El Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas hace una llamada de atención sobre el aumento del consumo de suplementos nutricionales y complementos alimenticios sin supervisión por un profesional sanitario. Y es que entre 2018 y 2019 el mercado de suplementos nutricionales se estimó en 12 mil millones de euros con una proyección de crecimiento entre 18 y 45 mil millones de euros en 2026. Su demanda ha aumentado significativamente, especialmente entre los millennials, mujeres y personas mayores. En este sentido, los profesionales advierten de que “cada vez son más los jóvenes que recurren a estos productos, y lo hacen de una forma compulsiva y descontrolada, sin disponer de toda la información para una elección responsable”.
La realidad es que hay que tener cuidado con este tipo de suplementos, ya que tal y como afirma el dietista-nutricionista y presidente del CGCODN, Manuel Moñino, “no dejan de ser productos que pueden ser fuente de azúcares añadidos, que podrían contener sustancias que no aparecen en el etiquetado, especialmente en los destinados a deportistas y pérdida de peso, y porque en la mayoría de los casos no existe evidencia científica sólida que demuestre su eficacia”.
¿Qué son los suplementos?
Los suplementos nutricionales son productos elaborados para complementar la dieta y proporcionar nutrientes adicionales que pueden faltar en la alimentación diaria. Estos productos pueden incluir vitaminas, minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, probióticos, prebióticos y extractos de plantas. Se comercializan en diversas formas como pastillas, cápsulas, polvos y líquidos, y están diseñados para mejorar la salud general, prevenir deficiencias nutricionales y apoyar funciones corporales específicas.
Estos productos se han desarrollado en torno a una realidad social en la que se anima a su consumo para ponerse en forma, mejorar el sistema inmune, aumentar la energía, perder peso, tener una alimentación más sana y completa, o conseguir un mejor cuerpo, piel o cabello, creando la necesidad de comprarlos. En España, el consumo de suplementos y productos a base de plantas alcanza al 70% de la población.
¿Qué tipos hay?
Los suplementos se dividen en varias categorías según su composición y finalidad:
- Vitaminas y minerales: como la vitamina C, vitamina D, calcio y hierro, se usan para mantener y mejorar la salud general, fortaleciendo el sistema inmunológico, los huesos y los niveles de energía.
- Ácidos grasos esenciales: como los omega-3 provenientes del aceite de pescado, se utilizan para mejorar la salud cardiovascular y cerebral.
- Aminoácidos y proteínas: utilizados principalmente por deportistas para la recuperación muscular y el crecimiento de tejidos.
- Probióticos y prebióticos: para mejorar la salud intestinal y favorecer un equilibrio adecuado de la flora intestinal.
- Extractos de plantas y hierbas medicinales: como el ginseng y la echinácea, se emplean para aumentar la energía, la inmunidad y el bienestar general.
¿Cuándo hay que tomarlos?
El uso de suplementos está justificado en situaciones específicas:
- Deficiencias nutricionales diagnosticadas: cuando un profesional de la salud determina que hay una deficiencia de ciertos nutrientes.
- Condiciones médicas: personas con enfermedades que afectan la absorción de nutrientes, como la enfermedad celíaca o la enfermedad de Crohn.
- Etapas de la vida con mayores requerimientos: como el embarazo, la lactancia o en personas mayores con riesgo de desnutrición.
¿Cuándo no es necesario?
Para una persona sana con una dieta equilibrada, los suplementos generalmente no son necesarios. Según Manuel Moñino, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, “una persona sana, sin problemas de salud ni situaciones clínicas que le provoquen un déficit nutricional justificado, tiene cubiertas todas sus necesidades nutricionales sin necesidad de recurrir a suplementos”.
De hecho, el consumo de suplementos sin la supervisión de un profesional de la salud puede conllevar varios riesgos:
- Sobredosis de nutrientes: algunos nutrientes pueden ser tóxicos en altas dosis, como las vitaminas A y D. Asimismo, indica Moñino, algunos suplementos, como los cócteles de antioxidantes, se han asociado con un mayor riesgo de mortalidad.
- Interacciones con medicamentos: los suplementos pueden interactuar con medicamentos, disminuyendo su eficacia o aumentando el riesgo de efectos secundarios.
- Efectos secundarios no deseados: el uso de suplementos que contienen ingredientes no declarados puede causar efectos adversos graves, como problemas hepáticos o renales.
- Desarrollo de trastornos alimentarios: el uso excesivo de suplementos puede llevar a trastornos de conducta alimentaria y otros problemas de salud mental.
Además, subraya la dietista-nutricionista Alma Palau, gerente del CGCODN, explica que “se corre siempre el riesgo de ingerir nutrientes en exceso, tales como azúcares, grasas y proteínas, y, por lo tanto, de energía, además del peligro asociado a sustancias no declaradas en el etiquetado, como hormonas o sustancias dopantes, cuando se adquieren por canales como internet o fuentes poco fiables”. Otro motivo para no hacerlo es que “nunca un suplemento, incluso los destinados a usos médicos especiales, puede equipararse a un alimento, con su matriz natural, el papel en la cultura y gastronomía, o el valor sensorial inherente”, señala Palau.
Ojo con los suplementos para perder peso
Los suplementos para perder peso, como batidos y barritas sustitutivas de comidas, son populares entre aquellos que buscan reducir su peso corporal de manera rápida. Sin embargo, Manuel Moñino advierte de que estos productos solo deben consumirse bajo la prescripción de un profesional sanitario y en situaciones específicas de salud, como la obesidad con alto riesgo cardiovascular o metabólico.
El uso inapropiado de estos suplementos puede ser perjudicial para la salud y resultar en un gasto innecesario. Además, si no se acompañan de cambios sostenibles en la dieta y el estilo de vida, cualquier pérdida de peso lograda con suplementos suele ser temporal, con un alto riesgo de recuperar el peso perdido.
Además de la supervisión médica, los dietistas-nutricionistas insisten en que se deben adquirir siempre en sitios de confianza, que tengan su venta autorizada, y tener especial precaución si se compran a través de internet, haciéndolo en páginas web oficiales y de entidades reconocidas.
Qué pasa con los alimentos enriquecidos
Los alimentos enriquecidos son productos a los que se les añaden nutrientes adicionales durante su procesamiento, como vitaminas y minerales. Aunque pueden ser útiles para personas con deficiencias nutricionales específicas, en la mayoría de los casos, resultan innecesarios para aquellos con una dieta equilibrada. Alma Palau, gerente del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, concluye alertando de que “el exceso de nutrientes en su mayoría terminan en la alcantarilla, y no sirven de nada si su uso no tiene una justificación de salud”. En todo caso, añade, "deben ser parte del abordaje nutricional de la situación de salud e integrarse en un plan de alimentación saludable adaptada a cada persona, así como a modificaciones en el estilo de vida".