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Por qué no debemos acostumbrarnos a vivir con dolor

'Despídete del dolor' es el título del libro de la doctora Carla Méndez Losi, con quien hemos hablado sobre la importancia de reducir la inflamación para lograr evitar que el dolor se cronifique


Actualizado 4 de junio de 2024 - 13:45 CEST

Los datos no dejan lugar a la duda: una de cada tres mujeres sufre reglas dolorosas, dos de cada diez sufren migrañas, siete de cada cien son diagnosticadas con fibromialgia y uno de cada cinco adultos vive con artritis. El dolor crónico se convierte en el compañero inesperado de fatigas para muchas personas, especialmente en el caso de las mujeres. Así lo explica la Dra. Carla Méndez Losi, doctora en biología molecular y especialista en epigenética y microbiota, que explora en su libro Despídete del dolor cómo los alimentos vegetales pueden reducir la inflamación y restaurar el equilibrio del cuerpo para dejar de tener dolor.

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No deberíamos resignarnos a vivir con dolor. Sin embargo, ¿por qué hay tantas personas que lo hacen y no encuentran solución?

Tenemos que plantearnos pensar que lo que ha generado el dolor ha sido un estilo de vida que es inflamatorio. No tenemos suficientes nutrientes, nuestros hábitos no van acorde a las necesidades de nuestro cuerpo y tenemos unas emociones que tal vez no sabemos manejar el estrés. Por lo tanto, para encontrar la solución tenemos que volver a esas cosas que hacen que nuestra vida no esté al 100%.

El título del libro es bastante directo, 'Despídete del dolor'. ¿Es una tarea difícil de conseguir?

Despedirse del dolor no es una tarea difícil siempre y cuando nosotros hayamos tomado una decisión clara de lo que queremos lograr. ¿Eso que quiere decir? Que si nosotros ya tenemos claro que queremos vivir una vida sin dolor, sin artritis, sin migraña, sin fibromialgia o cualquier síntoma que genere inflamación, tenemos que crear una serie de pasos consecutivos, porque muchas veces pasa algo que se llama parálisis por análisis, donde sabemos que nuestra vida no es la mejor, y sabemos que tenemos que hacer muchos cambios, pero eso nos aleja del resultado. Lo que nos va a acercar a despedirnos del dolor es generar una propuesta paso a paso, no solamente de cambio de alimentación, sino de hábitos y de emociones, tal cual como lo propongo en el libro Despídete del dolor.

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'Dormir dolía. Caminar dolía. Comer dolía. Vivir dolía', apunta. El dolor puede llegar a condicionar en gran medida la vida de quien lo padece. ¿Cómo se afronta esta situación desde el punto de vista psicológico?

A medida que pasa más tiempo la persona con dolor, más genera una percepción de dolor elevada por todas las cosas que no podemos hacer, por los cumpleaños que nos perdemos, por la vida de la familia donde no estamos, por estar mucho tiempo en la cama sin hacer aquello que nos hace felices. Entonces, cada vez que nosotros vemos que no nos podemos valer y que necesitamos depender de otra persona, nos va afectando, por supuesto, psicológicamente, porque si no tenemos una solución, no tenemos una guía o una inspiración de personas que lo hayan superado... Nos hemos acostumbrado a decir “esta es mi vida con dolor”, y eso se vuelve en nuestra contra.

Frente al dolor, analgésicos... ¿por qué deberíamos entender, de una vez por todas, que es un error recurrir solo a la medicación?

A mí me gusta decir en esta pregunta que la medicación y los fármacos antiinflamatorios y antidolores son una estrategia para poder salir de una crisis, y cuando salimos de una crisis y estamos ayudándonos con esa medicación que en muchos casos nos salva la vida, tenemos que literalmente emprender pasos que nos hagan bajar la inflamación. Eso a veces a mí me gusta ponerlo de esta manera: imagínate que tú en tu jardín tienes una mala hierba que sigue creciendo y creciendo y creciendo y tú lo único que haces es cortar la parte de arriba, pero la raíz de abajo sigue estando allí por lo tanto la planta sigue creciendo. Lo mismo sucede con el dolor y con los analgésicos. El analgésico nada más está bloqueando la última parte de esa sensación de dolor, pero lo que genera el dolor, llamémoslo infecciones, llamémoslo una desnutrición, llamémoslo deshidratación, hábitos no acordes con nuestra biología o incluso emociones muy estresantes como miedo, frustración, vergüenza, eso va a hacer que esa hierba o esa mala hierba y ese dolor siga creciendo.

