Son muchos los factores que pueden influir en que una persona tenga obesidad. Pero, ¿hasta qué punto puede influir la genética en nuestro peso? “La obesidad es un claro ejemplo de enfermedad de herencia multifactorial. Si bien aparecerá cuando haya un balance positivo entre energía consumida y gastada, los factores genéticos sin duda influyen en la ecuación, lo que no resta importancia al ambiente que nos rodee, y al comportamiento de cada persona”, nos anticipan los doctores Andrés Tomás y Jose Bravo, especialistas en cirugía bariátrica del Hospital Vithas Alicante.
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La duda que nos planteamos es si la obesidad puede ser hereditaria, es decir, si nuestros padres la tienen, ¿podemos tenerla nosotros también? “Cuanto mayor sea el número de genes anómalos o que hagan a una persona susceptible de padecer obesidad, ésta será más precoz y acentuada. Los familiares de primer grado de pacientes obesos tienen mayor riesgo que el resto de población para que cualquier cambio en su entorno provoque el desarrollo de la misma”, explican los especialistas, apuntando, por lo tanto, a la existencia de ese vínculo.
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Personas con un mayor riesgo de ser obesas
Otra de las dudas que nos surge es si hay personas más propensas que otras a padecer obesidad. ¿Por qué, siguiendo un mismo patrón alimenticio y de hábitos, hay personas que son obesas y otras no? En opinión de los doctores, por lo general, nuestros genes determinan los límites en los que el peso de cada persona se situará, y serán el resto de los factores no genéticos los que finalmente decanten la balanza y nos sitúen en un punto de ese intervalo.
Lo que es un hecho es que hay familias en las que se confirma ese problema de obesidad en varios de sus miembros, ¿tienen que ver también los hábitos compartidos, en relación a la alimentación o el ejercicio, por ejemplo? Los doctores no tienen dudas en este caso: “Sin duda. Aunque está demostrado que el riesgo de padecer obesidad en familias de pacientes con obesidad es cuatro veces mayor que en la población general, esto no sólo se debe al factor genético, sino a esos hábitos y alimentación compartidos”.
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Una enfermedad crónica con graves consecuencias
Lo cierto es que no se debe subestimar este problema de salud. “Es una enfermedad infradiagnosticada y la coordinación entre los diferentes profesionales sanitarios y entornos clínicos es inadecuada”, subraya la Dra. Irene Bretón, coordinadora electa del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “En general hay una falta de individualización y personalización de la atención a las necesidades del paciente, también las emocionales, y una escasa información y formación sobre esta enfermedad y sus consecuencias”, apunta.
Según un reciente estudio, un 27% de las personas con obesidad subestima su condición real de peso, lo que provoca, a su vez, un retraso significativo en la búsqueda de atención médica y, además, hasta en el 30% de los casos no se codifica a la obesidad como diagnóstico en las historias clínicas. Asimismo, solo el 67% de los pacientes tiene acceso a algún tipo de atención sanitaria y cuando la reciben son atendidos por una media de 2 o 3 especialistas, según se extrae del estudio. Endocrinología, Atención Primaria y Nutrición son las especialidades más involucradas en el manejo de los pacientes con obesidad mientras que otras disciplinas como Psicología y Medicina Interna tienen menos presencia, a pesar de su relevancia.
Ante esta situación, la Dra. Bretón incide en la importancia de que se reconozca la obesidad como una enfermedad crónica con graves consecuencias, por lo que es fundamental un abordaje multidisciplinar, tanto en la prevención, como en la identificación de las personas con mayor riesgo, la evaluación y el tratamiento de los pacientes.
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El estigma, el otro gran reto pendiente para paliar la obesidad
La estigmatización en el ámbito sanitario y social es otro desafío que afecta negativamente la calidad de la atención sanitaria y el bienestar de los pacientes, incluyendo los ámbitos laborales, educativos, familiares y sociales en general. Este prejuicio surge de la percepción generalizada de que la obesidad es el resultado de una falta de voluntad y malos hábitos, así como de estereotipos negativos relacionados con la obesidad. En este sentido, el doctor Albert Lecube, miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), ha explicado que la obesidad no es un vicio ni una enfermedad moral. “Una persona no escoge tener obesidad, sino que la enfermedad le elige", por lo que opina que "no podemos seguir aceptando que la obesidad siga siendo una puerta abierta a la inequidad ni a la discriminación a lo largo del proceso asistencial”. Este experto ha asegurado que, además de cambiar el estilo de vida, que es imprescindible, hay que valorar todas las herramientas que ofrece la medicina para hacerle frente y atendiendo a las necesidades individuales de cada individuo.