Hace unos días, leíamos una reflexión de Vanesa Lorenzo sobre las creencias limitantes. Hacía referencia a un ejercicio de yoga, pero la mujer de Carles Puyol lo aplicaba a toda la vida y analizaba cómo este tipo de límites que nos ponemos pueden afectar y condicionar que alcancemos metas que sí podemos conseguir. Así lo expresaba:
Su pensamiento acerca de todas esas trabas y ese autosabotaje que nos infligimos, nos ha llevado a preguntarnos por qué lo hacemos y por qué son tan comunes en las personas. También nos planteamos si todos las sentimos de la misma manera y, sobre todo, qué podemos hacer para superarlas y lograr todo aquello que nos proponemos para vivir una vida mejor. Para ello, hemos hablado con tres expertos, Javier Sánchez, psicólogo de mundopsicologos.com, Judit Izquierdo, psicóloga y CEO del gabinete de psicología Siquia y Rebeca Cáceres, directora de Tribeca Psicólogos. Todos ellos han coincidido en lo mismo: suelen tener su origen en la infancia, pero con trabajo las podemos vencer.
¿Qué son las creencias limitantes?
El primero en responder a esta cuestión es Javier Sánchez, quien nos explica que las creencias limitantes son patrones mentales que adquirimos a lo largo de la vida, muchas veces desde la infancia. "Nuestra autoimagen se construye a través de la visión que los demás tienen de nosotros, especialmente nuestros padres", comenta el experto. Las críticas, expectativas o elogios que recibimos durante la infancia dejan una huella profunda que moldea nuestra percepción del mundo y nuestras capacidades.
Si un niño recibe constantes correcciones por no ser perfecto, puede crecer creyendo que su valor depende de su capacidad para cumplir con expectativas ajenas. Además, si es rechazado o criticado constantemente puede desarollar la creencia de que es insuficiente o inferior.
Estas creencias limitantes, aunque surgen de experiencias tempranas, persisten en la vida adulta. Judit Izquierdo señala que "estas barreras internas nos condicionan y limitan en diversas áreas de la vida, creando patrones de autolimitación que parecen insuperables, pero que con el tiempo y trabajo pueden transformarse".
Estas creencias no solo se basan en lo que nos han dicho, sino también en lo que hemos visto en los demás. Ver cómo nuestros padres o cuidadores lidian con la vida puede influir en cómo nos enfrentamos a nuestras propias situaciones. La psicóloga de Siquia, recuerda que "muchas de estas creencias se forman sin que nos demos cuenta, y las asumimos como verdades absolutas sin cuestionarlas, hasta que algo en nuestra vida nos obliga a reflexionar sobre ellas".
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El impacto de las creencias limitantes en nuestra vida diaria
Las creencias limitantes tienen un impacto directo en nuestras decisiones y en la forma en que interactuamos con el mundo. Javier Sánchez sostiene, "que nos llevan a evitar situaciones que podrían exponernos al fracaso o la desaprobación, reforzando un ciclo de baja autoestima y autoexigencia". Este ciclo se refleja especialmente en el ámbito profesional, donde muchas personas rechazan oportunidades por miedo a no estar a la altura.
Un ejemplo común que Sánchez señala es el de alguien que cree que no es lo suficientemente bueno en su trabajo porque nunca recibió elogios en su infancia. Aunque tenga éxito en su carrera, es probable que se centre solo en sus fracasos, ignorando sus logros, lo que refuerza su creencia limitante. Este tipo de pensamiento genera una carga emocional significativa, afectando tanto el bienestar emocional como la productividad laboral.
Por su parte, la psicóloga Rebeca Cáceres subraya que estas creencias no solo afectan el rendimiento profesional, sino también nuestra salud emocional.
¿Por qué es difícil identificar lo que nos está bloqueando?
Una de las mayores dificultades para superar las creencias limitantes es que rara vez somos conscientes de su existencia. El psicólogo de mundopsicologos.com indica que "para nuestra mente es más fácil mantener estas creencias que cuestionarlas, porque nos proporcionan una sensación de control, aunque sea ilusoria". Esto implica que enfrentarse a estas creencias puede ser aterrador, ya que conlleva replantear nuestra identidad y nuestra relación con el mundo.
Judit Izquierdo coincide en que "es difícil identificar estas creencias porque muchas veces están profundamente arraigadas en nuestro subconsciente. Vivimos con ellas durante tanto tiempo que se sienten como parte natural de nuestra identidad, y solemos confundirlas con “realidades” o “verdades”. Además, muchas veces intentamos justificar nuestros miedos y dudas con explicaciones lógicas, lo que nos impide ver que, en realidad, son estas creencias las que nos están limitando.
Métodos para identificar y transformar las creencias limitantes
Como nos explica Sánchez, el primer paso es identificar qué creencias tenemos y cuáles nos están limitando. Para ello, en ocasiones, es necesario acudir a terapia. Un observador externo y experto puede identificar más rápidamente esas creencias que la propia persona. Hacer un ejercicio de introspección y análisis crítico, donde cuestionemos aquello que nos limita, es fundamental para generar el cambio.