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¿Por qué piensa que las mujeres sentimos más dolor que los hombres?

En muchos casos esta pregunta tiene varias respuestas. Las mujeres, gracias a nuestro ciclo infradiano, es decir nuestro ciclo hormonal, durante el mes tenemos fluctuaciones de nuestras hormonas que los hombres no tienen. Y eso hace que nosotros tengamos una percepción del dolor o de los estímulos completamente diferentes. Además, el cerebro de la mujer suele funcionar de una forma completamente diferente y asociamos más la respuesta física, las sensaciones, frente a las emociones. Por lo tanto, si estamos en un momento con mucho estrés, con diferentes estímulos, esa percepción va a hacer que tal vez sea mucho más fuerte en las mujeres que en los hombres. Luego también, el tema de que las mujeres y lo que origina el dolor, solemos estar más en contacto con cosas tóxicas. Desde muy pequeñas estamos en contacto con los productos de higiene femenina que tal vez pueden tener pesticidas y herbicidas. Estamos en contacto con el maquillaje, pintarnos las uñas, pintarnos el cabello. Tenemos muchos productos de aseo personal y eso va intoxicando nuestro cuerpo, además de tal vez llevar una alimentación procesada. Y eso ocurre muchísimo más en las mujeres que en los hombres.

¿Es la dieta uno de los principales aliados que tenemos a nuestro alcance para conseguir acabar con el dolor, cuando este es crónico?

Cuando este es crónico, sí. ¿Por qué? Porque comer siempre lo vamos a hacer. Y podemos tomar una decisión muy clara en nuestra alimentación. Muchas veces tenemos que decirle sí a nuestra salud y decirle que no a nuestra cultura gastronómica. Porque muchas veces a veces nos vale más tener la vitalidad y energía para poder estar con nuestra familia, nuestra pareja, es salir con amigos que literalmente comer. Entonces, lo que sí podemos cambiar, es muy fácil, y que lo podemos hacer con los alimentos del supermercado, es cambiar el plato. ¿Por qué? Porque los alimentos de origen vegetal tienen una alta cantidad de compuestos antiinflamatorios, de compuestos que son antiparasitarios, antifúngicos, antivirales, que hacen que nuestro cuerpo funcione mejor.

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En concreto, habla de una dieta vegetal, ¿hay que limitar el consumo de los alimentos no vegetales?

Cuando nosotros estudiamos a nivel de las poblaciones lo que genera más longevidad y más salud y a nivel, por ejemplo, de la microbiota, la salud de la microbiota, se habla de que a medida que comamos más plantas en nuestra alimentación, más cercano al 100%, vamos a tener más salud. Esto quiere decir que si una persona está pasando por un proceso muy inflamatorio, tal vez necesitemos hacer una dieta 100% vegetal durante un tiempo para bajar esa inflamación. Ahora, yo llevo seis años consumiendo 100% una alimentación vegetal alta en crudo, muchas verduras, muchas frutas, pero también con legumbres, con cereales de grano entero sin gluten, con tubérculos y no hay ninguna deficiencia.

Ahora, lo que sí sabemos que debemos limitar lo que ya nos dice la Organización Mundial de la Salud, nos dice incluso la Escuela de Nutrición de la Universidad de Harvard, es que las carnes procesadas, las carnes rojas, generan inflamación en el cuerpo y lo que queremos es evitarlas. Los lácteos para el 70% de la población que es intolerante genera inflamación en el cuerpo y por supuesto todos los añadidos y productos químicos que estamos consumiendo. Desde mi recomendación podemos llevar una alimentación 100% vegetal, porque será muchísimo más favorable para tener una microbiota saludable, para tener suficientes antioxidantes y a partir de allí quien decida si llevar un 100% un 95% o un 90% de alimentación no procesada con algo animal eso también puede funcionar dependiendo del grado de toxicidad y los objetivos de salud que tenga la persona.

¿Por qué cree que para muchas personas una dieta vegetal es sinónimo de una dieta aburrida?

