dos amigas sonrientes haciendo turismo en vacaciones, con un mapa en la mano© Adobe Stock

Psicología

Si tu objetivo este verano es dejar las emociones negativas a un lado, toma nota de estos consejos

Hay personas que se estresan cuando llegan las vacaciones, otras no pueden evitar el conflicto... Te contamos cuáles son y cómo puedes ponerles remedio


2 de julio de 2024 - 14:21 CEST

Quien más quien menos se visualiza ya de vacaciones. Estamos, no hay duda, ante uno de los momentos más esperados del año, en los que aprovechar los momentos de relax, placenteros, tratando de dejar el estrés a un lado y disfrutando al menos durante unos días del placer del dolce far niente. Una investigación de la Universidad de California encontró que el impacto positivo en la salud mental al marcharse de vacaciones puede durar hasta dos meses después del regreso. Todo parece positivo, pero de vez en cuando aparecen también emociones negativas ligadas a las vacaciones que no siempre son bienvenidas. Hay personas a las que, por ejemplo, las vacaciones les generan estrés. Pero hay más. 

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

Las emociones “no bienvenidas”

Así nos lo detalla Teo Luna, profesor experto en mindfulness y colaborador de Petit BamBou, que las resume en las siguientes:

  • Estrés. “En primer lugar, el estrés generado por cerrar todas las tareas pendientes antes de partir. Esta sensación de responsabilidad excesiva, a veces se traduce en más horas de trabajo, menos descanso y conflictos tanto en el ámbito laboral como en el familiar”, nos explica. Y añade la que es, sin duda, otra fuente de posible estrés: la propia preparación de las vacaciones, y es que a medida que se acerca el día en el que comienzan, la lista de cosas por hacer parece que se va haciendo más grande y siempre queda algo por hacer.
  • Pérdida de control. “El cambio radical de nuestras rutinas puede sentirse como una pérdida de control, requiriendo un mayor esfuerzo para adaptarnos y ser flexibles ante los imprevistos. Esto está estrechamente relacionado con cómo hemos vivido el resto del año; si nuestro nivel de estrés ha sido alto, la mente no entiende por qué, de repente, estamos tumbados sin hacer nada y sigue buscando problemas que resolver, manteniendo un alto nivel de alerta. Necesitamos tiempo para reconocer el cambio y adaptar nuestro ritmo a la nueva situación. Esta brusca adaptación es la razón por la cual es común enfermar al inicio de las vacaciones”, detalla.
  • Tristeza, ansiedad o culpa. En esta época de vacaciones, nuestro estado emocional también puede verse afectado y aparecer estas emociones por “no estar produciendo”, e incluso ira ante el desagrado experimentado, o estados de euforia exagerada que nos desconectan de la realidad, cuenta Teo Luna.
  • Conflictos con el entorno. Estos cambios no solo nos afectan a nosotros, sino también a nuestra pareja, familia y amigos. “Las vacaciones alteran nuestras relaciones, pudiendo generar problemas derivados de la convivencia diaria y el cambio de responsabilidades. Pasamos más tiempo, y de mayor intensidad, con nuestros seres queridos, lo que requiere una dosis extra de autorregulación, empatía, paciencia y comprensión”, comenta el experto.
  • Falta de desconexión tecnológica. Las vacaciones son la etapa en la que toca hacer el llamado détox digital, algo que nos cuesta mucho, sin duda, pero esas semanas sin tener compromisos laborales son un buen momento para intentarlo. “El dispositivo nos recuerda constantemente los correos, llamadas, noticias y aquello que pasa en redes sociales, dificultando esa desconexión”, opina el colaborador de Petit BamBou.

“Todo esto hace que nuestro periodo de descanso sea más complicado que en generaciones anteriores y requiera mayor intención y propósito, pero a pesar de estos desafíos, los periodos de ocio y disfrute son absolutamente necesarios. Aquí es donde entra la práctica de meditación”, revela Teo Luna.

mujer relajada en una hamaca en la playa mirando al mar© Adobe Stock

La meditación, ¿buena alidada contra las emociones negativas?

Es importante detectar estas emociones para tratar de buscar soluciones. Y en opinión del experto la meditación puede ser considerada una buena aliada a la hora de disminuir esas emociones no deseadas y lograr otras positivas:

  • Parar. En vacaciones parece que todo va a otro ritmo, pero aun así, necesitamos hacer pausas incluso durante las vacaciones. Al parar, permitimos que nuestra mente reconozca cada momento de manera más clara, facilitando la conciencia del periodo de descanso.
  • Calma y relajación. La meditación propicia estados de tranquilidad y calma, conectándonos con el verdadero propósito de las vacaciones: tener paz para disfrutar de las personas y lugares donde estamos.
  • Regulación emocional. La calma y conciencia nos permiten reconocer y regular nuestras emociones más intensas, mejorando la gestión de las situaciones.
  • Profundidad en las experiencias. La presencia plena hace que todo se vuelva más intenso y vívido. Hasta las experiencias más sencillas se vuelven cautivadoras.
  • Conexión en las relaciones. La calma nos permite ver a los demás de manera más amable y benevolente, reduciendo el estrés y los conflictos.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.