Durante esta época del año sudamos más debido a las altas temperaturas, algo que no suele gustarnos, aunque sepamos que el sudor es un mecanismo necesario de refrigeración. Contamos con numerosas soluciones para que esa sudoración no se convierta en mal olor, pero, ¿todas son igualmente eficaces? Y ¿qué pasa cuando aparece el sudor excesivo o hiperhidrosis? El Dr. Guillermo Llopis, de la Clínica Médico Estética Ferraro nos aclara algunos de los mitos más extendidos.
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Mitos sobre el sudor
Antes de conocer cuáles son los mitos más extendidos sobre el sudor, te retamos a ponerte a prueba para averiguar si compartes algunas de estas falsas creencias.
En verano no siempre es normal sudar más
Con las altas temperaturas del verano y la humedad que caracteriza a gran parte del territorio peninsular, la mayoría de las personas se enfrentan a una sudoración mucho mayor a la del resto del año. Sin embargo, hay ocasiones en las que estos niveles de sudoración pueden llegar a ser excesivos, pero, ¿cuándo es demasiado?
"Si en estos casos observamos que nos sudan de manera exagerada las palmas de las manos, las plantas de los pies o las axilas, que son las principales zonas en las que se sufre de hiperhidrosis, puede que estemos padeciendo este problema. Además, aparte de tener un exceso de sudoración, otro de los principales síntomas es el mal olor, sobre todo, a nivel axilar y de plantas de los pies”, indica el doctor Guillermo Llopis, de la Clínica Ferraro.
La piel puede adquirir un tono distinto en aquellas zonas en las que sudamos más
“En ocasiones, es una tonalidad amarillenta y, en otras, es más marronácea. En esto influye mucho el fototipo de cada persona, porque en aquellos niveles más altos, las manchas tenderán a ser más oscuras. Esto también es algo que se puede observar de forma indirecta en las prendas de vestir, ya que, si nos fijamos en las zonas de las axilas, podemos observar si las manchas tienen un aspecto más amarillento o marrón en ropa clara”, expone el doctor de Clínica Ferraro.
Hay dos tipos de glándulas sudoríparas
El sudor es producido por dos tipos de glándulas: las ecrinas y las apocrinas. Las glándulas ecrinas están distribuidas por todo el cuerpo y ayudan a regular la temperatura corporal. El sudor que generan suele ser inodoro e incoloro. Por otro lado, las glándulas apocrinas se encuentran en áreas específicas como las axilas, la zona genital y el cuero cabelludo, y producen un sudor que contiene más proteínas y lípidos. Aunque se produce menos sudor apocrino, su composición atrae a las bacterias que causan el olor corporal desagradable.
El sudor no siempre huele mal
El sudor está compuesto principalmente por agua, sales minerales, sustancias orgánicas, lactato y urea. Algunas de estas sustancias orgánicas son aprovechadas por las bacterias de la piel para proliferar en presencia de humedad. Como resultado de la descomposición y el metabolismo de estas sustancias, se generan subproductos orgánicos volátiles que son percibidos como “olor a sudor”, nos indican los expertos de Noodor.
La composición y el olor del sudor dependen de varios factores como el ADN, la dieta, las hormonas, la raza, la actividad física, los hábitos y la higiene personal.
Las causas por las que se suda más no son siempre hormonales
En realidad son múltiples, no hay un solo factor. Tal y como argumenta el doctor Llopis, pueden influir causas genéticas, una alteración del sistema nervioso autónomo o factores hormonales. También puede deberse a una afectación por patologías médicas, como puede ser la diabetes o una alteración hormonal como son los problemas de tiroides. Todo ello, sumado a factores como el exceso de calor o el ejercicio, que se consideran causas fisiológicas. “También pueden influir los fármacos, como los antidepresivos, que están relacionados con la hiperhidrosis, o aquellos destinados a la tensión arterial, así como los que sirven para los ejes hormonales, como las terapias hormonales sustitutivas”, expresa el doctor Llopis.
Microbiota y sudor están relacionados
El microbioma de la piel, compuesto por bacterias, hongos y otros microorganismos, vive en equilibrio protegiendo la piel y activando su sistema inmunitario, señalan desde Noodor. La diversidad de la microbiota cutánea es clave para el olor del sudor, ya que un ecosistema cutáneo desbalanceado en las glándulas sudoríparas apocrinas puede causar sudoración excesiva o mal olor.
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Desodorante y antitranspirante no son lo mismo
Los desodorantes reducen o enmascaran los olores corporales con sustancias antimicrobianas o perfumes, mientras que los antitranspirantes disminuyen la transpiración y la humedad necesaria para la proliferación de bacterias. Un mismo producto puede ser antitranspirante y desodorante a la vez
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Los antitranspirantes no son perjudiciales para la salud si se usan adecuadamente
Aunque no siempre son bien vistos, su uso correcto no provoca problemas de falta de sudoración, ya que la piel también transpira por otras áreas del cuerpo.
Sin embargo, los antitranspirantes pueden causar irritación o inflamación si no se utilizan según las instrucciones.
Los desodorantes no pueden ser 100% naturales
Ya sea en aerosol, roll-on, sólido o crema, los desodorantes contienen ingredientes cosméticos necesarios para su aplicación, estabilidad y conservación, junto con bactericidas, antitranspirantes, sustancias absorbentes y perfumes.
Es importante evitar ciertos principios activos
Algunos ingredientes en desodorantes, como los disruptores endocrinos, pueden afectar el sistema hormonal. Las pieles sensibles pueden no tolerar el alcohol o bactericidas agresivos. Además, los antitranspirantes y algunas sustancias absorbentes pueden obstruir los poros y causar resistencia bacteriana. También, aunque el aceite de coco y la manteca de cacao tienen propiedades beneficiosas, pueden no ser adecuados para personas propensas a la formación de abscesos.
En casos de hiperhidrosis, sí hay solución
Los neuromoduladores o, incluso, el uso de un dispositivo láser como el Endolift o el lipoláser.
En casos muy extremos se puede hacer una intervención quirúrgica, que consiste en una denervación de las fibras nerviosas del sistema nervioso autónomo que está afecto.
Aunque, insiste el Dr. Llopis, lo más común es realizar tratamientos más conservadores, como el uso de neuromoduladores y luego utilizar unos tratamientos algo más invasivos, como es el láser. Generalmente, en el caso de los neuromoduladores, se requiere que se hagan cada cierto tiempo retoques, ya que el efecto va desapareciendo, aunque hay casos en los que, con una sola aplicación, se soluciona el problema, concluye el Dr. Guillermo Llopis.
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