Esto básicamente pasa porque nos han enseñado que tal vez la ensalada es algo aburrido y no hemos visto que las ensaladas tienen que ir variando dependiendo de la estación. Nosotros no solamente comemos ensaladas, aunque los vegetales crudos son parte de la alimentación fundamental antiinflamatoria. Pero lo que nos aburre realmente es que estamos tan intoxicadas, por decirlo de alguna manera, de sabores tan fuertes por el azúcar, por la sal y por el aceite, que cuando hablamos de una alimentación antiinflamatoria básicamente no podemos detectar cuando esos sabores tenues son también deliciosos. Entonces, a veces hay que hacer una reprogramación emocional frente a lo que es aburrido. A mí me gusta decirle a mis asesoradas que es más aburrido estar en la cama con dolor que tener que comerte tu ensalada, tus frutas, tus legumbres, tus cereales y tus tubérculos, que se pueden hacer de miles maneras. Lo que pasa es que realmente tenemos unas papilas gustativas que no están adaptadas a un nivel menor de sabor por la sal, por el aceite, por el azúcar y que literalmente creemos que no podemos hacer recetas divertidas, por ejemplo, tacos, pizzas que sean realmente antiinflamatoras, incluso hamburguesas. Todo eso se puede hacer y está escrito en el libro Despídete del dolor. Alternativas viendo que realmente se puede llevar a una alimentación colorida, saludable y muy antiinflamatoria con solamente vegetales.

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¿Uno de nuestros principales objetivos debería ser combatir la inflamación, por el vínculo que tiene con el dolor?

Bueno, el dolor es una consecuencia de la inflamación. Y la inflamación se puede ver de muchas maneras. El dolor se puede ver por hinchazón, se puede ver por rojeces, se puede ver por quemazón... Y el dolor es una de esas señales producto de la inflamación. Entonces, si nosotros queremos eliminar ese dolor, tenemos que abordar qué está inflamando el cuerpo. Por ejemplo, falta de vitaminas y minerales, estar crónicamente deshidratadas, por ejemplo, no tener suficientes vitaminas porque la comida que comemos es absolutamente procesada y las vitaminas, por ejemplo, las vitaminas del complejo B, la vitamina B9 o incluso la vitamina C no están en una buena cantidad en nuestro cuerpo para combatir los radicales libres y la inflamación.

¿Cuáles son las claves de una dieta antiinflamatoria en su opinión?

Tenemos que eliminar alimentos que generan inflamación, tanto de origen animal como vegetal, y tenemos que traer alimentos más antiinflamatorios. En este sentido tenemos que eliminar alimentos vegetales que generan inflamación: azúcares, harinas refinadas, sobre todo aquellas que llevan gluten y los aceites refinados. A nivel animal tenemos que eliminar las carnes rojas, las carnes procesadas y los lácteos. Sin embargo, yo siempre sigo recomendando 100% vegetal porque muchos productos animales consumidos de la forma como se consumen al día de hoy, generan inflamación. Ahora, cuando sacamos tenemos que traer, y una buena opción es fruta de todos los colores y de temporada. Queremos traer más verduras de hojas verdes, sobre todo las crucíferas, el brócoli, la coliflor y hojas verdes, por ejemplo, las espinacas, las lechugas, el cilantro y el perejil, que además tienen componentes antiinflamatorios. Queremos traer en nuestra alimentación especias, por ejemplo, la cúrcuma, la canela, el jengibre a diario, tanto en la mañana como en la noche y además eso nos va a dar muchísimo sabor en nuestros platos. ¿Qué más debe llevar? Por ejemplo, tubérculos, los boniatos, las patatas moradas, todo tipo de tubérculos con su almidón resistente, por ejemplo, ayudan a tener una microbiota más flexible y menos inflamada. Y, además, se ha visto que otros alimentos como las setas, por ejemplo, los ajos, las cebollas, incluso los cereales de grano entero y la legumbre cocinada de forma correcta, como se explica en el libro, hace que tengamos una serie de nutrientes que hacen que nuestro cuerpo esté verdaderamente no inflamado.

'Cambiar tu plato puede tener consecuencias tan radicales como reducir el dolor en un 80% en 15 días, como me pasó a mí'. No es, por lo tanto, una quimera, sino que se basa en hechos y estudios probados, ¿no es así?

