El ejercicio es salud. Los beneficios que la práctica de ejercicio otorga a cualquier persona se han demostrado ampliamente. En términos generales, ayuda a controlar el peso, a mejorar la función cardiovascular y muscular, o la salud ósea, entre otros factores. Y no podemos olvidar cómo puede ser un buen aliado de los pacientes con cáncer. “Puede contribuir a reducir o mejorar las posibles enfermedades que pueden estar presentes en un paciente con cáncer como la diabetes, la enfermedad cardiovascular o la depresión, entre otras”, explica el doctor Martín Lázaro, responsable de actividades con pacientes de SOGUG y jefe de sección del Servicio de Oncología Médica del Complexo Hospitalario Universitario de Vigo. “La práctica de ejercicio físico puede influir en los factores de crecimiento celular, puede reducir niveles de proteínas que podrían estar relacionadas con el crecimiento del tumor o incrementar la fosforilación de algunas, como la beta-catenina, así como incrementar la sobreexpresión de genes supresores de tumores, mejorando los resultados de los tratamientos que se dan”, detalla el doctor Lázaro.
Hoy, que se conmemora el Día del Riñón, queremos hacer una mención concreta al cáncer renal. En el caso de este tipo de tumor, “la incorporación del ejercicio físico a la vida diaria del paciente es fundamental”, explica Juan Carlos Julián, director general de la Federación Nacional de Asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón (ALCER). “Una de las funciones del riñón es la producción de eritropoyetina (EPO), que es la encargada de regular la producción de glóbulos rojos, que son los encargados de transportar el oxígeno a través de la sangre, por lo que cualquier enfermedad que afecte al riñón produce fatiga al reducirse la producción de EPO. Sin embargo y a pesar de ello, el ejercicio físico siempre se puede adaptar y* siempre es beneficioso. Estamos convencidos de que un paciente con cáncer renal que lo incorpore a su rutina diaria va a mejorar su calidad de vida”, añade el director general de ALCER.
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Hacer ejercicio tras el diagnóstico
Así los expertos insisten en que el ejercicio es un excelente aliado para ayudarnos cuando nos han diagnosticado una enfermedad como un cáncer. “El ejercicio físico es una herramienta más dentro de la estrategia terapéutica del cáncer en general y del cáncer renal en especial. En este sentido, el rol fundamental del ejercicio se centra en reducir los efectos secundarios de los tratamientos y en ayudar a tolerar mejor los tratamientos, manteniendo la salud de los pacientes durante y después de este proceso”, nos comienza explicando Soraya Casla, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y doctora en ejercicio oncológico.
Mejorar la calidad de vida del paciente
Y es que, sobre todo, el ejercicio puede ayudar al paciente a mejorar su calidad de vida. Así lo considera la experta, que explica que la calidad de vida mejora mucho con las estrategias de ejercicio físico adaptado. Pero hace un matiz importante: “Es esencial que los pacientes adapten el ejercicio físico a las necesidades que presentan, a su nivel basal y a las limitaciones físicas que puedan arrastrar de otros tratamientos o lesiones. Cuando el ejercicio cumple con estas características las mejoras en la calidad de vida son exponenciales. De hecho, muchos estudios relacionan este aumento de la calidad de vida producida por el ejercicio con la disminución de los efectos secundarios, que, directamente, ayuda a las pacientes a mejorar su percepción de salud”, nos cuenta.
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Beneficios de hacer deporte si tienes cáncer
Desde el punto de vista funcional, la práctica de ejercicio físico “disminuye la limitación del paciente y mejora su capacidad funcional, reduce las molestias que puedan derivarse de tratamientos como la radioterapia o la cirugía y, realizado de forma coordinada con fisioterapeutas y rehabilitadores, puede ayudar a prevenir problemas de suelo pélvico, mejorar la postura y la funcionalidad del abdomen, así como la funcionalidad sexual”, explica Soraya Casla. La práctica de ejercicio también puede aportar importantes beneficios fisiológicos como “una mejora de la capacidad cardiovascular, prevenir los problemas derivados de determinados tratamientos que pueden alterar la funcionalidad cardíaca a largo plazo, o incluso alterar la funcionalidad cardiaca a largo plazo generando hipertensión”, añade la experta, que también detalla los beneficios que el ejercicio físico
puede aportar al sistema nervioso de los pacientes con cáncer: “Hay tratamientos que pueden derivar en neuropatías periféricas, en una alteración de la sensibilidad por deterioro de los nervios. El ejercicio físico puede ayudar a estimularlos para que vuelvan a regenerarse”.
