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mujer durmiendo en la cama sobre una almohada blanca© Adobe Stock

¿Qué es la deuda de sueño y cuáles son sus consecuencias para nuestra salud?

Los expertos explican que se trata de la diferencia entre lo que nuestro organismo necesita dormir y lo que duerme realmente


24 de junio de 2024 - 12:58 CEST

Los expertos nos lo recuerdan siempre que pueden para tratar de ponernos sobre aviso: cada vez dormimos peor. En esta vida vertiginosa que llevamos, no es extraño restarle hora a nuestro sueño. Nos acostamos tarde y madrugamos, tardamos en dormirnos mirando el móvil o viendo una serie… y eso hace que vayamos incrementando lo que se conoce como deuda de sueño. Y es que todo parece indicar que el sueño perdido no se recupera. Tal y como nos explica Óscar Larrosa, neurofisiólogo especialista en medicina del sueño, responsable clínico-asistencial de la Unidad de Medicina del Sueño en MIP Salud y médico especialista en medicina del sueño en Neuroekin, la conocida como deuda de sueño es la diferencia entre lo que nuestro organismo necesita dormir para funcionar adecuadamente en todos los aspectos y lo que se duerme realmente. “Tiene, evidentemente, más importancia si se alarga en el tiempo, es decir, si la persona está privada de sueño efectivo crónicamente, cuanto más tiempo peor. Pero incluso a corto plazo puede tener consecuencias, dependiendo de las circunstancias personales”, nos aclara. 

Sueño y descanso no son lo mismo

Una de las cosas que debemos tener en cuenta es que sueño y descanso no es lo mismo. “A la cama se va a dormir, no a descansar. Se descansa físicamente y se desconecta psicológicamente (o se intenta) fuera del dormitorio, previamente. El cansancio físico y mental a la hora de dormir no ayuda, altera la estructura y la continuidad del sueño. La sensación de descanso al día siguiente es una consecuencia, pero no es ni mucho menos la única como función, aunque si la más evidente”, nos explica. “Si al día siguiente el rendimiento, la capacidad de concentración en tareas y/o aprendizaje y el humor son adecuados, probablemente nuestro sueño ha sido correcto en cantidad y calidad. Si todo eso no lo es, se puede tener un problema de sueño”, puntualiza.

Y añade que también hay que descartar otras causas: ciertas enfermedades víricas, anemia, problemas de tiroides, falta de energía y de impulso vital por alteración del ánimo (en este caso también es frecuente que se duerma mal), por poner algunos ejemplos, aunque hay más. “A veces los especialistas en sueño deberían investigar estas posibilidades no detectadas si no cuadra del todo lo que te cuentan respecto al sueño como causa”, sugiere Óscar Larrosa.

¿Se puede compensar la deuda de sueño?

Nos planteamos, además, si se puede llegar a compensar en algún momento esta deuda de sueño, por ejemplo, durmiendo más el fin de semana si durante la semana hemos restado horas a nuestro sueño. Y el experto es claro al respecto. “No, no se compensa. El efecto pernicioso de dormir mal se mantiene, el que sea, incluso en el corto plazo. Es como si se come poco o mal entre semana y el fin de semana, más tranquilos, se come más y/o mejor. Pues no se compensa lo anterior, solo tiene un efecto de no añadir más leña al fuego. Y cuidado con los atracones de horas de sueño o de estar en la cama los fines de semana, no ayudan, incluso empeoran la situación. El fin de semana, lo justo en cantidad, y no cambiando demasiado los horarios (que no varíen en más de horas)”, nos detalla. 

mujer sonriente en la cama, con un antifaz rosa sobre los ojos© Adobe Stock

Consecuencias de la deuda de sueño para la salud

Lo que es un hecho es que cuando le restamos horas al sueño, podemos acabar padeciendo problemas de salud. “El sueño es un proceso activo, no solo pasivo de apagar el motor y descansar. Buena parte de las funciones metabólicas se regulan durante el mismo, y la deuda crónica de sueño efectivo, en cantidad y calidad, es una de las mayores causas de sobrepeso-obesidad que no se logran controlar. Predispone también a la diabetes y a la hipertensión arterial, que son causa de problemas a nivel cardiovascular y cerebro vascular y de enfermedades neurodegenerativas. Además, parece ser que en el sueño profundo es cuando más eficaz es el sistema de eliminación de deshechos metabólicos cerebrales”, nos explica.

El experto puntualiza, además, que el sueño de calidad tiene un papel básico en la regulación de la inmunidad. “Hablamos de predisposición a infecciones de todo tipo, regulación de eficacia de las vacunas, predisposición al cáncer y a su peor o mejor evolución. Por no hablar de los datos existentes de su implicación en la regulación del dolor y en su intensidad, en la mayor o menor fertilidad de las mujeres en época reproductiva… Suma y sigue de lo que conocemos en la actualidad, que seguro que es insuficiente aún”, nos cuenta.

Por último, su papel en la regulación de la memoria, aprendizaje y la salud mental es imprescindible. “Está muy implicado en la regulación del estado de ánimo y de las emociones, sin una buena calidad y cantidad de sueño efectivo es muy difícil que éstos sean adecuados. La deuda crónica de sueño efectivo aumenta exponencialmente el riesgo de suicidio en personas deprimidas”, indica.

¿Cuántas horas dormir?

Teniendo todo esto en cuenta, nos surge la duda de cuáles deberían ser las horas mínimas de sueño para descansar de forma óptima. Y el experto apunta que hay que tener distintos factores en cuenta, pero que hay consenso en un número de horas general. “Estadísticamente, en un adulto el intervalo general adecuado es de 7 a 9 horas, y cada uno debe encontrar su mínimo para sentirse bien. La estadística dice que los adultos que duermen menos o más de ese intervalo de manera continuada viven menos y viven peor. Para la mayoría, dormir menos de 7 horas de calidad es poco conveniente, y dormir menos de 6 horas de calidad de forma continuada es peligroso para la salud. En el caso de los adolescentes, deberían dormir 9 horas, nunca menos de 8 horas. Los niños, más horas aún, más cuanto más pequeños son, por estar en fase de desarrollo, que no será adecuado si no duermen lo que necesitan”, nos dice Larrosa.

Y concluye señalando que tan importante como la cantidad es la calidad del sueño. “Datos recientes apuntan a que, en un adulto, quizás es mejor 6 horas de sueño de calidad que 8 horas de sueño de calidad insuficiente. Lo ideal es combinar buena calidad y cantidad, dentro de lo posible”, indica.