La inflamación es un término que probablemente has escuchado más de una vez, especialmente cuando se habla de salud. Pero, ¿sabías que este proceso, aunque es esencial para nuestra supervivencia, puede convertirse en uno de los mayores enemigos de nuestro bienestar a largo plazo? Ahora que tenemos septiembre a la vuelta de la esquina y es otro de los meses clave para hacer una lista de buenos propósitos, veamos exactamente en qué consiste esta reacción de nuestro organismo y por qué puede ser buena para nosotros o pésima para nuestra salud.
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¿Qué es la inflamación?
Para entender la inflamación, primero debemos saber que es una respuesta natural y necesaria de nuestro sistema inmunológico. Cuando tu cuerpo detecta una amenaza, como una infección, una lesión o la presencia de sustancias extrañas, el sistema inmunológico responde liberando un ejército de células y moléculas para combatir el problema. Este proceso es lo que conocemos como inflamación.
Sin la inflamación aguda seríamos extremadamente vulnerables a las infecciones. Pero si no se 'apaga' se convierte en un problema crónico
Imagina que te haces un corte en la piel. Inmediatamente, el área se enrojece, se hincha y puede doler. Se trata de la inflamación aguda. Es rápida y efectiva, y su propósito es eliminar cualquier amenaza potencial (como bacterias que podrían infectar la herida) y comenzar a reparar el daño. Sin la inflamación, las heridas no sanarían, y seríamos extremadamente vulnerables a las infecciones.
Sin embargo, la inflamación no se resuelve correctamente, es decir, si no se 'apaga' cuando debería, se convierte en un problema crónico.
Inflamación aguda versus inflamación crónica
Como decíamos, la inflamación aguda es rápida, dura poco tiempo (de unas horas a unos días) y generalmente es beneficiosa. Su objetivo es resolver el problema, reparar el daño y luego desaparecer. Comienza dentro de minutos a horas, dura de horas a días, y es iniciada típicamente por macrófagos y células dendríticas residentes en los tejidos.
En respuesta a un estímulo percibido como dañino, estas células liberan una cascada de citoquinas proinflamatorias, quimiocinas y prostaglandina E2 (PGE2). El proceso inflamatorio agudo se caracteriza por tres fases principales: aumento del flujo sanguíneo hacia la zona afectada mediante la dilatación de vasos pequeños, aumento de la permeabilidad vascular y migración de leucocitos fagocíticos al tejido afectado.
Una respuesta inflamatoria aguda eficaz erradica patógenos extraños o células necróticas, seguida de la reparación del tejido del huésped. Sin embargo, los leucocitos son causas importantes de lesión para células y tejidos normales durante una respuesta inflamatoria normal. Si la respuesta inflamatoria aguda no puede resolverse normalmente debido a una lesión tisular persistente o una desregulación de los procesos normales, se producirá una inflamación crónica. Es decir, cuando se mantiene activa durante semanas, meses o incluso años, se convierte en inflamación crónica. Es entonces cuando comienza a dañar los tejidos y órganos.
Cuando la inflamación dura semanas, meses e incluso años empieza a dañar los tejidos y los órganos
La inflamación crónica puede ser desencadenada por diversos factores: infecciones persistentes, exposición prolongada a irritantes (como el tabaco o contaminantes), estrés crónico. A diferencia de la inflamación aguda, que tiene un propósito claro y limitado en el tiempo, la inflamación crónica no tiene un objetivo específico. En lugar de combatir una infección o reparar un tejido, esta inflamación continúa dañando el cuerpo, contribuyendo al desarrollo de muchas enfermedades graves.
La inflamación crónica puede ocurrir en un tejido cuando un proceso inflamatorio se activa por una sobreabundancia de factores desencadenantes, como radicales libres, estrés oxidativo o patógenos extraños. Con el estímulo repetido del factor desencadenante, se puede iniciar una respuesta inflamatoria desregulada, causando daño crónico en órganos locales o sistémicos. La inflamación crónica se caracteriza por procesos proinflamatorios continuos que no son controlados por procesos antiinflamatorios. La presentación de la inflamación crónica variará según el tejido afectado y el agente lesivo.
