La inflamación crónica es un tipo de respuesta del sistema inmunológico que persiste durante un período prolongado de tiempo, generalmente durante semanas, meses o incluso años. “A diferencia de la inflamación aguda, que es una respuesta rápida y temporal del cuerpo a una lesión o infección, la inflamación crónica es más prolongada y puede estar relacionada con una variedad de condiciones de salud, como enfermedades autoinmunes, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, artritis reumatoide, enfermedades pulmonares crónicas, entre muchas otras”, nos explica la doctora Violant Poca, jefa del Servicio de Reumatología del Hospital Sanitas CIMA.
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¿Qué la causa?
La doctora nos detalla que la inflamación crónica puede ser causada por diferentes factores y en muchas ocasiones, ser multifactorial. “Algunos factores destacables, sobre los que podemos influir para modificarlos son: la exposición a toxinas ambientales, el estrés crónico, la obesidad, la dieta poco saludable, el tabaquismo y la falta de ejercicio físico”, detalla la especialista, que nos explica que aunque la inflamación es una respuesta natural del cuerpo para intentar combatir la enfermedad y promover la curación, cuando se vuelve crónica puede contribuir al desarrollo y la progresión de diversas enfermedades crónicas. “El interés de todos nosotros como científicos en investigar sobre las vías que producen inflamación crónica y la forma en que podemos modularlas, ha adquirido especial relevancia en los últimos años”, apunta.
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Señales de inflamación crónica
Ya tienes claro qué es y cuáles son las causas, pero tal vez no tienes claro si esos signos que te está lanzando tu cuerpo pueden ser señal de una inflamación crónica. Por eso, le hemos preguntado a la doctora cuáles son las señales que nos pueden alertar de que padecemos este problema. “La inflamación crónica puede manifestarse de diversas formas y sus síntomas pueden variar dependiendo de la causa subyacente y de los órganos o sistemas afectados”, anticipa y nos explica que algunas señales que podrían alertar de la presencia de un problema de inflamación crónica incluyen:
- Fatiga persistente: La fatiga extrema que no mejora con el descanso adecuado podría ser un signo de inflamación crónica.
- Dolor articular o muscular crónico: La inflamación crónica podría causar dolor persistente en las articulaciones o los músculos, que no mejora con el tiempo y los tratamientos habituales.
- Hinchazón o sensibilidad en las articulaciones: La inflamación puede provocar hinchazón, sensibilidad o rigidez en las articulaciones afectadas.
- Problemas gastrointestinales recurrentes: La inflamación crónica en el tracto gastrointestinal puede causar síntomas como dolor abdominal, distensión abdominal, dispepsia, diarrea o estreñimiento crónico.
- Problemas de piel persistentes: La inflamación crónica también puede manifestarse en la piel en forma de erupciones cutáneas, enrojecimiento, picazón o descamación crónica.
- Problemas respiratorios crónicos: La inflamación a nivel pulmonar puede causar síntomas como dificultad para respirar, tos persistente o producción de flema sin causa básica aparente.
- Problemas de peso: La obesidad y el exceso de grasa corporal también pueden estar asociados con la inflamación crónica.
- Síntomas autoinmunes: La inflamación crónica puede desencadenar o empeorar enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, el lupus, la enfermedad de Crohn o la Colitis Ulcerosa.
- Dificultades cognitivas: Algunas personas experimentan dificultades de concentración, pérdida de memoria o problemas cognitivos debido a la inflamación crónica, especialmente en condiciones como la encefalitis autoinmune. El papel de la inflamación crónica en las enfermedades neurodegenerativas parece consolidado.
- Cambios de humor o depresión: La inflamación crónica puede afectar el equilibrio de neurotransmisores en el cerebro, lo que puede contribuir a cambios de humor, irritabilidad o depresión.
“Es importante tener en cuenta que estos síntomas pueden ser causados por una variedad de condiciones diferentes, y la presencia de uno o más de estos síntomas no necesariamente indica que se tenga inflamación crónica. Si experimenta alguno de estos síntomas de manera persistente, es importante buscar atención médica especializada, para obtener un diagnóstico y un enfoque terapéutico adecuado y soportado siempre por la Medicina Basada en la Evidencia y no en pseudociencias”, matiza.
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Una patología, en ocasiones, silenciosa
Lo cierto es que en ocasiones se trata de una patología peligrosa y silenciosa, porque esos síntomas, en ocasiones, son algo difusos, sutiles, se confunden con otros problemas de salud. Nos lo confirma la doctora, que explica que en efecto se trata de síntomas poco concretos (a veces simplemente llagas dolorosas muy frecuentes en la boca, febrícula habitual o cansancio inusual y sin una causa aparente) que se pueden confundir con otras enfermedades o incluso con situaciones clínicas que no se consideran patológicas.
“Solamente un proceso de diagnóstico médico especializado, que requiere un tiempo para valorar la evolución clínica de los diferentes síntomas y signos que presenta el paciente, asegurará mejor el correcto diagnóstico. Sin embargo, hay que tener en cuenta que dada la pléyade sintomática que, como hemos visto, pueden producir los procesos inflamatorios crónicos, hay que saber que es bastante habitual que el diagnóstico se modifique con el tiempo, no por errores diagnósticos, sino porque el propio curso natural de la enfermedad, con el tiempo, defina mejor o establezca diagnósticos distintos o asociados a los planteados inicialmente”, apunta la doctora Violant Poca.