Esto va a depender de cada persona. Hay personas que pueden responder muy rápido, dependiendo de su nivel de toxicidad, y personas que van a responder mucho más lento. El tipo de alimentación antiinflamatoria no pretende ser una dieta milagro, sino un cambio de estilo de vida. Y en ese cambio de estilo de vida incluimos hábitos y también incluimos un trabajo emocional en conjunto con tener el cuerpo bien nutrido. Y esto no lo dice la evidencia científica al final del día. Cuando yo sané ese primer dolor, el 80% de articulaciones, lo hice porque había mucha evidencia científica que decía que comer más alimentos vegetales y menos procesados revertía y prevenía enfermedades crónicas que tenían origen en la inflamación. Ahora, todo esto se junta como una estrategia como lo hablamos en el libro en el método ENE que se trata de desintoxicar nuestra vida, se trata de tener excelencia nutricional y también se trata de tener una elevación de nuestras emociones.

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Habla también de otros 'hábitos antidolor'. ¿Cuáles piensa que son los que más deberíamos apuntar en nuestra lista si queremos acabar con ese dolor que nos incapacita?

Los hábitos antidolor son muy básicos. A mí me gusta decir que el mayor obstáculo para recuperar nuestra salud y despedirnos del dolor es el tiempo. Porque no nos hemos dedicado el tiempo suficiente. ¿Qué significan esos hábitos antidolor? El primero, tener contacto con el sol. Vivimos en un cuarto oscuro, sobre todo si tenemos dolor, o vivimos con dolores porque estamos en una oficina y nunca estamos en contacto con el sol, que regula nuestro ritmo circadiano, que regula nuestra producción de melatonina, que eso baja el dolor en nuestro cuerpo y la inflamación y los radicales libres, nos regula nuestro ánimo. Entonces el primer hábito que tenemos que tener en cuenta es estar más en contacto con el sol, dependiendo del tipo de piel que tengamos, tenemos que estar en contacto en la mañana, al mediodía de la noche, para poder regularizar eso.

Luego, otro hábito que debemos empezar a aplicar, por ejemplo, es empezar a caminar descalzos, por ejemplo, que ya se sabe que nuestro contacto con la naturaleza hace que nuestra dinámica electromagnética cambie y se desinflame nuestro cuerpo al descargar nuestra electricidad, por ejemplo hacer tierra mejor dicho (eso en inglés se llama grounding y forest bathing), pero básicamente es conexión a tierra.

Y hay otro hábito muy bueno que podemos hacer que se llama respirar. Como vivimos en un ambiente estresado todo el tiempo, básicamente lo que queremos es empezar a respirar de tal forma que nuestro sistema autónomo se empiece a regularizar y eso lo logramos con respiraciones, por ejemplo, diafragmáticas lentas, donde utilicemos el diafragma y donde se estimule también el nervio vago, que al final del día hace que nuestro cuerpo esté muchísimo más relajado.

Por último, ¿qué se va a encontrar la persona que se encuentra ante las páginas de su libro, a quién va destinado especialmente?

Este libro va destinado específicamente a mujeres, porque somos más mujeres que hombres las que tenemos dolor. Somos mujeres las que intentamos buscar una respuesta de cómo está funcionando nuestro cuerpo. Somos mujeres las que intentamos entender por qué la medicación durante décadas no ha funcionado. Somos mujeres que, tal vez, queremos entender que hay otras cosas que van más allá de la farmacología para reparar a nuestro cuerpo. Lo que se van a encontrar en Despídete del dolor es un estudio que a mí me ha llevado mi propio proceso de sanación y el que he hecho con mis asesoradas de entender que nuestro cuerpo está tóxico de muchas maneras, va a entender una nutrición que le va a dar muchos más nutrientes y va a entender que sus emociones son parte de este proceso de sanación. Y sobre todo se van a encontrar en el libro Despídete del dolor testimonios de personas que han logrado despedirse de su artritis, de su migraña, incluso de dolores crónicos, por ejemplo, de regla o de reglas dolorosas. Entonces, se van a encontrar un libro de inspiración y un libro con evidencia y con un paso a paso para empezar a dar cambios que le lleven a un lugar donde su cuerpo esté menos inflamado y, por supuesto, con el objetivo de tener menos dolor.