El caso concreto del cáncer renal
Teniendo en cuenta que hoy se celebra el Día del Riñón, le preguntamos a la experta si existen algunas limitaciones a la hora de hacer deporte. “Por supuesto, hay situaciones concretas que nos obligan a adaptar el ejercicio físico en los pacientes con este tipo de tumor”, nos comenta.
En su opinión, en general, el ejercicio físico debe adaptarse al nivel de cada paciente, sabiendo que la intensidad es diferente para cada persona. “En especial, es importante controlar los ejercicios de alta intensidad, como correr, o no incluir ejercicios de pesas con pesos altos, ya que hay un mayor desgaste muscular que puede saturar la función muscular. Es esencial mantener una adecuada hidratación siguiendo las recomendaciones del especialista y, en el caso de que haya neuropatías periféricas o edemas en las piernas, se debe realizar ejercicios de equilibrio, motricidad fina con los pies y ejercicio de fuerza. Y si algún paciente presenta enfermedad en hueso es importante evitar el ejercicio de alto impacto y los pesos altos en fuerza en las zonas afectadas”, recomienda.
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Ejercicios y enfermedad renal
¿Cuáles son los ejercicios más recomendables para un paciente diagnosticado con esta enfermedad renal? La experta en actividad física y deporte nos explica que, de manera general, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, deben realizarse 150 minutos de ejercicio cardiovascular de intensidad moderada dividido en 3 días en semana, dos días de ejercicios de tonificación y tres días de ejercicios de equilibrio y posturales. Además de esta planificación, se debe intentar adaptar los ejercicios de manera paulatina, así como la intensidad del ejercicio a cada paciente.
El ejercicio físico, una prescripción fundamental
Lo cierto es que, en no pocas ocasiones, cuando a una persona se le diagnostica un cáncer, se presta atención a su tratamiento médico o quirúrgico, pero no siempre se le da la importancia que requiere a la prescripción de ejercicio físico. “Creo que los cambios llevan tiempo y hasta hace muy poco no hemos tenido la evidencia científica tan abrumadora que existe actualmente sobre el beneficio del ejercicio en los pacientes con cáncer. Además, también es importante señalar que el ejercicio tradicionalmente se ha relacionado con el deporte, la competición y el ocio y, esta visión de ejercicio y salud es muy nueva en nuestro país. Afortunadamente cada vez más oncólogos e instituciones apoyan el ejercicio físico, como es el caso del IPSEN y las guías Nutriactivos, donde los pacientes tienen herramientas adaptadas a cada nivel de manera fácil”, detalla.
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Así ayuda el ejercicio si tienes cáncer renal
¿Puede, por lo tanto, la práctica de ejercicio físico ayudar en el proceso de tratamiento contra el cáncer renal? La experta lo tiene claro: “Claro que sí, especialmente se van a reducir los efectos secundarios de los tratamientos, se va a mantener y mejorar la composición corporal de los pacientes y esto les va a ayudar a estar mejor durante todo el proceso. Esto también ayuda a que haya más adherencia a los tratamientos”. Eso sí, es importante adaptar el ejercicio a cada persona. “Las diferentes investigaciones nos indican que la individualización va a ser esencial. En ese sentido, en la web Nutriactivos hemos querido mostrar esa importancia adaptando los programas y las clases por niveles y por efectos secundarios, dando así una visión muy global”, comenta.
Cuando no apetece hacer ejercicio
El paciente, sin embargo, puede tener momentos durante el tratamiento en los que hacer ejercicio se le haga muy cuesta arriba, ¿qué les recomendaría en esos casos concretos? “En primer lugar, que lo hagan en grupo y de la mano de un especialista porque, esos días, el especialista le puede adaptar el ejercicio a sus necesidades. Diferentes estudios muestran estos dos factores como esenciales a la hora de aumentar la adherencia al ejercicio. Y, por supuesto, si en algún momento se presenta fiebre, diarreas o fatiga muy alta, el paciente debe descansar y recuperarse de manera paulatina antes de volver a la práctica de ejercicio”, nos comenta la especialista.
Es, además, fundamental adaptar los tiempos al proceso de tratamiento. “Por supuesto, por ejemplo, los días posteriores al tratamiento no debe realizarse alta intensidad, la hidratación debe ser mayor y se deben adaptar los ejercicios para evitar las cargas en las zonas que puedan presentar enfermedad en hueso. Por ello, la individualización y la buena información del paciente desde la consulta y desde herramientas digitales como esta web son esenciales”, puntualiza.
Teniendo todo esto en cuenta, la compañía farmacéutica Ipsen, la Fundación del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG) y la Federación Nacional de Asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón (ALCER), en colaboración con la Fundación Alicia, han lanzado a través de la plataforma Nutriactivos renal, una serie de planes de entrenamientos y vídeos sobre ejercicio físico para ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer renal.