¿Es España un país donde se consumen ansiolíticos y antidepresivos en exceso? Si nos atenemos a los datos, todo parece indicar que así es. Un ejemplo reciente lo encontramos en las conclusiones de la VI Edición del Estudio de Salud y Vida de Aegon, que confirman que hay un aumento de casi un 20% en el consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos este año respecto al año anterior, como uno de los medicamentos más consumidos, además, sin prescripción médica. Sobre todo ello hemos querido hablar con Alvar Ocano, médico de familia y gerente médico de Aegon. Y es que son precisamente los médicos de familia quienes representan la primera toma de contacto de un paciente con un proceso de ansiedad o de depresión. ¿Es la opción de tomar medicación la más recomendable en estos casos? De todo ello hemos hablado con el doctor.
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¿Por qué razones piensa que nuestro país sigue siendo uno de los que más ansiolíticos y antidepresivos consume?
Hay muchos motivos por los que el consumo de ansiolíticos y antidepresivos está muy presente en nuestro país. Las exigencias laborales, la conciliación familiar y los problemas relacionados con la situación económica o el desempleo, derivan en situaciones de estrés y ansiedad en un gran grupo de la población que necesita de ayuda médica para poner solución a este problema. El estrés, la ansiedad, la tristeza y la depresión se posicionan como los principales motivos de los españoles para valorar negativamente su salud.
De acuerdo con los datos de la última Encuesta Europea de Salud, en nuestro país hay 2,1 millones de personas que presentan un cuadro depresivo. Además, más de dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario y unas 10 personas se suicidan al día y otras 200 lo intentan. Es, desde hace años, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España y, según los últimos datos de 2018, sus víctimas casi doblan a las de los accidentes de tráfico. De igual forma, el 6,7 % de la población del país está afectada por la ansiedad, exactamente la misma cifra de personas con depresión, y en ambas más del doble se da en mujeres (9,2 %) que en hombres (4 %)
También es verdad que, desde hace un tiempo, hay más concienciación y todo lo relacionado con la salud mental ha dejado de estar estigmatizado. Esto, ha llevado a que la personas busquen más ayuda en los profesionales de la salud y a que estos prescriban medicamentos como primera línea de tratamiento para problemas de ansiedad y depresión.
¿Se recetan estos medicamentos demasiado rápido, como solución, podríamos decir fácil para atajar los problemas de salud mental?
Prescribir un medicamento a un paciente requiere de una gran responsabilidad y de conocimientos específicos por lo que hay que hacerlo en el momento que sea necesario. Hacerlo como vía rápida y sin tener un diagnóstico claro, puede derivar en problemas graves como intoxicaciones o reacciones adversas así que no podríamos entenderlo como una medida conveniente. Sin embargo, también hay que relativizar un poco, ya que, por ejemplo, los ansiolíticos, tan recetados, puede que no curen el problema, pero ayudan a aliviar los síntomas (si se admite el ejemplo, el paracetamol y la fiebre de la gripe).
Hablan en el estudio de que se toman incluso sin prescripción médica, ¿por qué sucede esto, si son medicamentos que deben ir siempre recetados? ¿Un gran error, no cree?
Es un error y, además, muy grave. Tomar medicamentos de este tipo sin prescripción médica es una práctica muy preocupante y un error significativo debido a los riesgos que esto puede acarrear. Los datos recogidos del VI Estudio de Salud y Vida de Aegon confirman que en el último año la automedicación en España había ascendido hasta un 34,6% por el aumento del uso de la homeopatía y los remedios naturales, y de este grupo, un 17,7% es por el crecimiento de personas que tomaban medicamentos sin prescripción médica.
Muchas personas no están completamente informadas sobre los riesgos y efectos segundarios que pueden tener y subestiman la importancia de una supervisión médica adecuada por eso, en algunos casos, aprovechan medicación de otras personas o suyas propias de tratamientos anteriores, para volver a tomarlas sin consultarlo con su profesional de la salud. La percepción que tienen muchas personas de estos medicamentos es que son una solución rápida y efectiva y por eso hacen uso de ello indebidamente. Si, además, la persona está en tratamiento por otras patologías, la mezcla puede ser contraproducente.
Nunca nos cansaremos de recomendar la consulta con un profesional antes de iniciar estos tratamientos, que nunca se limitan a tomar solo dos pastillas.
¿Cuál es el perfil más habitual del consumidor de estos medicamentos según los resultados del estudio?
Los resultados del mismo estudio muestran que se han igualado entre ambos géneros los niveles de consumo de ansiolíticos (19% mujeres y 20,9% hombres) a diferencia del año anterior, dónde había el doble de hombres que de mujeres que tomaban este tipo de sustancias.
Por edades, llama la atención que el consumo de estos medicamentos se encuentra en su mayoría en el grupo de personas de entre 18-25 años (25,5%) y en el grupo de edad de 41-55 años (22,6%). Los mayores de 65 años es el grupo que menos los consume llegando solo a un 9,7%.
¿Y realmente nos ayudan o acabamos por consumirlos de forma que no cumplen realmente su función?
El problema reside en tomar este tipo de medicamentos sin prescripción médica y sin control estricto de un profesional de la salud. Los ansiolíticos reducen la ansiedad sí, pero también otras funciones esenciales en el organismo como la coordinación de los movimientos o la reacción ante determinados estímulos. Por otro lado, son muy adictivos porque el organismo los asimila y cada vez necesita una dosis mayor para que sus efectos se noten y si se toman sin control y durante un tiempo prolongado, se puede convertir en una patología crónica. De hecho, los facultativos no recomiendan tomarlos durante más de 8 semanas seguidas para evitar esta situación. Por otra parte, muchos de los problemas se benefician de una terapia combinada, farmacológica y psicológica, que con la automedicación obviamos.
¿Piensa que, por fin, estamos comenzando a prestarle a nuestra salud mental la atención que se merece?
Sí, hemos avanzado bastante a nivel de concienciación. Gracias a campañas de comunicación en distintos canales o a personas prescriptoras y con capacidad de impactar de forma positiva en las personas, la salud mental se ha convertido en un tema recurrente y ahora se anima a la gente a hablarlo, compartirlo y a acudir a un especialista.
Y aunque queda mucho camino por recorrer y trabajo que hacer, se ha avanzado bastante en este camino. Se han implementado programas de apoyo psicológico en escuelas, empresas, y se está ofreciendo más formación a los profesionales de la salud y docentes para que puedan identificar, tratar o derivar de la forma adecuada a estos perfiles que puedan estar sufriendo algún problema mental.
Sin embargo, son muchas las personas que no pueden permitirse costear una terapia psicológica, incluso cuando esta es muy necesaria. ¿Es un problema sobre el que nuestra sociedad debería reflexionar? Sin duda.
El acceso limitado a terapia debido en muchos casos a razones económicas es un problema que se debe abordar con urgencia ya que, la falta de tratamiento en este sentido puede traer graves consecuencias. Esto puede llevar a un empeoramiento de los síntomas afectando gravemente la vida de la persona que lo sufre y derivando, en muchos casos en la automedicación, el abuso de otras sustancias, problemas en las relaciones personales o problemas laborales.