La venganza es una emoción humana y aunque muchas veces solo se nos quede en forma de pensamiento, es normal en el ser humano querer tomar parte en una situación de ataque, hace que las personas actúen. Es una agresión no siempre premeditada para satisfacer el deseo de hacer daño a otra persona. La idea de hacer justicia, de dañar al otro de la misma manera o más de lo que nos ha herido corresponde a un sentimiento de perdida de integridad. Sin embargo, ser vengativo no es sano, no nos hace bien y no contribuye a crear una sociedad más justa. Nos lo explica la psicóloga Silvia Valdunciel de www.mundopsicologos.com
Test de personalidad
Antes de conocer todos los rasgos de las personas vengativas, las causas de esta forma de personalidad y cómo evitar serlo, te invitamos hacer nuestro test. Solo te llevará un minuto.
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Los rasgos de una persona vengativa
- Sin empatía. La falta de empatía es una característica que presentan las personas vengativas. Esto no quiere decir que no muestren empatía con algunos allegados, pero cuando la ira aparece, la empatía desaparece. Los estudios sugieren que para hacer daño a otra persona debemos verla como una amenaza y no empatizar con ella.
- Pobre capacidad de autoconocimiento. Es decir son incapaces de detectar cuando sienten ira y cuando están a punto de explotar fruto del rencor. El rencor convierte a la persona en miserable, y en vez de centrarse en uno mismo y aceptar la situación, hace que viva en un círculo vicioso en el que necesita hacer daño a la otra persona.
- Mala gestión emocional. La pobre capacidad de gestión emocional va a acompañada de una mala gestión de las emociones, pues si no se detecta el rencor y los pensamientos de venganza, es complicado evitarlo. Todos hemos sentido un gran dolor a veces y hemos deseado que la persona que lo ha provocado lo sufra en su propia carne, pero no todos actuamos y nos vengamos, pues sabemos que a la larga no nos beneficia y puede perjudicarnos.
- Creen que poseen la verdad absoluta. Suelen ser individuos que creen que su verdad es la verdad absoluta y que ellos no cometen fallos. Son intolerantes y poseen un pensamiento rígido. Se sienten ofendidos a la mínima, cuando alguien no actúa o piensa como ellos. Pueden parecer buenos pero esconden una gran agresividad si las cosas no son como ellos quieren.
- Pensamiento dicotómico. Esta rigidez mental les lleva a tener un pensamiento dicotómico, en el que todo está bien o está mal. No ven los matices que puede haber en la vida y en las relaciones interpersonales. Al tener el pensamiento dicotómico, no aceptan la situación que ven como una amenaza. Además, son rencorosas, porque no olvidan. Y tampoco perdonan, ya que viven anclados en el pasado, lejos del presente que es dónde está el bienestar de una persona
- No aprenden del pasado. Por tanto, son individuos que viven en el pasado, rememorando el hecho que les hirió una y otra vez. Las malas experiencias pasadas son grandes oportunidades para crecer, pero es necesario aprovecharse de ellas y no tomárselas como algo personal. De lo contrario, es imposible poder avanzar.
- Son personas orgullosas. Piensan que los demás les están atacando. Esto provoca una actitud defensiva que no favorece la buena marcha de las relaciones interpersonales. Pese a mostrarse fuertes, en realidad, se están mostrando débiles, pues cuando una tiene confianza en sí mismo/a acepta la situación y sigue adelante.
- Viven un eterno drama. Hay personas que van por la vida con optimismo, que hacen frente a los obstáculos que se encuentran por el camino y pasan página una vez superados. Pero este tipo de personas guardan el rencor y la venganza muy adentro y lo reviven continuamente. En vez de superarlo y seguir con su vida, se recrean en los hechos una y otra vez.
- Son inseguras. Las personas seguras de sí mismas no le dan más importancia a los hechos que les afectan. Pueden estar molestos cuando una relación personal tiene momentos malos, pero luego siguen adelante. Viven su vida al máximo, porque saben que deben seguir su camino para lograr el desarrollo personal y los objetivos que desean alcanzar.
Ser vengativo es querer hacer daño a las otras personas y desvía al individuo del camino que debe seguir para ser feliz. Puede que en un momento determinado la venganza parezca una buena opción, pero a la larga puede ser perjudicial.
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La necesidad constante de buscar venganza
Llega un momento en que el deseo de venganza se hace fuerte y resulta casi imposible de controlar. Hay personas más propensas y signos que indican la inminencia del peligro. Hay grupos sociales en los que la venganza tiene cierta cabida y otros en los que está totalmente fuera de lugar y se condena moralmente.
Desde el punto de vista psicológico, hay rasgos de personalidad que favorecen su aparición y cuando surge de forma recurrente constituye un signo de alarma de la posible existencia de una patología
5 procesos clave que suelen estar detrás del impulso de venganza:
Percepción de injusticia
En ocasiones, este deseo surge cuando una persona percibe que ha sido tratada injustamente. Con ello, se activan emociones intensas como la ira, la frustración o la impotencia.
Afrontamiento
La venganza también se percibe como una forma de restaurar el equilibrio y recuperar el control después de una experiencia negativa. Para algunas personas, dar con ella es una estrategia de afrontamiento para lidiar con el dolor emocional.