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Enfermedades relacionadas con la inflamación crónica
La inflamación crónica es la explicación de muchas de las enfermedades que pueden poner en jaque nuestra vida. Lo peor es que podemos no darnos cuenta de que se está produciendo este daño en nuestro organismo hasta que llega la enfermedad. Algunas de ellas son:
Enfermedades cardiovasculares
Las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte en todo el mundo, y la inflamación crónica es un factor clave en su desarrollo. En la aterosclerosis, por ejemplo, las arterias se endurecen y se estrechan debido a la acumulación de placa. Este proceso comienza con un daño en las paredes de las arterias, lo que desencadena una respuesta inflamatoria. Las células inmunitarias se dirigen a las arterias dañadas para repararlas, pero con el tiempo, esta inflamación continua provoca que las placas se acumulen y las arterias se estrechen, lo que aumenta el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Las arterias pueden inflamarse por varios factores que dañan sus paredes internas. Este daño desencadena la inflamación, un proceso en el que el cuerpo intenta reparar el daño, pero a veces este proceso se sale de control. Aquí te explico algunas de las principales causas:
- Colesterol alto: cuando hay mucho colesterol malo (LDL) en la sangre, puede acumularse en las paredes de las arterias. Esta acumulación daña las arterias y provoca una respuesta inflamatoria, porque el cuerpo trata de "limpiar" esa acumulación, pero en lugar de resolver el problema, muchas veces lo empeora creando más inflamación.
- Tabaquismo: fumar daña las arterias de varias maneras. Las sustancias químicas en el humo del tabaco irritan y dañan las paredes de las arterias, lo que provoca una respuesta inflamatoria.
- Presión arterial alta: la hipertensión o presión arterial alta pone mucha presión sobre las paredes de las arterias, lo que las daña con el tiempo. Este daño causa inflamación crónica mientras el cuerpo intenta reparar las arterias, pero la alta presión sigue causando problemas.
- Diabetes: el azúcar alto en la sangre, como sucede en la diabetes, puede dañar las paredes de las arterias y causar inflamación. Además, la diabetes está relacionada con un aumento en los niveles de sustancias inflamatorias en el cuerpo.
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Cáncer
El cáncer es otra enfermedad en la que la inflamación crónica desempeña un papel crucial. En un entorno inflamatorio, las células normales pueden sufrir daños en su ADN, lo que aumenta el riesgo de que se conviertan en células cancerosas. Además, la inflamación crónica puede crear un entorno favorable para que las células cancerosas crezcan y se multipliquen. Pero ¿qué causa esta inflamación para que se pueda desarrollar cáncer?
- Infecciones. Uno de los principales factores que causan inflamación crónica son las infecciones persistentes. Por ejemplo, ciertos virus como el virus del papiloma humano (VPH) o los virus de la hepatitis B y C pueden permanecer en el cuerpo durante años. Estas infecciones crónicas provocan una inflamación continua mientras el sistema inmunológico intenta combatir el virus, lo que puede dañar el ADN de las células y aumentar el riesgo de que estas células se conviertan en cancerosas. De manera similar, algunas bacterias, como Helicobacter pylori, pueden vivir en el estómago durante mucho tiempo, causando una inflamación crónica en el revestimiento del estómago y aumentando el riesgo de cáncer gástrico.
- Tóxicos. Otra causa de inflamación crónica es la exposición prolongada a sustancias irritantes o tóxicas. Fumar, por ejemplo, expone al cuerpo a una mezcla de productos químicos que irritan los tejidos de los pulmones y otros órganos, provocando una inflamación constante. Con el tiempo, esta inflamación crónica puede dañar las células y hacer que se vuelvan cancerosas. De manera similar, la exposición a ciertos productos químicos industriales, como el amianto, puede causar inflamación crónica en los pulmones y aumentar el riesgo de cáncer.
- Enmfermedades crónicas. Por ejemplo, condiciones como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, que son enfermedades inflamatorias del intestino, causan inflamación crónica en el sistema digestivo, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. De manera similar, el reflujo gastroesofágico crónico puede causar inflamación en el esófago, aumentando el riesgo de cáncer esofágico.
- Obesidad. Las personas con obesidad suelen tener una inflamación de bajo grado en todo el cuerpo, ya que las células grasas producen citoquinas inflamatorias, que son sustancias químicas que promueven la inflamación. Esta inflamación constante puede dañar el ADN de las células en diferentes tejidos, lo que incrementa el riesgo de cáncer en órganos como el colon, el esófago y el páncreas.
- algunas bacterias, como Helicobacter pylori, pueden vivir en el estómago durante mucho tiempo, causando una inflamación crónica en el revestimiento del estómago y aumentando el riesgo de cáncer gástrico.
Enfermedades neurodegenerativas
La inflamación crónica también puede afectar el cerebro y desempeñar un papel en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Aunque se trata de patologías cuyo origen se desconoce, sí se sabe que hay algunos factores que aumentan su riesgo y que están relacionados con la inflamación. Por ejemplo, cuando hay estrés crónico el cuerpo produce hormonas como el cortisol, que en niveles elevados y persistentes pueden afectar el cerebro. El estrés crónico puede activar una repuesta inflamatoria en el cerebro, afectando la función neuronal y contribuyendo al desarrollo de trastornos como la depresión, la ansiedad y, potencialmente, enfermedades neurodegenerativas.
