Cuando hablamos de cáncer hablamos de una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo. Lo viven en primera persona o tienen a alguien cercano que está pasando por el proceso de lucha contra una enfermedad que sigue dejando huella. Tanto es así que solo en España, el número de cánceres diagnosticados en 2024 se estima que alcanzará los 286.664 casos según los cálculos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), lo que supone un ligero incremento con respecto al año 2023. Y el cáncer tiene muchos vértices, muchas aristas. La enfermedad implica muchos aspectos, incluido el estético. Así, los cambios en la autoimagen son uno de los problemas derivados de la enfermedad y posibles tratamientos, lo que provoca reacciones emocionales de pérdida, disminución de la autoestima y depresión. Esta experiencia de pérdida y cambio que afrontan las personas que padecen cáncer es conocida como duelo corporal y puede ser percibida como una amenaza.
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“Esta pérdida puede situar al paciente en un estado de indefensión ante el miedo, la incertidumbre, la frustración y la tristeza que genera. En el caso de pacientes oncológicos, hablamos de cambios muy dispares derivados de los diferentes tratamientos. Desde la caída de cabello o la desfiguración facial, incluso ciertos abordajes como amputaciones u ostomías, lo que no solo afecta a la imagen sino también al funcionamiento del cuerpo”, nos cuenta Mª Isabel González, psicooncóloga en MD Anderson Cancer Center Madrid.
El impacto psicológico de la enfermedad
Esto va a tenerse en cuenta a la hora de ver la intensidad y la duración de la respuesta emocional y, por tanto, del impacto psicológico. “Hay pérdidas que son temporales y reversibles, como la alopecia después de una quimioterapia, mientras que otras son irreversibles, por lo que tenemos que adaptarnos, ya no temporalmente, sino de manera indefinida a esta nueva situación”, continúa la psicooncóloga, que añade, además, que “es fundamental evaluar primero la necesidad del paciente y transformar la amenaza en desafío”.
Una de las cosas que tienen en cuenta los especialistas es que cada paciente es único. A este respecto, González puntualiza que la terapia “siempre es un traje a medida” porque sus necesidades no son estáticas y cambian a lo largo del proceso. “Las necesidades de los pacientes no son iguales a lo largo del proceso, que va desde el diagnóstico hasta el final de los tratamientos y durante la etapa de supervivencia. Conforme atraviesan estas etapas, sus necesidades cambian. Por lo tanto, es importante adaptar el apoyo y la asistencia en consecuencia”, señala.
Estar bien informado, fundamental
En relación a este aspecto, la experta explica que en algunos casos, se puede llevar a cabo una labor preventiva mediante la provisión de información, ayudando a gestionar las emociones y brindando herramientas que faciliten la adaptación a la nueva situación. Unas medidas que pueden ser suficientes para algunos pacientes, mientras que, para otros, el malestar puede ser más significativo, intenso y prolongado en el tiempo, afectando a diferentes áreas de sus vidas laboral, personal y familiar, lo que requiere un abordaje terapéutico más específico.
Es fundamental, por lo tanto, estar bien informado, pues así podremos ayudar a reducir el miedo a la incertidumbre y favorecer la adaptación a la nueva situación que afronta el paciente. “Una de las herramientas más importante y útiles para reducir el miedo a la incertidumbre y tener una mayor percepción de control es la información. ¿Qué me espera? ¿Qué me va a pasar? ¿A qué me tengo que enfrentar? ¿Qué cosas me pueden ayudar? Conocer estas respuestas siempre empoderan al paciente”, subraya la especialista.
Trabajar con objetivos y expectativas realistas es otro de los mecanismos que pueden ayudar a los pacientes a hacer frente al duelo, así como implementar estrategias de autocuidado como la correcta alimentación, la realización de ejercicio y el descanso.
El apoyo del entorno
Como decíamos al comienzo de este artículo, el cáncer es una enfermedad que no solo afecta al paciente, sino a todo el entorno familiar. Por ello, la psicooncóloga de MD Anderson Madrid recomienda que los familiares también trabajen la esfera psicológica para aceptar y entender la dificultad por la que pasa el paciente, así como a aprender a acompañarlo y a no invalidar sus emociones.
“Hay que evitar la sobreprotección, los mensajes de pena o lástima. De esa forma, estamos enviando un mensaje negativo de ‘no eres capaz o no puedes’. Hay que aprender a mantenernos a disposición de lo que pueda necesitar y ofrecer esa ayuda, pero no adelantarnos sin que el paciente lo pida. Hay que darle su espacio de autonomía”, indica.
Este espacio de autonomía es esencial, ya que está muy relacionado con la seguridad en uno mismo y la autoestima. “Muchas veces, pasar por una transformación física provoca un cambio en la forma de relacionarse con el entorno social e incluso íntimo. Pueden ser frecuentes sentimientos de vergüenza o vulnerabilidad que incluso deriven hacia el aislamiento social. En consulta ponemos en valor el contar con una red de apoyo familiar y social, y que sea el paciente quién oriente a su entrono en sus necesidades”, concluye la especialista.