Respuesta a la amenaza a la autoestima
Si la acción que originó el deseo de venganza amenaza la autoestima de la persona, buscarla suele ser una manera de restaurar esa autoestima y sentirse nuevamente en la senda del control.
Falta de empatía
La falta de comprensión hacia la persona percibida como responsable de la injusticia contribuye al ansia de venganza. La dificultad para entender o compartir las experiencias y emociones de los demás es lo que incrementa la propensión a querer hacerles daño.
Cogniciones distorsionadas
Atribuir intenciones maliciosas a otros, que alimentan el hambre de venganza. Los pensamientos negativos y las interpretaciones erróneas intensifican las emociones negativas.
Una infancia traumática
Aunque seamos adultos, aún conservamos dentro de nosotros un niño que ha sufrido miedos, o inseguridades, por ejemplo. Ese niño sigue con nosotros, y si esos traumas que no se han superado seguirán afectándonos en nuestra vida adulta.
El vínculo de apego en estos años es crucial para el desarrollo del menor, de forma que el cerebro de un niño es incapaz de elaborar pensamientos abstractos hasta la adolescencia. De hecho, muchas veces, la forma en la que me relaciono con mis cuidadores determinará cómo en la edad adulta me relaciono con el mundo
Por otro lado, la teoría del trauma sugiere que la exposición a eventos traumáticos puede tener consecuencias psicológicas significativas, que pueden incluir trastornos de estrés postraumático, depresión, ansiedad, adicciones y otros problemas de salud mental.
Existen diferentes formas de experiencias potencialmente traumáticas que una persona puede experimentar a lo largo de su vida. Existen los 'traumas menores' que son experiencias subjetivamente perturbadoras que se caracterizan por una percepción de peligro que no es especialmente intensa, por lo tanto, aqui entran las personas con un percepción de venganza muy elevada.
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Los efectos en la salud de tener un personalidad vengativa
El ciclo de la venganza puede tener consecuencias negativas tanto a nivel individual como en las relaciones interpersonales y las comunidades en general. A medida que las acciones vengativas se acumulan, la confianza y la comunicación se erosionan, y se perpetúa un clima de hostilidad y resentimiento.
La venganza puede tener varios efectos negativos en la salud mental de las personas que buscan vengarse.
Aumento del estrés y la ansiedad
El deseo de venganza y la planificación de acciones vengativas pueden generar altos niveles de estrés y ansiedad. La obsesión con la venganza consume energía emocional y mental, lo que puede dificultar la capacidad de concentración, el sueño y el bienestar general.
Perpetuación de emociones negativas
La venganza se basa en emociones como la ira, el resentimiento y el deseo de revancha. Al centrarse en estas emociones negativas, se alimenta su persistencia y se dificulta la posibilidad de encontrar la paz y la felicidad.
Daño a las relaciones interpersonales
La búsqueda de venganza a menudo implica dirigir acciones dañinas hacia otra persona. Esto puede resultar en la destrucción de relaciones previas, el distanciamiento de seres queridos y el deterioro de la calidad de las interacciones sociales.
Sentimientos de culpa y remordimiento
Después de llevar a cabo actos de venganza, es posible que la persona experimente sentimientos de culpa y remordimiento por haber causado daño a otra persona. Estos sentimientos pueden ser perjudiciales para la salud mental y dificultar el proceso de curación y superación.
Enfocarse en el pasado en lugar de avanzar
La venganza mantiene a las personas atrapadas en eventos pasados y les impide seguir adelante. Al enfocarse en la búsqueda de represalias, se descuida la oportunidad de crecimiento personal, la construcción de relaciones positivas y el desarrollo de una mentalidad orientada hacia el futuro.
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Cómo ser menos vengativo
Ese deseo de encontrar un equilibrio cuando alguien nos hace algo malo, esa intención de desquitarnos, sólo saca a relucir la peor versión de nosotros mismos, logrando así así que hasta se distorsione nuestro verdadero ser, hasta no reconocernos a nosotros mismos.
También el deseo continuo de querer venganza afecta toda nuestra vida, genera estrés, problemas del sueño e incluso hasta paranoia.
La venganza es tan dañina que en el intento de cumplir nuestra voluntad, podemos herir a personas que queremos y que no tienen nada que ver con el problema.
Llegará un punto en el que confundiremos la venganza con la justicia, perdiendo por completo su dintinción distinción. Por ende todo lo que nos parezca injusto, tendrá que merecer venganza.
Para los casos que todavía no están fuera de control, existen distintas herramientas destinadas a aplacar el deseo de venganza
- Fomentar el autoconocimiento y la reflexión sobre las motivaciones subyacentes.
- Compartir los sentimientos con personas de confianza.
- Practicar técnicas de relajación.
- Fijar límites personales.
- Enfocarse en el autocuidado.
- Buscar soluciones alternativas, como la resolución de conflictos y la consideración del perdón.
- Tener en cuenta que no es bueno guardar el dolor y el sufrimiento porque eso nos puede llevar a pensamientos cíclicos, negativos y distorsionados.
- Autorrealizarse preguntas como: ¿Merece realmente la pena? ¿Esto qué ha sucedido es tan importante para mí? ¿Vengarme va a satisfacer este dolor o cambiará algo?
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