Asimismo, la exposición prolongada a ciertas toxinas, como metales pesados (por ejemplo, mercurio o plomo), pesticidas o contaminantes del aire, puede provocar inflamación crónica en el cerebro. Estas sustancias pueden cruzar la barrera hematoencefálica y desencadenar una respuesta inflamatoria, dañando las células cerebrales y aumentando el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Dieta, ¿amiga o enemiga de la inflamación?
Una de las formas más eficaces con la que podemos reducir o combatir la inflamación crónica es a través de lo que comemos. Nuestra dieta puede ser nuestra mejor aliada para reducir la inflamación o, por el contrario, puede avivarla. Así es cómo influye la dieta:
Dieta proinflamatoria
Una dieta rica en alimentos procesados, azúcares refinados, carnes rojas y grasas saturadas puede desencadenar la inflamación crónica. Estos alimentos aumentan los niveles de insulina y promueven la liberación de citoquinas inflamatorias, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas.
Por ejemplo, la dieta occidental típica, que es alta en carbohidratos refinados, grasas trans y azúcares, es un claro ejemplo de una dieta proinflamatoria. Esta dieta no solo promueve la inflamción, sino que también está vinculada a un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.
Dieta antiinflamatoria
Al contrario, una dieta antiinflamatoria está diseñada para reducir la inflamación en el cuerpo. Este tipo de dieta es rica en frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables, como las que se encuentran en el aceite de oliva y el pescado azul.
La dieta mediterránea es un ejemplo de una dieta antiinflamatoria que ha sido ampliamente estudiada por sus beneficios para la salud. Esta dieta incluye una alta ingesta de frutas, verduras, nueces, legumbres, pescado y aceite de oliva, y un bajo consumo de carnes rojas y alimentos procesados. Los estudios han demostrado que la dieta mediterránea no solo reduce la inflamación, sino que también disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas, cáncer y deterioro cognitivo.
Además de la dieta mediterránea, otras dietas tradicionales como la dieta nórdica, la dieta DASH y la dieta Okinawa, también son conocidas por sus efectos antiinflamatorios. Estas dietas tienen en común el énfasis en alimentos frescos, locales y no procesados, así como en un estilo de vida activo.
Las dietas basadas en alimentos frescos, con predominancia de vegetales, carnes blancas y pescado azul pueden contribuir a reducir la inflamación y a vivir más
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Otros hábitos contra la inflamación crónica
Adoptar un estilo de vida apropiado para reducir la inflamación crónica es una de las mejores cosas que puedes hacer por tu salud a largo plazo. Además de la dieta, hay otras formas de evitarla en tu organismo:
- Haz ejercicio regularmente: la actividad física regular no solo te ayuda a mantener un peso saludable, sino que también reduce la inflamación crónica. Intenta hacer al menos 30 minutos de ejercicio moderado la mayoría de los días de la semana.
- Duerme lo suficiente: el sueño es crucial para la salud en general y para mantener la inflamación bajo control. La falta de sueño puede aumentar los niveles de inflamación en el cuerpo. Asegúrate de dormir entre 7 y 8 horas cada noche.
- Maneja el estrés: el estrés crónico es uno de los principales desencadenantes de la inflamación crónica. Practicar técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o simplemente dedicar tiempo a actividades que disfrutes, puede ayudarte a mantener los niveles de estrés bajo control.
- Evita el tabaco y modera el consumo de alcohol: fumar y beber en exceso son dos de los mayores promotores de la inflamación crónica. Si fumas, considera dejarlo, y si bebes alcohol, hazlo con moderación.
- Evita la exposición a tóxicos. Como hemos visto, algunas sustancias pueden acabar dañando nuestras células y aumentan el riesgo de inflamación crónica.
- Evita las enfermedades de transmisión sexual. Toma precauciones en tus relaciones.
- Mantén un peso saludable: laa obesidad está estrechamente relacionada con la inflamación crónica. Perder peso si tienes sobrepeso o mantener un peso saludable puede ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo.
La inflamación crónica no desaparece de forma instantánea por ello, lo mejor es adoptar un estilo de vida saludable SIEMPRE
Reducir la inflamación crónica, una meta a medio y largo plazo
La lucha contra la inflamación crónica no es algo que se logra de la noche a la mañana. Requiere un compromiso con un estilo de vida saludable a largo plazo. Sin embargo, los beneficios de reducir la inflamación crónica son enormes. No solo reduces el riesgo de desarrollar enfermedades graves, sino que también mejoras tu calidad de vida, te sientes mejor y, en última instancia, puedes vivir más tiempo.
Recuerda que, al igual que la hipertensión, que no suele dar síntomas, la inflamación crónica es un enemigo silencioso que puede causar un daño significativo a tu salud con el tiempo. Pero, con las herramientas adecuadas, puedes mantenerla bajo control.
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Referencias:
Scheiber A, Mank V. Anti-Inflammatory Diets. [Updated 2023 Oct 28]. In: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2024 Jan-. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK597377/