Un ejercicio útil puede ser completar algunos inicios de frases, como por ejemplo:
- "Soy incapaz de..."
- "No merezco, tengo derecho a..."
- "No sirvo para..."
- "Los demás pensarán de mí..."
- "No es correcto o no está bien..."
También podemos hacernos preguntas como:
- ¿Por qué pienso esto?
- ¿Desde cuándo lo pienso?
- ¿De quién he aprendido esto?
- ¿Estoy 100% seguro de que esto es verdad?
Por otro lado, añade Sánchez, los autorregistros son útiles para identificar patrones de pensamientos automáticos. Desde estos pensamientos, podemos usar la técnica de flecha descendente, de tal forma que vayamos llegando a las creencias nucleares de la persona que pueden estar limitándola.
Por ejemplo, un paciente acude a sesión porque está obsesionado con la idea de no estar enamorado de su pareja. Cuando se le pide que escriba situaciones y pensamientos que le generan malestar, puede anotar cosas como: “¿Me estaré sintiendo como debería?”, “¿Realmente siento lo mismo que ella?”, o “¿Estoy disfrutando?”. Desde estos pensamientos, comenzamos a preguntarle: “¿Qué significaría para ti no estar sintiéndote como deberías o no estar disfrutando?”. A lo que él responde: “Que estaría con ella sin tener que estarlo”. Continuamos: “¿Eso qué significaría para ti?”. El paciente llega a la conclusión de que “Estaría perdiendo el tiempo”. Seguimos preguntando y finalmente él dice que, para él, “perder el tiempo es un fracaso y le ha ocurrido muchas veces en su vida”. Así, llegamos a la creencia de: “Para no ser un fracaso, no puedo permitirme perder el tiempo” o “Si estoy perdiendo el tiempo, soy un fracaso”.
Cáceres también recomienda otras técnicas. Por ejemplo, desde el enfoque de EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), uno de los métodos más efectivos es trabajar con recuerdos traumáticos o experiencias pasadas que pudieron haber originado estas creencias. Durante las sesiones, accedemos a la red neuronal donde se almacenan estas creencias y se utiliza la estimulación bilateral para reprocesarlas. EMDR es una técnica que aborda no solo las creencias, sino también las emociones y el cuerpo. Por otro lado, con mindfulness podemos observar nuestros pensamientos y nuestras emociones sin juzgarlas. Podemos tener el hábito de meditar para tener conciencia sobre nuestro propio diálogo interno y los patrones repetitivos que aparecen una y otra vez. Identificar esto nos ayudará a no identificarnos con las creencias limitantes y, por ende, poder entender que es una limitación sobre la que tenemos que actuar para avanzar en nuestra vida sea en el área que sea.
Por su parte, Izquierdo también destaca la importancia de enfrentarnos activamente las creencias limitantes y reemplazarlas con pensamientos más realistas y positivos. Aunque este proceso puede llevar tiempo, es fundamental para desarrollar una mentalidad más flexible y resiliente. Pero, ¿cómo lo hacemos?
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Cómo transformar las creencias negativas en positivas
Transformar una creencia limitante no es tan simple como reemplazarla por una afirmación positiva. Sánchez comenta que "el proceso requiere cuestionar la validez de nuestras creencias y ponerse cara a cara con las emociones que las sostienen". Cambiar una creencia profundamente arraigada no es tarea fácil, pero con paciencia y el apoyo adecuado, es posible. Añade que también podemos hacerlo a través del reflejo y de la conexión con nuestro niño interior, debemos buscar qué nos hubiera gustado vivir o qué hubiéramos necesitado recibir de otros, así como los mensajes que nos habrían dado la seguridad que perdimos. Redefinir el mundo de significados es una tarea compleja.
Tendríamos que pensar: “Desde esa experiencia que me conecta con el momento en que aprendí a creer esto, ¿qué hubiera necesitado que me dijesen para sentirme mejor? ¿Cómo lo habría interpretado la persona adulta si viera a ese niño en esa situación?”. Desde aquí, se puede realizar una reestructuración cognitiva para ir modificando el diálogo interno de la persona, llevándola poco a poco hacia pensamientos más realistas y objetivos, y a creencias más potenciadoras.
Esto es también lo que nos comenta la CEO de Siquia. La psicóloga advierte sobre el peligro de caer en el positivismo tóxico, señalando que no basta con sustituir un pensamiento negativo por uno positivo de manera superficial. "No se trata de ignorar nuestras emociones o maquillar la realidad. Para transformar una creencia, primero debemos comprenderla y enfrentarnos a los miedos que la han hecho posible", explica.
En muchos casos, el cambio de creencias implica revisar las emociones asociadas y desmantelar los patrones de comportamiento que se han desarrollado a lo largo de los años. Esto puede requerir tiempo y trabajo, pero el resultado es una mentalidad capaz de adaptarse a las circunstancias de manera más saludable.