Consecuencias para la salud de la inflamación crónica
¿Qué consecuencias para la salud tiene la inflamación crónica? La doctora cita un estudio publicado en 2018 en la revista “Nature”, donde recogía que más del 50% de todas las muertes en el mundo están directamente relacionadas con estados de inflamación crónica: desde cardiopatías isquémicas, es decir, cuando las arterias que suministran sangre al músculo del corazón se obstruyen, a accidentes cerebrovasculares, cáncer, diabetes, enfermedades autoinmunes o neurodegenerativas, etc.
“Tal vez lo más importante a extraer de esta información, sin alarmarse, sea que la presencia continua de síntomas, como los que aquí hemos relacionado, debe hacer consultar con un médico y seguir las indicaciones que éste indique para poder hacer un diagnóstico diferencial que ayude a alcanzar un diagnóstico más definitivo”, argumenta.
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Estrategias para combatir la inflamación crónica
¿Cómo podemos revertir esta situación, qué estrategias tenemos a nuestro alcance para acabar con la temida inflamación crónica? Tal y como nos explica la doctora, mejorar la inflamación crónica generalmente implica un enfoque integral que aborde múltiples aspectos del estilo de vida y la salud. “Aquí destaco algunas estrategias que pueden ayudar a prevenir el desencadenamiento de patologías mediadas por la inflamación crónica”, nos cuenta.
- Dieta saludable: Consumir una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables puede ayudar a reducir la inflamación. Algunos alimentos conocidos por tener propiedades antiinflamatorias incluyen el pescado graso (como el salmón, la caballa y las sardinas), las nueces, las semillas, el aceite de oliva virgen extra, las bayas y las especias como la cúrcuma y el jengibre.
- Reducir el consumo de alimentos con características pro-inflamatorias: como son los alimentos procesados, azúcares refinados y grasas saturadas. Reducir el consumo de alimentos ricos en sodio, puede ayudar a reducir la inflamación. Además, algunas personas pueden ser sensibles a ciertos alimentos, como los lácteos o el gluten, y reducir su consumo puede ayudar a controlar la inflamación.
- Controlar el peso corporal: Mantener un peso saludable puede ayudar a reducir la inflamación, ya que el exceso de grasa corporal puede contribuir a la producción de moléculas inflamatorias (el llamado Síndrome metabólico). Esto se puede lograr mediante una combinación de una alimentación saludable y ejercicio regular.
- Ejercicio regular: La actividad física regular puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar la salud en general. Se recomienda realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada o 75 minutos de ejercicio vigoroso cada semana, además de ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos días a la semana.
- Gestión del estrés: El estrés crónico puede contribuir a la inflamación, por lo que es importante encontrar formas de gestionar el estrés, como la meditación, la respiración profunda, el yoga, la práctica de la atención plena, el ejercicio y el tiempo de calidad con amigos y familiares.
- Descanso adecuado: Dormir lo suficiente y tener un sueño de calidad es fundamental para reducir la inflamación y promover la salud en general. Intenta establecer una rutina de sueño regular y crear un ambiente propicio para dormir, evitando las pantallas antes de acostarte y manteniendo tu habitación fresca, oscura y tranquila.
- Evitar el tabaco y el humo del tabaco y limitar el consumo de alcohol: El tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol pueden aumentar la inflamación y contribuir a una variedad de problemas de salud. Evitar el tabaco y limitar el consumo de alcohol pueden ayudar a reducir la inflamación y mejorar la salud en general.
- Manejo de condiciones médicas subyacentes: Si usted sabe que tiene una enfermedad crónica que causa inflamación, como la Artritis Reumatoide, el Lupus, la Psoriasis o la enfermedad de Crohn, es importante seguir el plan de tratamiento recomendado por su médico especialista para controlar la inflamación y minimizar los síntomas.
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Buscar la causa de la inflamación
Para concluir, le preguntamos a la especialista de Sanitas si el tratamiento depende de cuál sea la causa que está motivando dicha inflamación. “Sí y no. Efectivamente hay patologías o situaciones clínicas para las que tenemos tratamientos específicos, que son eficaces y seguros. Sin embargo, hay estrategias de tratamiento que se aplican de forma global, es decir, que buscan el bloqueo de vías inflamatorias concretas (dianas terapéuticas) que pueden formar parte de la fisiopatogenia de muchas enfermedades, que son eficaces en el tratamiento de enfermedades que, aparentemente, son muy dispares”, nos detalla.
“Esto nos recuerda que los científicos debemos mantener siempre una gran tolerancia a cambios y que la investigación nos lleva por caminos a veces poco esperados. Las más avanzadas líneas de trabajo en investigación sobre inflamación crónica pretenden o intentan, a través de paneles analíticos muy amplios, detectar las vías susceptibles de afectarse en un paciente concreto y, una vez detectadas, intentar modularlas. Estamos en una época de plena transición hacia la utilización, altamente selectiva, de fármacos biológicos cada vez en etapas más previas al desarrollo de las enfermedades”, concluye.