Quien padece problemas en las articulaciones en los pies, como es el caso de los dedos en garra, sabe lo limitante que pueden llegar a ser. “En la deformidad de dedo en garra se establece una hiperextensión de la articulación metacarpo-falángica, que se acompaña secundariamente de flexión de las articulaciones interfalángicas proximal y distal”, nos explicaba el doctor Eduardo Rodríguez-Vellando Rubio, especialista en Cirugía ortopédica y traumatología de la Clínica Vellando de Albacete. Se denomina así porque precisamente por esa deformidad, el dedo adquiere la forma curvada de una garra, como la de algunos animales.
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Desde el Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) indican que precisamente la deformación de los dedos menores es uno de los problemas más comunes de los pies y pueden llegar a ser incapacitantes en algunos casos porque puede provocar un dolor fuerte.
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Tres causas principales de los dedos en garra
Si nos paramos a buscar las causas que provocan la aparición de este problema, los podólogos han destacado que son varios los factores que predisponen a la aparición de los llamados ‘dedos en garra’ y los principales son los tres siguientes:
- Utilizar un calzado inadecuado.
- Tener los pies cavos.
- Padecer algunas enfermedades.
“Los dedos en garra son una hiperextensión de la articulación metatarsofalángica, acompañada de una flexión de la articulación interfalángica proximal y distal. Son múltiples las causas que pueden predisponer a su aparición como es, por ejemplo, tener los pies cavos, con mucho puente”, nos cuenta Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del ICOPCV.
“Eso sí, hay un factor muy determinante que, además depende de nosotros, y es el tipo de calzado que utilizamos. Si éste favorece que la musculatura esté continuamente contracturada, es estrecho en la punta y comprime, va a favorecer mucho que los dedos se pongan en garra. Por eso, utilizar un calzado que respete el ancho del pie y que no tenga más de dos o tres centímetros de tacón, es esencial”, ha continuado Jorge Escoto.
Desde el ICOPCV se ha resaltado que las deformidades en los dedos también pueden ser síntoma de otras enfermedades como la diabetes o la artritis.
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Así se manifiesta este problema
Los expertos, además, nos explican que esta deformidad de los dedos hace que puedan rozar con el calzado y este roce provoque dolor, irritación, inflamación y, a menudo, queratosis (callos) en varias partes del dedo.
“El signo más característico es la aparición de helomas, más comúnmente denominados callos, en la parte dorsal del dedo, debido a la presión-fricción contra el zapato. También podrían aparecer helomas en los pulpejos, debido al intento forzado o desesperado que hace el pie por agarrarse al suelo, buscando estabilidad”, nos detalla por su parte el doctor Rodríguez-Vellando Rubio. Y añade que también hay otro síntoma muy característico, que es que aparezca dolor en la parte dorsal del dedo en garra, debido a la fricción contra el zapato. “Además, los pacientes refieren dolor en la cabeza del metatarsiano correspondiente porque el dedo levantado o encogido no hace su trabajo, no recibe la presión al apoyar el pie, y ésta recae sobre la cabeza de los metatarsianos, originando una metatarsalgia”, cuenta.
El especialista también se refiere a otro signo que se debe tener en cuenta. Y es que tras la exploración clínica de los dedos en garra suele objetivar la deformidad, con el dedo encogido, con callosidades dorsales en el dedo, por el roce con el zapato, y en la planta del pie por el exceso de apoyo sobre los metatarsianos. “En los casos extremos, el dedo o la articulación metatarso-falángica puede subluxarse y se pueden originar ulceraciones por rozamiento que son muy limitantes”, apunta el doctor.
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Cómo debe tratarse
Una vez que se confirma el diagnóstico, hay que buscar las opciones de tratamiento más adecuadas. Y todo dependerá de si el dedo es aún flexible o ya es rígido. Así, el podólogo, en función del grado de deformidad, pautará un tipo de tratamiento que puede ir aliviar el dolor de los dedos en garra mediante ejercicios de estiramiento, compresas de hielo, antiinflamatorios, inyecciones de corticosteroides, uso de soportes plantares, ortesis de silicona, llegando al tratamiento quirúrgico si fuera necesario.
“La cirugía generalmente se aconseja cuando hay dolor que no puede controlarse con protecciones adecuadas de los dedos. Operar un dedo deformado que no duele para corregir la deformidad puede tener un resultado poco satisfactorio”, concluye el podólogo Jorge Escoto.