Sabemos que el ejercicio es bueno en todo momento. Es una de las claves fundamentales para tener buena salud en cualquier momento de nuestra vida y cualquier circunstancia. Por ejemplo, incluso si existe una condición médica como un cáncer. Mantenerse activo durante el tratamiento de una enfermedad oncológica es básico para recuperarse y para mantener una buena calidad de vida. Nos habla de ello Soraya Casla, especialista en Ejercicio Oncológico, co-fundadora de la academia Ejercicio y Cáncer (www.ejercicioycancer.es), que además, recientemente, ha participado en el taller para pacientes “Aquí para mantenerse activa ante un cáncer de mama”, organizado por el Hospital Severo Ochoa de Leganés y Novartis.
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¿Por qué es importante el ejercicio físico para las personas que han sido diagnosticadas con cáncer?
El ejercicio es importante por varios motivos: el primero es que mejora la salud y aumenta la supervivencia, lo que permite a las mujeres vivir más y mejor. Además, reduce los efectos secundarios de los tratamientos, previene la ganancia de peso, aumenta la masa muscular y mejora la capacidad cardiovascular, lo que también tiene un efecto muy importante en la prevención de otras enfermedades a largo plazo que pueden aparecer tras los tratamientos: diabetes, cardiopatías, hipertensión, depresión y ansiedad...
¿Qué tipo de ejercicio recomienda específicamente para los pacientes con diferentes tipos de cáncer?
Las recomendaciones generales son las mismas para los diferentes tipos de tumores y se ha visto que el ejercicio que combina ejercicios de propiocepción y equilibrio, ejercicio de fuerza y ejercicio cardiovascular que incluya picos de intensidad es el más beneficioso para los pacientes. En este caso, es importante adaptar la intensidad a las necesidades de cada paciente y algunos ejercicios en concreto también se adaptan a las limitaciones específicas que pueden producir los tratamientos locales de los diferentes tipos de tumor: por ejemplo, más movilidad y tono del hombro y la espalda en pacientes con cirugías mamarias, movilización y ejercicios de activación del transverso y glúteo en pacientes con cirugías abdominales... Lo más importante es saber programar una adecuada planificación de los tipos de ejercicios y de la intensidad a cada paciente, valorando además si tienen tratamiento activo y hay que adaptar la intensidad y los tiempos de recuperación. Otro aspecto esencial es la variedad de estímulo, trabajando no solo con diferentes ejercicios, sino también con diferentes elementos (gomas, pesos altos/bajos, cuestas...) que permitan mayor adaptación del paciente al ejercicio y una mayor evolución.
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¿Cuáles son los beneficios del ejercicio durante el tratamiento del cáncer y después de la recuperación?
Los principales beneficios son que, durante el tratamiento, se reduce la fatiga y los efectos secundarios, lo que ayuda a que el paciente se sienta mejor durante este proceso, que sea constante en el tratamiento recibido y, estos tratamientos, puedan ser más efectivos. Al finalizar, se piensa que los tratamientos dejan de hacer efecto y, sin embargo, siguen manteniéndose efectos secundarios a largo plazo, como son las neuropatías periféricas (falta de sensibilidad), la fatiga, las molestias musculares y articulares... esto hace que el ejercicio sea necesario mantenerlo a posteriori, para prevenir y reducir estos efectos secundarios. Además, tras los tratamientos, se ha visto que aumenta el riesgo de que aparezcan otras enfermedades metabólicas y cardiovasculares (hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes o alteraciones cardiacas) para las cuales el ejercicio es la mejor prevención primaria en la mayoría de los casos.
¿Es suficiente practicar yoga o caminar o se recomienda combinarlo con algo más intenso?
Como hemos comentado, las principales instituciones en materia de salud y ejercicio como son la Organización Mundial de la Salud y el Colegio Americano de Medicina Deportiva, en línea con los principales estudios en este ámbito, han demostrado que el ejercicio físico debe incluir diferentes tipos de ejercicio e intensidades para que sea eficaz. Y, además, debe combinar una buena programación de estos ejercicios e intensidades para conseguir una adecuada evolución del paciente.
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¿El ejercicio de fuerza es seguro y beneficioso?
Sí, es completamente seguro siempre que los pesos estén adaptados a cada paciente y que la evolución de estos pesos sea adecuada. Por otro lado, también es fundamental cuidar las posturas y combinarlo con ejercicio cardiovascular para favorecer una mejor adaptación.
¿Qué factores deben tenerse en cuenta al diseñar un programa?
Nosotros, en Ejercicio y Cáncer realizamos una valoración inicial que incluye el tipo de tumor, el tipo de tratamiento recibido, las posibles cirugías, el estado de la enfermedad y el nivel físico tanto cardiovascular, como funcional y de fuerza, contando también con posibles patologías que no sean el cáncer. Con estos datos, adaptamos nuestro programa a las necesidades de cada paciente para que este sea lo más adaptado y eficaz posible. Sin embargo, lo realizamos de manera grupal para mejorar la motivación y la adherencia al ejercicio.
¿Cómo puede el ejercicio ayudar a reducir los efectos secundarios del tratamiento del cáncer, como la fatiga y la debilidad?
El ejercicio ayuda de diferentes formas: mejora la producción de energía, mejora la inervación periférica y activa de manera más eficaz la musculatura, reduce la inflamación y mejora la función del sistema inmune. Por lo tanto, mejora todos los sistemas que se ven afectados por los tratamientos y que se relacionan con la fatiga: el sistema nervioso, el metabolismo, el sistema cardiovascular y el sistema inmune.
¿Qué papel juega la nutrición?
La nutrición es otra parte más igual de importante, ya que cómo nos nutrimos nos lleva a que nuestro cuerpo funcione mejor y también a que el ejercicio tenga más efecto en el cuerpo, aumentando todavía más estos beneficios.
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¿Existen contraindicaciones o situaciones en que se debe evitar el ejercicio?
Sí, situaciones que el clínico recomienda no realizar ejercicio (problemas cardiacos, inflamatorios o respiratorios), alteraciones funcionales que requieran de una rehabilitación previa, tener una diarrea o alteración gástrica que no permita una alimentación o hidratación normal, o tener una infección activa. Estos son los más importantes, pero siempre hay que preguntar al médico de referencia si se puede hacer ejercicio.
¿Qué recomendaciones específicas daría a los pacientes con cáncer que están comenzando un programa de ejercicio por primera vez?
Que intenten realizar ejercicio físico siempre de manera progresiva, que intenten buscar un profesional que les ayude y asesore en las primeras semanas y que intenten realizarlo en grupo para aumentar su adherencia y beneficio global del ejercicio.
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