Por fin verano y vacaciones. Hoy, 1 de julio, de hecho, muchos estarán disfrutando de este merecido descanso. Nos preguntamos si ha sido siempre así, es decir, ¿han podido tomarse unas vacaciones durante la estación estival nuestros antepasados? Lo cierto es que el concepto de verano como periodo vacacional es algo relativamente reciente. De hecho, se consolidó principalmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Los retiros veraniegos y las vacaciones escolares
En Europa, particularmente en países como Francia y Reino Unido, el verano comenzó a asociarse con vacaciones debido a varios factores. Entre estos, la Revolución Industrial jugó un papel importante, ya que permitió a más personas tener tiempo libre. Las clases acomodadas ya disfrutaban de retiros veraniegos, pero con el tiempo, las vacaciones de verano se fueron extendiendo a las clases medias y trabajadoras.
El desarrollo del sistema educativo también contribuyó. A medida que la educación se formalizaba y estructuraba, se establecieron vacaciones escolares durante el verano, en parte para permitir a los niños ayudar en las tareas agrícolas durante la temporada de cosecha.
En Estados Unidos, el movimiento hacia vacaciones de verano también fue influenciado por las necesidades agrícolas y, posteriormente, por el deseo de escapar del calor de las ciudades durante los meses más cálidos.
Así, el verano se consolidó como un período de vacaciones tanto para escolares como para trabajadores, y esta práctica se ha mantenido y evolucionado hasta nuestros días. ¿Quieres conocer más datos curiosos sobre el verano? Francesc Miralles, autor de El libro de la toalla te explica algunas anécdotas de las vacaciones?
1. La invención del bikini
Aunque nos pueda parecer que el traje de baño femenino de dos piezas es una creación moderna, hay urnas y pinturas griegas del 400 a. C. que muestran a mujeres atletas que utilizaban este ligero atuendo.
2. La canción veraniega más versionada
Quizá la canción más emblemática que relacionamos con el verano sea Summertime, compuesta por George Gershwin como aria de la ópera Porgy and Bess, que se estrenó en 1935. Con el tiempo, la tonada acabó seduciendo a los músicos de jazz, como Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, que la versionaron de mil y una maneras. La primera versión de gran éxito fue la de Billie Holiday en 1936, y en tiempos recientes ha sido interpretada por Norah Jones, Annie Lennox o Lana del Rey.
3. La piscina más grande
Chile tiene el honor de poseer la piscina más grande del planeta, ya que supera los 1.000 metros de longitud. Para hacernos una idea, equivale a más de veinte piscinas olímpicas juntas. Contiene 250 millones de litros de agua que recibe directamente del mar con un sofisticado sistema de filtración.
4. El largo camino de las chanclas
El antepasado de las chanclas modernas que conocemos hoy en día, que encuentran su origen en el Antiguo Egipto, no llegaron a Occidente hasta el término de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados norteamericanos las trajeron de Japón como souvenir.
5. La sombrilla, símbolo de estatus
Las primeras sombrillas de las que tenemos constancia surgieron en la antigua China, donde de hecho ya se usaba el paraguas. Su uso era exclusivo para las clases altas o las personas de gran jerarquía, y solían ser los criados quienes las portaban.
6. El año sin verano (pero con novelas)
En 1816, el volcán indonesio Tambora tuvo una erupción sin precedentes desde que tenemos registros, lo que la convirtió en la mayor erupción volcánica de la historia. La explosión se oyó a más de 2.000 kilómetros a la redonda, y la eyección, de 160 kilómetros cúbicos, causó efectos desastrosos en todo el planeta, provocando el verano más frío desde el año 1400. Este contexto sirvió de inspiración para autores románticos como Mary Shelley, quien concibió en esas oscuras vacaciones la famosa historia de Frankenstein.
7. La Puerta al Infierno
Uno de los lugares más insólitos que puedes visitar durante tus vacaciones es la Puerta al Infierno. Este grandioso cráter de una antigua prospección de gas se encuentra en el desierto de Karakum, Turkmenistán. El pozo de Darvazá, como se llama oficialmente, atrae a los visitantes gracias a sus llamas, que llevan ardiendo desde 1970, cuando se incendió.