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Mujer respirando al aire libre con los brazos abiertos© Adobe Stock

Ecología mental, un proceso de crecimiento personal que te ayudará a ser más feliz

Practicarla nos ayuda a sentirnos más felices en el día a día y a logar paz interior y éxito


9 de julio de 2024 - 8:18 CEST

Cuando hablamos de ecología mental hacemos referencia a un proceso de crecimiento personal que nos ayuda a encontrar el camino para mejorar la calidad de las relaciones interpersonales, sentirnos más felices en el día a día y lograr paz interior. En definitiva, podríamos decir que es una herramienta para conseguir ser felices y tener éxito. Para saber un poco más sobre ella, hemos tenido la ocasión de hablar con Félix Torán, escritor, conferenciante e ingeniero, experto en desarrollo personal y espiritualidad, quien nos ha dado las claves para entender cómo podemos aplicarla en nuestro día a día y sacarle provecho. 

¿Qué se esconde detrás del concepto de ecología mental?

En la actualidad, es cada vez mayor el número de personas que se preocupan por el cuidado del planeta, mucho más que en las últimas décadas. Sin embargo, desatendemos a menudo nuestro interior. Y no hay que olvidar ese viejo adagio que reza: “Como es dentro, es fuera; como es fuera, es dentro”.

De ahí se deriva algo curioso y que solemos olvidar: para poder cuidar lo que hay ahí fuera, debemos comenzar por ocuparnos de tratar nuestro interior, con todo el cariño y atención.

De eso trata la ecología mental: de realizar una higiene mental interior, sin olvidar que ahí fuera hay todo un mundo. Formamos parte íntegra de un ecosistema sociocultural. Estamos conectados con otros seres humanos, con la naturaleza, con nuestro planeta… Y es necesario cuidar igualmente esa conexión, cultivando cualidades como el perdón, la compasión, la generosidad, el altruismo, la alegría empática o la tolerancia.

¿De qué forma puede ayudarnos a ser más felices y a mejorar nuestro crecimiento personal?

Las ventajas son muchas y muy grandes. Entre ellas:

  • Mayor sensación de paz interior. Conectas con un reino de serenidad cada vez más poderoso. Esto no va a hacer que desaparezcan las adversidades de la vida cotidiana, pero sí que cambiará tu actitud ante ellas y, por ende, el resultado.
  • Mejores relaciones con los demás. La ecología mental te transforma por dentro, y eso se refleja ahí fuera, y afecta positivamente a los más diversos planos de tu vida, incluyendo las relaciones interpersonales. Tú te regeneras por dentro, y eso se traduce externamente. Algunos vínculos desaparecerán de forma natural, otros llegarán, y otros se transformarán.
  • La vida cobra sentido. Un elemento clave de la ecología mental es encontrar tu misión. Esta aporta un sentido de propósito y de contribución a este mundo con nuestro paso por él. Esto se traduce en motivación y entusiasmo.
  • Sabemos hacia dónde se dirige nuestra vida. Otro elemento crucial es encontrar la visión personal, que aporta un sentido de orientación a la vida. Si sabes hacia dónde te diriges, puedes fijar metas y objetivos consistentes, que te acerquen a esa visión.
  • Actitud mental positiva. No significa autoengañarse para que todo sea bonito… Se trata de aprender a ver las cosas tal y como son, con sus aspectos positivos y negativos, y después extraer las mejores lecciones que podamos, y seguir adelante. Esto permite transformar nuestra visión del fracaso: nos damos cuenta de que el camino hacia el éxito incluye pequeños fracasos, y que estos son las semillas del triunfo, ya que nos han permitido a llegar a donde estamos.
  • Controlar el estrés. La ecología mental te ayuda a conectar con una mayor paz interior. Además, te entrena para ver las cosas tal y como son, sin añadir dramas innecesarios. 
  • Dile adiós al miedo. También te ayuda a lidiar con tus resistencias mentales, incluyendo el miedo. ¡Cuántas personas con talentos maravillosos que podrían iluminar este mundo no lo hacen porque el temor les frena!

¿Es un concepto que está vinculado también con el éxito?

En efecto, la práctica de la ecología mental necesariamente ayuda a conseguir más éxitos. Pero me refiero a éxito verdadero, es decir, el que es duradero. El que se cosecha. El que transcurre por la senda de la felicidad. 

Tendemos a confundir éxito y felicidad, que son dos cosas muy distintas. El éxito tiene que ver con alcanzar, con estar, con lograr, con conseguir… La felicidad solo con ser.

Se pueden tener muchos éxitos increíbles en la vida y no ser feliz. En los medios encontramos infinidad de ejemplos (y no solo en la actualidad) de personas con mucho éxito y dinero, que no son felices. Sin embargo, si eres feliz, ya tienes el tesoro más importante. Podrás entonces alcanzar tus éxitos, pero lo harás por la vía de la felicidad. No solo disfrutarás de ellos, sino también del camino.

mujer relajada en el muelle junto al mar en la puesta de sol© Adobe Stock

¿Cómo podemos aplicarla a nuestro día a día?

