Hace unas semanas, el propio rey Carlos III comentaba durante un acto en el Centro de Aviación del Ejército en Middle Wallop, en Hampshire, que uno de los efectos secundarios del tratamiento oncológico al que se estaba sometiendo desde el pasado mes de febrero era la pérdida de gusto. Estamos, sin duda, ante uno de los problemas sobrevenidos que pueden padecer los pacientes que están en pleno proceso para recuperarse de un cáncer. Y es que los tratamientos oncológicos más utilizados para tratar de frenar la progresión del cáncer pueden traer consigo la aparición de los nunca deseados efectos secundarios. Dichos tratamientos actúan tanto sobre las células malignas como con las sanas, aunque lo cierto es que cada vez hay terapias más dirigidas, que tratan de minimizar dichas secuelas. Pero lo cierto es que algunos siguen apareciendo con frecuencia.
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¿Cuándo aparecen y cuánto tiempo suelen durar?
Tal y como nos explica la doctora María Pilar López Criado, oncóloga médica y jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y cuello y Melanoma de MD Anderson Cancer Center Madrid, con quien hemos hablado en profundidad sobre este aspecto, dependiendo del efecto secundario concreto puede aparecer en un momento u otro, en función de la célula que se vea afectada. “El ejemplo más claro lo vemos en las toxicidades hematológicas, es decir, las bajadas de defensas, como se conocen coloquialmente. Se producen en torno al día 8, al día 12 o el 15, que es los periodos de crecimiento de los glóbulos blancos, de los leucocitos”, nos detalla.
Mientras, matiza que las anemias pueden aparecer un poquito más tarde, porque los hematíes tienen una vida más larga y la médula los produce cada 100 días. Es decir, la aparición del efecto secundario puede variar en el tiempo en función del tipo de comportamiento biológico de la célula. “Por ejemplo, la clásica caída del pelo se suele producir en torno a los 21-28 días, porque es cuando la toxicidad es máxima en el folículo piloso y la célula en proliferación en ese momento se ve afectada”, cuenta la oncóloga. “Pero luego tenemos otras que pueden aparecer de forma no tan bien conocida. Hay toxicidades inmunes que pueden aparecer tras la primera dosis o al cabo de tres meses o incluso después de acabado el tratamiento. Pero es un tema complejo y depende de cada fármaco”, añade.
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Los efectos secundarios más habituales
¿Cuáles son los efectos secundarios más habituales entre los pacientes que se someten a estos tratamientos? “Los más habituales en términos de quimioterapia afectan a tres órganos y sistemas. El primero es el sistema reproductor, por lo que hay que tener cuidado con espermatozoides, óvulos o embriones. Es una toxicidad menos conocida, pero que obliga a criopreservar o a indicar que se optimicen las medidas anticonceptivas. Después, otro sistema que se ve alterado prácticamente siempre, y es peligroso, es el sistema hematopoyético, es decir, glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Según los fármacos y las combinaciones, se pueden producir anemia, pérdida de glóbulos blancos o pérdida de plaquetas. Y luego el sistema más llamativo, que es el que afecta a la piel y las mucosas, que implica sequedad de pelo, de piel, caída de pelo, alteraciones en las uñas o en las mucosas... son bastante comunes. Estos son los más clásicos”, apunta la doctora de MD Anderson.
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El caso concreto de la pérdida del gusto
Como anticipábamos, hace unas semanas se supo que el rey Carlos III había perdido el gusto debido al tratamiento oncológico al que se estaba sometiendo. Nos planteamos si la pérdida del gusto es uno de los efectos secundarios más habituales. “Las mucosas se alteran de forma especial por quimioterapia. También en el caso de la radioterapia, sobre todo localmente, si se trata de tumores en la boca o en el sistema nervioso, el cerebro, la nariz... Pero los nuevos tratamientos también alteran el sistema inmune, y pueden dar lugar a alteraciones en las mucosas. El trastorno del gusto sí que es uno de los más clásicos”, nos anticipa.
Y añade un aspecto importante: quizá se le ha dado menos importancia de la que tiene este aspecto para la persona que lo padece. “La Fundación MD Anderson Cancer Center España cuenta con un proyecto desde hace varios años que se llama 'El sabor perdido', que aborda este aspecto y se le quiere dar esa relevancia y ese papel que hasta ahora no se había considerado. Quizá porque no paramos un tratamiento porque el paciente no tenga el gusto adecuado o no tenga gusto como lo recordaba, pero sí es muy común y altera mucho las condiciones de vida del paciente”, nos detalla la doctora.
