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Sincericidio: ¿se puede pecar de ser demasiado sincero?

Hay ocasiones en las que algunas personas son excesivamente honestas o directas en su comunicación, sin considerar las consecuencias emocionales o el impacto negativo que sus palabras pueden tener sobre la otra persona


Actualizado 22 de abril de 2024 - 13:33 CEST

"A veces confundimos ser sinceros con la mala educación y la falta de límites". Esa frase de Rebeca Cáceres Alfonso, doctora en Psicología y psicóloga sanitaria, Directora de Tribeca Psicólogos (@tribeca_psicologos) resume a la perfección las diferencias que podemos encontrar entre sinceridad y sincericidio, dos conceptos que a menudo se confunden.

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"La sinceridad implica expresar los pensamientos, sentimientos u opiniones de manera honesta, respetuosa y considerada hacia los demás. Cuando alguien va a expresar una realidad que puede ser dura para el otro se tiene en cuenta. Es decir, se tiene empatía y comprensión con el otro. Sin embargo, el sincericidio ocurre cuando alguien es excesivamente honesto o directo en su comunicación, sin considerar las consecuencias emocionales o el impacto negativo que sus palabras pueden tener sobre la otra persona. El sincericidio carece de esa sensibilidad hacia los demás", nos detalla la psicóloga.

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Ser siempre sincero, ¿una buena opción?

La pregunta que nos hacemos, pues así nos lo han vendido en muchas ocasiones es si es realmente beneficioso y recomendable ser siempre sincero con los demás. En opinión de Rebeca Cáceres, no lo es. "Es fundamental tener en cuenta el contexto, el vínculo, la situación, a la persona, el momento… Son muchos factores los que nos indican si es beneficioso y recomendable o no ser sincero. La verdad absoluta puede no ser siempre necesaria o útil. En ocasiones, es mejor guardar ciertas opiniones para uno mismo si no van a contribuir positivamente a la situación o si no son relevantes para la relación en ese momento", cuenta.

Por eso, la clave, en su opinión, está en encontrar un equilibrio entre la sinceridad y la consideración hacia los demás. Esto implica saber cuándo y cómo comunicar nuestra verdad de manera que sea constructiva y respetuosa.

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Así son las personas sincericidas

¿Cómo son las personas que se comportan siempre con una sinceridad, podríamos decir, extrema? Tal y como explica la psicóloga, es importante tener en cuenta que el comportamiento sincericida puede surgir de diferentes motivaciones y experiencias de vida, y no todas las personas que tienden a ser extremadamente sinceras comparten todas estas características.

"Sin embargo, estas son algunas de las características comunes que comparten personas que tienen tendencia a decir la verdad pase lo que pase y pese a quien pese", detalla.

  • Directos y francos: Suelen expresar sus opiniones de manera directa y sin rodeos, sin preocuparse demasiado por las consecuencias emocionales de sus palabras.
  • Carecen de filtro: No suelen tener un filtro entre lo que piensan y lo que dicen, lo que puede llevarlos a ser percibidos como insensibles por los demás.
  • Valoran la verdad por encima de todo: Para ellos, la honestidad es un valor supremo, y pueden creer firmemente en que decir la verdad, incluso si es dura, es siempre lo correcto.
  • Poca empatía en la comunicación: A menudo, tienen dificultades para ponerse en el lugar del otro y comprender cómo sus palabras pueden afectar emocionalmente.
  • Creen que están siendo útiles: A menudo, los sincericidas creen que están siendo útiles al ser honestos, sin darse cuenta del impacto negativo que sus palabras pueden tener en los demás.
  • Pueden carecer de tacto: A veces, pueden carecer de la sensibilidad necesaria para comunicar la verdad de manera respetuosa y considerada, lo que puede generar conflictos y tensiones en las relaciones interpersonales.

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Ponerse en el lugar de la otra persona

En ocasiones, además, olvidamos que al otro lado hay otra persona y podemos hacerle daño. "En medio de nuestras interacciones cotidianas, es fácil olvidar que el otro tiene sus propias emociones, sensibilidad y experiencias. Esto puede hacer que nos expresemos de manera brusca sin considerar el impacto negativo de nuestras palabras en el otro", nos explica la psicóloga, que añade que, precisamente por eso, es fundamental actuar con la conciencia necesaria y estableciendo el límite entre la verdad que hay que decir y el impacto que eso puede tener. "No se trata de dejar de decir verdades, sino que hay que estar preparados para la reacción que se puede desencadenar. En muchas ocasiones esas reacciones emocionales que suceden a la comunicación de una verdad, van a necesitar de nuestra propia regulación para con el otro y con nosotros mismos. Hay que medir las consecuencias y eso solo puede ser con conciencia, sensibilidad y empatía", indica.

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¿La verdad puede llegar a ser cruel?

Cuando le planteamos esta pregunta a la experta, nos aclara que más que la verdad, la realidad puede llegar a ser cruel. "La verdad es solo una expresión manifestada de la realidad. El diagnóstico de una enfermedad grave, un accidente mortal, una infidelidad, un despido laboral. Estas son realidades que suceden. Así muchas otras. La realidad puede ser dolorosa o difícil de aceptar, y cuando se comunica sin empatía ni tacto puede sumar dolor a una situación que de por sí es complicada", nos explica.

Por eso, comenta que es importante recordar que la forma en que se comunica es tan importante como la verdad. Buscar maneras de expresar la verdad con empatía, compasión y respeto puede ayudar a minimizar el impacto negativo y facilitar una mejor comprensión y aceptación por parte de la otra persona.

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Recurrir a la mentira, ¿una opción?

Pero entonces, nos surge otro dilema: con el objetivo de no herir a otra persona, ¿hay que recurrir a la mentira? Rebeca Cáceres es clara al respecto: "No. Se puede optar por comunicar la verdad de manera cuidadosa y considerada, teniendo en cuenta las emociones y sensibilidad de la otra persona. Se puede buscar una forma de decir la verdad que sea constructiva, centrándose en el apoyo emocional y en ofrecer soluciones o perspectivas positivas. Además, a veces es posible encontrar un equilibrio entre la honestidad y la discreción, compartiendo solo la información relevante y necesaria para la situación sin revelar detalles que puedan causar daño un innecesario".

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Hacer un buen uso de la verdad

Todo ello nos lleva a una conclusión: hacer un buen uso de la verdad es fundamental en todas las relaciones interpersonales. "La verdad, cuando se comunica con empatía, respeto y consideración hacia los demás, puede fortalecer la confianza, fomentar la comprensión mutua y promover relaciones saludables. Cuando se utiliza de manera adecuada, la verdad puede crear una base de seguridad en el vínculo, lo que permite resolver conflictos, superar desafíos y construir relaciones más profundas y significativas. La verdad no debe usarse como una herramienta para lastimar o humillar a otros, sino como un medio para promover la comprensión y el crecimiento personal e interpersonal", matiza la experta.