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¿Eres vergonzosa? Consejos útiles para gestionar esta emoción

La vergüenza es una emoción que todos experimentamos, y en dosis razonables es necesaria y, puede ser útil. El problema surge cuando empieza a controlar nuestras vidas


Actualizado 5 de abril de 2024 - 11:02 CEST

Tratas de no hacer mucho ruido, de intentar pasar desapercibido, de no hacer cosas que no controlas… Tienes vergüenza, un rasgo que puede llegar a rozar lo patológico. “Las personas que se sienten avergonzadas con facilidad suelen ser muy conscientes y dependientes de la aprobación de los demás. Pueden tener miedo de hacer algo ‘mal’ y no ser aprobadas por ello. A menudo son bastante autocríticas y pueden tener problemas para hablar en público o expresar sus necesidades, por miedo al rechazo o a hacer el ridículo”, nos cuenta Ángel Guillén, psicólogo y director de Psicopartner.

Mientras, Miriam Martín Bernardez, psicóloga de Consulta Desperares, hace un matiz, y es que en realidad no podríamos hablar de una “personalidad vergonzosa” sino más bien de un rasgo, el ser vergonzoso. Y ahonda en este matiz. “Últimamente nos estamos encontrando mucha confusión con esta diferenciación (tenemos un claro ejemplo con las personas recientemente denominadas como PAS) y es que la personalidad haría referencia al conjunto de pensamientos, emociones, actitudes… que tenemos de forma más o menos estable mientras que los rasgos son todos aquellos elementos individuales que al unirse conforman la personalidad. Por lo tanto, tendríamos que considerar el ser vergonzoso como un rasgo y lo observaremos fundamentalmente en la conducta de la persona como más retraída, con mayores dificultades para relacionares y establecer límites, una menor autoestima…”, nos cuenta.

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mujer que se tapa con su jersey© Adobe Stock

La vergüenza, ¿una emoción negativa?

Una de las dudas que nos surge es cuándo se convierte la vergüenza en una emoción negativa. “La vergüenza es una emoción que todos experimentamos, y en dosis razonables es necesaria y, puede ser útil. Por ejemplo, nos ayuda a mantener ciertos límites sociales. Pero se vuelve negativa cuando empieza a controlar nuestras vidas, limitando nuestras acciones, deseos, comportamientos y decisiones. Si evitas a menudo situaciones nuevas o desafiantes porque te da miedo sentirte avergonzado, entonces la vergüenza está teniendo un impacto negativo, te está invalidando”, argumenta el psicólogo.

Coincide su colega, que incide en que es negativa “cuando es desadaptativa, es decir, cuando nos bloquea, nos hace sentir mal, nos limita en nuestro día a día”. La psicóloga añade que tenemos que tener en cuenta que todas las emociones van a ser válidas, ya que nos aportan mucha información de nuestro entorno y permiten que nos adaptemos en consecuencia (ocurre incluso con la ansiedad, aunque la tengamos tan demonizada). “Sin embargo, cuando esa emoción es excesiva o no tiene sentido en el momento en que la percibimos pasa a ser totalmente desadaptativa, no nos sirve y por tanto nos va a dañar”, apunta la experta.

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Una emoción que nos limita

Lo que parece obvio es que, a muchas personas, la sensación de vergüenza no les hace bien, puede hacerles incluso sentirse mal y ser limitante. “Por supuesto y es muy probable que generalmente nos haga sentir mal, pero lo que tenemos que tener presente es si nos daña”, comenta la experta de Despertares, que matiza que todos hemos tenido vergüenza en algún momento de nuestra vida (y ésta surge generalmente como señal de aprendizaje ante un error generalmente de índole social) y no es agradable, nos hace sentir mal en la mayoría de los casos, pero no nos daña, pasado un tiempo continuamos con nuestra vida sin más. “Sin embargo, cuando esa vergüenza nos daña es cuando no desaparece de nuestros pensamientos, continuamente repetimos la escena que la ha desencadenado en nuestra cabeza y nos culpamos por el error cometido. Hay personas que ese daño es tan grande que acaba limitando las conductas sociales o las actividades cotidianas o de ocio”, nos cuenta.

El director de Psicopartner apunta que la vergüenza puede hacernos sufrir, invalidarnos e incluso destrozarnos en su abundancia y también en su defecto, ambas cosas son patológicas. “La vergüenza nos hace sentir inadecuados, inseguros y a veces, indignos y su falta podría hacernos serlo”, indica.

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¿Cómo se relacionan la vergüenza y la autoestima?

La vergüenza y la autoestima están, como nos cuenta el psicólogo, muy conectadas. “La vergüenza frecuentemente erosiona nuestra autoestima y nuestra seguridad en nosotros. Si constantemente te sientes avergonzado, inseguro y cuestionado, es probable que empieces a creer que no eres suficiente o que hay algo fundamentalmente malo contigo, lo cual puede bajar mucho tu autoestima, que es lo primero que hay que trabajar”, apunta el experto.

Y es que, como explica Miriam Martín Bernardez, se retroalimentan mutuamente, es decir, una baja autoestima provocará mayores sentimientos de vergüenza ya que tengo muy poco reconocimiento personal, me considero ‘insignificante’ o ‘sin nada que aportar’, por lo que tenderé a retraerme más en general. “Esto provocará que mi autoestima disminuya por la comparativa con otros entre otras muchas cosas entrando en un círculo vicioso interminable”, explica.

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mujer que se esconde detrás de sus manos© Adobe Stock

Personas que tienen menos vergüenza que otras

Lo cierto es que todos hemos comprobado cómo hay personas que parecen no tener vergüenza, ¿qué influye en que haya personas con este rasgo más o menos marcado? “Son múltiples los factores, aunque uno de los más determinantes es nuestra experiencia vital: cómo nos han educado, las situaciones sociales a las que hemos tenido que hacer frente y el resultado de las mismas puede condicionar que tengamos (o mostremos) más o menos vergüenza. No hay que olvidar como comentábamos anteriormente, otros rasgos de personalidad que puedan favorecer dicha vergüenza o una baja autoestima entre otros”, nos explica la psicóloga.

En opinión del director de Psicopartner, algunas personas tienen una mayor confianza, seguridad, narcisismo o una autoestima más alta, lo que hace que les afecte menos el criterio y la aprobación de los demás. “Las razones pueden ser variadas. La crianza y las experiencias de vida juegan un papel importante; algunas personas pueden haber crecido en ambientes que fomentaban la toma de riesgos y la expresión de uno mismo sin temor a la vergüenza”, nos dice.

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Consejos para superar la vergüenza

Teniendo todo esto en cuenta, nos preguntamos qué podemos hacer para superar la vergüenza. “Cuando es una vergüenza lógica como explicábamos anteriormente no hay nada que hacer. Esperar, aprender de ese error y continuar, es lo esperable y lo más saludable. Sin embargo, cuando ya es limitante es el momento de pedir ayuda profesional para trabajar áreas como la autoestima o la exposición controlada a las distintas situaciones que aumentan la vergüenza”, sugiere la psicóloga.

Ángel Guillén comenta que hay varias estrategias:

  • Lo primero reconocer y aceptar que sentimos vergüenza, y trabajar en la autoestima, lo cual se consigue tomando conciencia de nuestros logros y nuestro valor.
  • La vergüenza también se supera cuestionando nuestros pensamientos negativos, desafiándolos.
  • Y finalmente exponiéndonos a aquello que nos produce la vergüenza.
  • Por supuesto el apoyo de los demás y de una buena terapia, mejoran mucho la situación.

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