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Cómo afrontar los efectos secundarios
¿Qué consejos suelen resultar de utilidad para combatir estos efectos secundarios? En opinión de la oncóloga, es un campo tan amplio, que es muy difícil hacer consejos globales que sirvan a todos los pacientes por igual. “Quizá el más útil es, por favor, que informen a su médico o a su enfermera de los efectos que vayan notando. Seguramente a los pacientes ya les han explicado en consulta los efectos más comunes en su caso y pueden estar preparados, hay técnicas para minimizarlos y hay que ponerlas en práctica. Yo suelo decir que es mejor evitar el efecto secundario, que enfrentarlo una vez que se produce. Es decir, es mejor evitar la náusea que tratarla una vez que ésta se ha producido. Porque nuestro cerebro tiene memoria y puede hacer que esto sea imposible. Una vez que he tenido náuseas o vómitos con quimio, va a ser muy difícil evitarla. En este sentido, es fundamental informar de cualquier efecto, incluso después del tratamiento. Es fundamental consultar con su equipo de profesionales”, nos cuenta la doctora.
Los efectos secundarios con las nuevas terapias
Al hilo de esto, nos planteamos si la llegada de las nuevas terapias contra el cáncer ha contribuido a reducir los temidos efectos secundarios. “Lo cierto es que los efectos clásicos de la quimioterapia, como pueden ser esas caídas de pelo, esas bajadas de defensas, se han minimizado mucho con las terapias dirigidas o con la inmunoterapia”, nos confirma la doctora. Pero avisa de que ha surgido y está surgiendo un problema diferente, un efecto secundario muy intenso, que a corto plazo tiene un impacto y efectos secundarios más leves, pero más duraderos en el tiempo, más persistentes. “Se está trabajando mucho ahora sobre lo que supone un tratamiento indefinido de un cáncer, que me quita el tumor, pero que me puede suponer un trastorno de gusto permanente, o pequeñas diarreas, o alteraciones en las uñas o en la piel que no son graves. No estoy hablando de grandes toxicidades, pero sí de problemas que van a persistir”, explica la doctora. Y añade que, además, pueden aparecer toxicidades tardías, es decir, que pueden aparecer incluso después de acabado el tratamiento. “Es decir, está cambiando el tipo de toxicidad”, nos cuenta.
La importancia de minimizar los efectos secundarios
En el campo de la oncología, sí que se está trabajando para tratar de minimizar los efectos secundarios de los tratamientos. “Una de las áreas de trabajo y de desarrollo, quizá no bien reconocida, está en la reducción de estas toxicidades, que limitan mucho la calidad y la cantidad de vida de nuestros pacientes. Desde luego, cada vez hay una mayor conciencia de minimizar los efectos agudos o crónicos de los tratamientos, porque ponen en riesgo, en primer lugar, la vida del paciente. Y es que no podemos olvidar que una bajada de defensas con una infección puede matar a un paciente. Pero también las condiciones de vida a medio plazo. El no poder comer porque no me sabe la comida, el tener que condicionar el no poder tener hijos o tener algún problema de fertilidad. Claro que limita mucho los las condiciones y se está trabajando de forma muy activa”, nos cuenta.
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¿Aparecen tanto en tratamientos de quimioterapia como en la radioterapia?
Estos efectos secundarios pueden aparecer tanto en los tratamientos de quimioterapia como de radioterapia. “La quimioterapia es un tratamiento sistémico, por tanto, pueden aparecer estos problemas clásicos que comentamos, que afectan al sistema reproductor, bajadas de defensas o alteraciones de piel y mucosas, dependiendo de los fármacos y la combinación que se maneje. Mientras, en el caso de la radioterapia depende del sitio que se radie”, detalla le especialista.
Riesgo de cronificarse
La última duda que nos surge es si estos efectos secundarios pueden llegar a convertirse en crónicos. Tal y como nos explica la doctora, las nuevas terapias, en principio, deberían mejorar las toxicidades al terminar el tratamiento y parece que vamos por este camino. “Incluso alguna toxicidad grave que pensábamos que era irreversible puede revertir con el tiempo, una vez el paciente siga vivo y sin el tumor”, nos comenta la doctora. Pero añade que es también cierto que puede haber toxicidades que nos marquen de por vida. Y nos habla de toxicidades, por ejemplo, en términos de fertilidad, o alteraciones del pelo que no revierten en pacientes que han hecho varias líneas de quimioterapia o imposibilidad de crecimiento del pelo en pacientes radiados, en los que se han afectado zonas del cuero cabelludo, o también alteraciones en zonas de la boca, por ejemplo en la lengua, cuando se ha operado y se ha radiado ese órgano.
“Hay muchos aspectos que en algún caso nos pueden dejar una secuela de por vida. Con las nuevas terapias no debería ocurrir. Y por ejemplo, las terapias dirigidas, normalmente la toxicidad se resuelve y se recupera por completo”, concluye la doctora.