calidad de vida estaba muy mermada, tenía muchas limitaciones en la movilidad y bastante afectación articular en las manos y la columna, había desarrollado algunas complicaciones cardiovasculares y tenía tanta fatiga que apenas podía tolerar cualquier actividad de su día a día. Como ella misma dice, el ejercicio fue un antes y un después en su vida a nivel físico, psicológico y social. Quiero agradecer a Carmen y a todos mis pacientes su confianza, su valentía y todo lo que me han enseñado.

Una vez que los pacientes ven las mejoras, entendemos que la adherencia a la pauta de ejercicio físico es mayor, ¿no es así?

Una vez que las personas experimentan cómo el ejercicio regular ayuda a reducir sus síntomas y entienden que es parte de su tratamiento, todo es mucho más fácil. Lo más complicado es generar esa adherencia al principio y salir del círculo vicioso de la inactividad física. Es decir, cuanto más cansado se encuentra el paciente y menos tolerancia a los esfuerzos tiene, menos se mueve y, la inactividad física se relaciona con el aumento de los síntomas y la progresión de la enfermedad. 

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mujer sentada en una camilla con dolor en la espalda© Adobe Stock

Artritis, lupus… ¿en el caso de qué enfermedad concreta ha comprobado que el ejercicio es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes?

Es fundamental para el control y tratamiento de todas las enfermedades reumáticas. Solemos asociar los beneficios del ejercicio exclusivamente a las enfermedades que manifiestan en mayor medida limitaciones en la movilidad por sus beneficios a nivel mecánico. Sin embargo, el beneficio y la protección que brinda el ejercicio sobre otras complicaciones típicas en estos pacientes (como a nivel metabólico, cardiovascular, respiratorio, etc.) lo posicionan como parte fundamental en el tratamiento de estas enfermedades. 

En su libro apunta que el dolor se usará como guía, que es importante evitar ejercicio que provoque dolor. ¿Hay alguna recomendación para saber cuál es el umbral de dolor que debemos tener en cuenta?

Como pauta general, debemos respetar el proceso inflamatorio en las articulaciones y evitar ejercicios o movimientos que ocasionen dolor. Si utilizamos una escala para cuantificar el dolor, no se debe tolerar un dolor mayor a 3 en una escala de 0-10. El dolor debe disminuir con el ejercicio y se debe detener la actividad en caso de que el dolor aumente con el ejercicio. Otra recomendación es que el dolor no debe durar hasta el día siguiente del ejercicio. Si persiste, se debe esperar hasta que pase completamente y reiniciar el ejercicio con menor intensidad. Siempre podemos encontrar maneras de adaptar la actividad en presencia de dolor: “Muévete tanto como puedas sin hacerte daño, espera a que el cuerpo se adapte y la próxima vez intenta moverte un poco más”.

Muévete tanto como puedas sin hacerte daño, espera a que el cuerpo se adapte y la próxima vez intenta moverte un poco más

Cuando la enfermedad, especialmente en el caso de que sea crónica, va avanzando, ¿puede ser que la práctica de ejercicio físico se complique? ¿Qué recomienda a estos pacientes?

En pacientes con estadios clínicos muy avanzados, es posible que presenten importantes limitaciones en la movilidad con articulaciones muy afectadas. Sin embargo, debemos encontrar la manera de que estas personas se muevan porque el ejercicio es fundamental para paliar el desarrollo de más limitaciones. Por ejemplo, en el caso de pacientes con destrucción articular en las articulaciones de la cadera, la rodilla o el tobillo, el entrenamiento aeróbico debe ser sin soporte de peso para evitar ejercer más presión sobre las articulaciones durante el entrenamiento (la bicicleta estática o el ejercicio en agua son opciones muy interesantes). Es fundamental que tampoco se olviden de los ejercicios de fuerza de los grandes grupos musculares y traten de mantener los ejercicios de movilidad para mantener el mayor rango de movimiento posible en las articulaciones. La exposición gradual al movimiento puede aumentar la tolerancia y los umbrales de dolor de los tejidos y permitir que cada vez puedan moverse más y mejor.

¿Es conveniente que los pacientes combinen el entrenamiento de fuerza y el aeróbico?

Es la mejor recomendación, en la combinación de ejercicio aeróbico y de fuerza siempre se obtienen los mejores resultados y los mayores beneficios para la salud. Adaptado al contexto de cada persona, los programas de ejercicio deben garantizar unos niveles adecuados de actividad física y movimiento diario (por ejemplo, pautando caminatas o número de pasos diarios) y una combinación de ejercicios aeróbicos, de movilidad y de fuerza.

¿Por qué piensa que son necesarios y convenientes los ejercicios de movilidad articular?

Mantener un rango de movimiento adecuado es uno de los grandes objetivos para frenar el deterioro de las articulaciones que se producen en las personas con enfermedades reumáticas y, para cumplir con este objetivo, los ejercicios de movilidad son fundamentales. Estos ejercicios nos permiten reducir la rigidez, molestias o dolores, incrementar la capacidad de movernos…lo que mejora la calidad de vida, la funcionalidad y la higiene postural de los pacientes. Además, proteger y mantener nuestras articulaciones es muy importante, porque no es posible aplicar fuerza si no hay un rango óptimo articular y esto proporciona un entorno favorable a nuestros músculos para poder ejercer fuerza. 

¿Qué le llevó a escribir este libro?

Como comentábamos al inicio de la entrevista, una de las motivaciones para escribir este libro fue la necesidad de intentar llenar ese vacío de información que en muchas ocasiones tienen los pacientes o, incluso en algunos casos es justo lo contrario, esa “infoxicación” por un exceso de información contradictoria que provoca que no sepan por dónde comenzar o qué es lo más apropiado para su enfermedad. Con este libro pretendo dar una visión de conjunto sobre la prescripción de ejercicio en las enfermedades reumáticas, con el objetivo de exponer los beneficios del tratamiento físico y establecer unas pautas generales en función de cada patología concreta. 

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