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¿Por qué la calidad del sueño de las mujeres es peor?

Los expertos explican que hay que tener muy presentes los desequilibrios hormonales que se producen en determinadas etapas de la vida de la mujer


Actualizado 22 de febrero de 2024 - 9:12 CET

La pregunta es clara: ¿Es de peor calidad el sueño de las mujeres que de los hombres? Y la respuesta también lo es: “Sí, las estadísticas son claras al respecto”, nos comienza explicando Óscar Larrosa, neurofisiólogo especialista en medicina del sueño, responsable clínico-asistencial de la Unidad de Medicina del Sueño en MIP Salud y médico especialista en medicina del sueño en Neuroekin. “El insomnio es entre el 40 y el 70% más frecuente en mujeres respecto a los hombres, especialmente en edades medias y avanzadas. Y el Síndrome de Piernas Inquietas (enfermedad de Willis-Ekbom), que es el tercer problema de sueño en frecuencia, es al menos el doble de probable en mujeres a partir de la pubertad que en hombres, debido probablemente a una pérdida de hierro por el sangrado mensual de la menstruación”, detalla el especialista.

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¿Qué motivos pueden influir en este hecho?

El especialista nos detalla que hay factores biológicos importantes y cambios hormonales a lo largo de la vida de la mujer que no ocurren en los hombres, y que pueden tener claras consecuencias sobre su calidad de sueño y descanso. “Un ejemplo de ello es la nicturia (necesidad de orinar por la noche) es mayor en mujeres de más de 40 años que en hombres de la misma edad, y esto puede asociarse a peor calidad de sueño”, nos comenta. Unido a esto existen datos de que la mujer seguramente necesita una mayor cantidad de sueño que el hombre y sin embargo, sacrifica más su sueño por tendencia social a ser la cuidadora primaria de la familia (hijos, personas mayores). “Además, hay muchas mujeres que tienen trabajos a turnos y esto dificulta un sueño de calidad (en el sector sanitario, entre otros, predomina claramente el porcentaje de mujeres en todos sus niveles). Además, la depresión y la ansiedad son más frecuentes también en mujeres, lo que provoca casi siempre un insomnio”, comenta.

Por todo ello, no es extraño que en las consultas haya más mujeres manifestando problemas de sueño, especialmente a partir de la mediana edad. “Si por ‘quejas’ entendemos que lo expresen y consulten por ello, no está muy claro, al menos yo no lo tengo. Quizás han tenido una mayor tendencia a sobrellevarlo sin quejarse, lo cual es claramente un error desde el punto de vista de la salud. Afortunadamente, esto parece estar cambiando porque cada vez consultan más ya que las exigencias sociales y de ritmo de vida son ya superiores a las de los hombres”, cuenta el experto basándose en su experiencia clínica. Y añade que un dato relevante y preocupante es que las mujeres tienen mayor tendencia a tomar fármacos para mejorar el sueño que los hombres, y a las mismas dosis que éstos, lo cual quizás no sea lo adecuado dado su diferente peso y metabolismo.

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Etapas clave en la vida de la mujer que influyen en el sueño

También hay que tener en cuenta que existen etapas en la vida de la mujer en las que puede empeorar la calidad de su sueño. “El embarazo es un claro ejemplo, con mayor incidencia de insomnio por dificultades mecánicas de movilidad al dormir, náuseas que pueden ser nocturnas y mayor frecuencia de alteraciones emocionales. En el tercer trimestre del embarazo, el 75-85% de las mujeres se quejan de excesiva somnolencia diurna y /o dificultades para dormir. Existe además mayor predisposición a otros problemas como son la apnea del sueño y, en el tercer trimestre del embarazo, el Síndrome de piernas inquietas. Y en el postparto con las alteraciones emocionales y en el caso de las tomas con la lactancia cada 2 horas al bebé, no favorecen la calidad de sueño”, nos detalla.

Y no podemos olvidar otra etapa clave, como la menopausia y postmenopausia, en las que el insomnio aumenta en frecuencia, en buena parte por los sofocos nocturnos y la mayor tendencia a la alteración del ánimo. “Y la frecuencia de apnea de sueño se iguala con la de los hombres, con la característica de que es más sutil y por ello puede pasar desapercibida”, nos explica.

