Hay problemas de salud que con la subida de las temperaturas empeoran de forma considerable. Uno de ellos es la insuficiencia venosa. Tanto es así que según datos recientes del STADA Health Report, un 50% de la población sufre algún síntoma de este problema de salud durante los meses de verano. “La insuficiencia venosa produce una reducción de oxígeno en la microcirculación y produce edema, lo que lleva a la inflamación y a la aparición de varices. Existen una serie de factores causales y unos factores desencadenantes, siendo una enfermedad más frecuente en mujeres, especialmente a causa de los embarazos", apunta el Dr. Pablo Gallo, jefe del Servicio de Angiología y Cirujano Vascular del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
Y es un problema de salud que afecta a la calidad de vida de quien lo padece. De hecho, la también conocida como enfermedad venosa crónica (EVC) es una de las patologías que más impacto tiene en la calidad de vida de los pacientes, pero que, en general, está infradiagnosticada e infratratada porque suele percibirse como un mero problema estético.
Así se manifiesta
Una vez que tenemos claras las causas, hay que fijarse también en cuáles son los síntomas más frecuentes con los que se manifiesta este problema de salud. Y destacan los siguientes: sensación de piernas cansadas, incluso con dolor, hinchazón, sequedad de la piel, cansancio y, en ocasiones, calambres nocturnos.
¿Hay personas con más riesgo de padecer insuficiencia venosa?
Tal y como explican los expertos, la enfermedad venosa se inicia cuando el sistema venoso no es capaz de derivar la sangre de forma adecuada hacia el corazón para reiniciar el ciclo cardiaco y eso provoca que las venas se inflamen y aparezcan las varices y el dolor.
- Viene determinada por factores genéticos y es más frecuente en las mujeres caucásicas.
- Pero, además, la probabilidad de padecerla aumenta con la edad.
- Y no se pueden perder de vista factores que son modificables ligados a los estilos de vida, entre los que destacan el sobrepeso, el sedentarismo, el hecho de permanecer de pie o sentado de manera prolongada, el exceso de exposición al calor, el efecto de ciertas hormonas (anticonceptivos), el embarazo, llevar ropa compresiva, los hábitos poco saludables o una inadecuada alimentación. Todos ellos pueden favorecer el desarrollo de esta dolencia.
En este sentido, los expertos ponen el foco sobre los factores de riesgo que son modificables. Y es que no todos cumplen estas características, ya que “algunos de los factores que se asocian con frecuencia al desarrollo de la insuficiencia crónica no se pueden evitar con posterioridad, como son la edad avanzada, la genética o el haber estado embarazada”, nos detalla Alma Castan, enfermera especialista en heridas y compresión de Essity.
Un ejemplo claro es el de las mujeres, que se ven más afectadas por las diferentes manifestaciones de la enfermedad venosa crónica. Así, los embarazos, el parto o la toma de anticonceptivos hormonales se pueden considerar factores de riesgo específicos de la población femenina.
Sin embargo, la población sí puede cambiar otros aspectos de su vida. Por ejemplo, “aquellas personas que están de pie muchas horas al día deberían utilizar medias de compresión para prevenir la patología. También es recomendable evitar las prendas que nos aprieten y los calcetines o zapatos muy estrechos”, desarrolla Alma. Y es que la presión ejercida sobre las venas es otro de los factores que puede favorecer la aparición de venas varicosas. Por tanto, las personas cuyas profesiones requieren estar muchas horas al día levantado son más susceptibles de tener peor circulación sanguínea y, por tanto, dilatación de las venas.
Un problema que se agrava en verano
“Debido a la vasodilatación de los vasos sanguíneos que se produce con el aumento de las temperaturas, los síntomas de la enfermedad venosa crónica se agravan en verano”, explica Alma Castan, enfermera especialista en heridas y compresión de Essity, “La alteración que existe en las venas de forma previa empeora con el ascenso del calor, por eso una recomendación para modificar uno de los factores de riesgo asociados a la patología es evitar la exposición a fuentes de calor de forma habitual y continuada como chimeneas, radiadores o braseros”, prosigue.
Cómo tratar este problema de salud
El tratamiento de la insuficiencia venosa leve se debe abordar desde varios ángulos, para conseguir resultados satisfactorios. Así, los expertos destacan la importancia de la modificación de algunos aspectos relacionados con nuestro estilo de vida, manteniendo una dieta balanceada que sea baja en grasas saturadas y rica en fibra para combatir el estreñimiento, otro de los factores que pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad.
En cuanto al ejercicio moderado, éste debe realizarse de forma regular. Caminar, correr o nadar son algunas de las actividades más recomendadas por los expertos para favorecer la circulación sanguínea, mejorar el retorno venoso y el fortalecimiento de los músculos. Además, actividades sencillas como elevar las piernas sobre el nivel del corazón ayudan a que la sangre fluya mejor y se reduzca la presión de las venas. Aplicar agua fría en las piernas y tobillos también mejora la circulación y puede ayudar a prevenir las varices. Es importante también recuperar la posición horizontal hasta tres veces al día, pero también del uso de la llamada terapia compresiva o los fármacos venoactivos. Hay algunos casos en los que es necesario llegar a recurrir al tratamiento quirúrgico.