Puedes seguir estos consejos para empezar a aplicar la ecología mental en tu vida:

  • Practica la concentración mental. Te ayudará a lograr una mente enfocada, algo que transforma nuestras vidas radicalmente. Hay infinidad de técnicas que se pueden aplicar. Por ejemplo, contar tus respiraciones.
  • Practica la atención plena. Te permitirá vivir tu vida con mayor consciencia, desde el momento presente, observando tus experiencias a todos los niveles, sin juzgar ni intervenir, viéndolas tal y como son. Junto con la concentración, te aporta las claves para conocerte a ti misma mucho mejor.
  • Invierte tus resistencias mentales. La atención plena te entrena para detectar tus resistencias mentales como pensamientos y emociones tóxicos (miedo, envidia, odio, etc.). Después, la concentración te ayuda a centrarte en el presente, y entonces invertir esas resistencias, cambiándolas por condiciones opuestas (por ejemplo, la envidia se puede compensar con la admiración). Este proceso es crucial, y modifica vidas de forma radical.
  • Irradia amor universal. Hay muchas formas de hacerlo, y lo importante es que tengas la voluntad. Un ejemplo es expresar gratitud, ayudar a los demás, experimentar compasión por quienes sufren, saber perdonar o alegrarte por los éxitos ajenos.
  • Encuentra tu propósito de vida y escríbelo. El resultado se denomina “declaración de misión”. Para lograrlo, pregúntate tres cosas: ¿Con qué dones únicos he venido a este mundo? ¿Cómo voy a servir con ellos? ¿A quién? Lee tu declaración de misión al menos tres veces por semana.

¿Es complicado llevar a cabo ese proceso de crecimiento personal?

Nada es fácil ni difícil. No existe ningún baremo universal para medirlo. Las cosas, lejos de ser fáciles o difíciles, cuestan un esfuerzo. Y la verdadera cuestión no es si algo es complicado, sino si merece la pena hacerlo y si estamos dispuestos. Y, desde luego, con la ecología mental lo vale. No exige sacrificios sobrehumanos: únicamente es crucial pensar en aplicar alguno de sus principios cada día y poner nuestra voluntad en ello. Solo con eso los resultados llegarán, y lo que hoy cuesta esfuerzo (y llamamos difícil) lo haremos un día sin esfuerzo alguno (y diremos que es fácil).

Habla de higiene mental, ¿en qué consiste? ¿Cómo debemos llevarla a cabo?

La higiene mental es el pilar central de la ecología mental. Para cuidarnos por dentro necesitamos poner las cosas en orden y «limpiar» la mente. Debemos tratarla como si fuera un jardín. Allí queremos quitar toda la mala hierba (pensamientos y emociones tóxicos) y deseamos que crezcan flores bonitas (cualidades propias del alma, basadas en el amor universal. Por ejemplo, la generosidad, el perdón, la gratitud, la alegría empática o la compasión).

Los pasos a seguir para cuidar ese jardín mental son los siguientes:

  • Arrancar la mala hierba. Es decir, deshacernos de nuestros pensamientos tóxicos. Hay que hacerlo de raíz y no superficialmente, ya que, de otro modo, la mala hierba mental volverá a crecer.
  • En su lugar, plantar las semillas de flores bonitas. Esto equivale a instalar hábitos mentales positivos que compensen a los tóxicos a los que deseamos decir adiós.
  • Proteger el jardín ante la llegada de semillas de nuevas malas hierbas. Esto se traduce en mantener una mente atenta y alerta, capaz de detectar los patrones mentales que pueden dar lugar a hábitos tóxicos. Si no hacemos nada, a través de la repetición, terminarán instalándose en nuestro subconsciente y operarán en modo “piloto automático” sin que nos demos cuenta. En todo momento, esforzarse por seguir cultivando flores bonitas. Esto se logra llevando el amor universal a nuestra vida cada día.

¿Una de las claves es conseguir dejar de lado los hábitos y pensamientos negativos?

Efectivamente, pero no debemos caer en el error de pensar que se trata de eliminar los hábitos y pensamientos tóxicos. ¡Eso no se puede hacer, es imposible!

Todo en el universo es energía. ¡La física lo sabe bien! Incluso la materia lo es (esa famosa fórmula de Einstein, E=mc2, dice justamente eso). Los pensamientos también son energía. La física (y en particular las leyes de la termodinámica) nos afirman que en el universo la energía ni se crea ni se destruye: solo se transforma.

Un pensamiento tóxico (que es energía) no lo podemos eliminar, pero sí cambiarlo por otro positivo que le compense. Ese es el proceso de transmutación correcto para decir adiós a lo tóxico y modificarlo por lo que te aporta valor. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.