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Desequilibrios hormonales

De nuevo juegan un papel importante las hormonas. Y es que los desequilibrios hormonales que padecen las mujeres pueden llegar a afectar a la calidad de su sueño. “Una prueba de ello es el llamado síndrome premenstrual, en el que los cambios hormonales de niveles de estrógenos y progesterona previos a la menstruación pueden alterar de manera frecuente la calidad de sueño y el estado de ánimo. En el embarazo gran parte de lo anteriormente comentado es consecuencia directa de los cambios hormonales”, nos detalla el especialista.

Y a partir y durante la menopausia, la disminución de los estrógenos y progesterona y ausencia de andrógenos ováricos favorecen el insomnio, además de conllevar una peor regulación del ciclo vigilia-sueño durante las 24 horas y mayor frecuencia de apnea del sueño, y es debido a que las hormonas sexuales femeninas tienen un cierto efecto protector ante ella. “Estos efectos también se pueden ver en ciertas enfermedades femeninas, como es el síndrome del ovario poliquístico”, comenta.

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Un problema que también afecta a la salud

Toda esta realidad en relación a la calidad de sueño de la mujer puede hacer que estas padezcan más problemas de salud. “La falta de sueño efectivo puede influir en su capacidad reproductiva y producir embarazos más costosos de conseguir y mayor riesgo de esterilidad. Esto es mucho más frecuente en los trabajos a turnos en mujeres en edad reproductiva. El sobrepeso y la tendencia a tener niveles de azúcar en sangre altos e hipertensión típicos del embarazo pueden persistir y cronificarse después del mismo si se presenta una mala calidad de sueño, con el subsiguiente riesgo metabólico y cardiovascular. Y la mala calidad de sueño altera la inmunidad, con mayor predisposición a sufrir ciertos procesos cancerosos propios de mujeres, como el de mama y de endometrio”, nos detalla el especialista que añade que, por otra parte, el dolor crónico es más frecuente en mujeres, como son las migrañas, la fibromialgia o la artritis reumatoide, y la falta de sueño aumenta las sensaciones dolorosas.

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Consejos para mejorar la calidad del sueño en las mujeres

  • Hay que procurar tener las mejores condiciones para conciliar el sueño. Un consejo sería usar ropa ligera (sobre todo durante el embarazo y la menopausia) y cuidar la temperatura de la habitación en la menopausia para evitar interrupciones por sofocos.
  • Es importante que observen los cambios en su ritmo menstrual y sus hábitos de sueño para informar al profesional que les trate, y esto tanto en época reproductiva como después de ella.
  • En la menopausia precoz en la que se den grandes alteraciones del sueño puede ser necesario llevar un control hormonal, incluso con terapia sustitutiva durante un tiempo si no hay contraindicaciones y dentro de los diez primeros años a ser posible. Esta siempre debe ser manejada por un especialista.
  • Además, es aconsejable llevar una nutrición adecuada, hacer cenas ligeras y a ser posible no después de las 21h (especialmente en la menopausia). El ejercicio mejor realizarlo con luz y en un horario que dé tiempo suficiente a descansar antes de irse a la cama.
  • Y en líneas generales, evitar consumir productos estimulantes antes de dormir (esto es -aún más importante en la etapa de la menopausia), y llevar un control adecuado de problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión, sea cual sea la causa, con el apoyo de profesionales.

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Factores que pueden influir en la calidad del sueño

Cuando le preguntamos al experto qué factores influyen y pueden llegar a condicionar la calidad de nuestro sueño, cita, en primer lugar, la edad. Y nos lo detalla teniendo en cuenta los tramos:

  • En la infancia, es necesario dormir más horas porque el sueño juega un papel fundamental en la maduración del sistema nervioso.
  • En la adolescencia, el número de horas necesarias se reduce y cambia el ciclo biológico del sueño. En esta etapa los horarios fisiológicos ‘naturales’ se vuelven más tardíos, tanto a la hora de acostarse como de levantarse por la mañana y sin embargo, la presión social y escolar de horarios puede hacer que los adolescentes estén privados de sueño.
  • Y ya en edades más avanzadas, por encima de los 65 años, el sueño es más superficial, con menos sueño profundo, más despertares y tendencia a dormir por el día, a lo que hay que estar alerta porque puede no ser lo adecuado si es excesivo.

“Otro factor importante es el ritmo de vida que llevamos: la presión social, laboral y el estrés son especialmente palpables en zonas urbanas. En estos casos, el tiempo y la calidad de sueño suele ser el gran ‘sacrificado’, y esto conlleva importantes repercusiones a nivel biológico”, concluye Óscar Larrosa.

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