La celiaquía es una enfermedad inmune relacionada con el contacto con el gluten (una proteína presente en harinas como el trigo, la avena, la cebada o el centeno) que provoca una reacción anormal en el intestino en aquellas personas que la padecen. Sus causas son desconocidas y se calcula que la prevalencia estimada en los europeos y sus descendientes es del 1%, siendo más frecuente en las mujeres con una proporción 2:1, aunque un porcentaje importante de pacientes (75 %) está sin diagnosticar, según la Federación de Asociaciones de Celiacos de España.
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¿Cuáles son sus síntomas?
Para detectar un problema de salud como es la celiaquía, sin duda, es fundamental conocer los síntomas. Y es que sabiendo cómo se manifiesta la enfermedad, podemos sospechar si la padecemos. El problema es que, tal y como nos confirma la doctora Marta Lázaro, especialista de aparato Digestivo del Hospital Vithas Almería, los síntomas del celíaco son variados y no tienen que aparecer todos a la vez e incluso pueden no tener relación con el aparato digestivo. “La enfermedad celíaca es una enfermedad que se puede presentar de una manera tradicional con diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso y anemia, sin embargo, en muchos pacientes los síntomas no son tan claros ni característicos, siendo un mayor reto el diagnóstico pudiendo estar totalmente asintomáticos”, cuenta la doctora.
El problema es, por lo tanto, cuando se da esa ausencia de síntomas que, sin duda, dificulta el diagnóstico. A menudo, aquellas personas que experimentan síntomas gastrointestinales se preguntan si podrían ser celíacos. Ante una mínima sospecha de ello, es importante consultar con un médico para obtener un diagnóstico adecuado y recibir asesoramiento sobre el correcto manejo de la enfermedad.
“La celiaquía no siempre presenta síntomas digestivos, por lo que en muchas ocasiones pasa desapercibida. Y en otras, debido a la gran variabilidad de sus síntomas, se confunde con otras enfermedades”, explica el Dr. Francesc Casellas Jordá, responsable del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) y especialista en Aparato Digestivo.
Como decíamos, sus síntomas son tan variables y comunes a otras patologías que se pueden confundir con enfermedades digestivas como la dispepsia, el síndrome de colon irritable, etc.
Los principales síntomas digestivos relacionados con la celiaquía son:
- Diarrea crónica.
- Pérdida de peso.
- Fatiga.
- Malnutrición.
- Mala digestión.
- Meteorismo.
- Alteraciones en los análisis de sangre: como la falta de hierro o la elevación de la cifra de transaminasas.
- Aftas recidivantes en la boca
Por su parte, los principales síntomas extradigestivos e inespecíficos relacionados con esta enfermedad son:
- Retraso en el crecimiento de los niños.
- Asociación con enfermedades autoinmunes del tiroides.
- Asociación con la diabetes tipo 1.
- Dermatitis.
- Anemia o deficiencia de hierro.
- Problemas en el embarazo.
- Osteoporosis u osteopenia.
- Síntomas neuropsiquiátricos: como la neuropatía, la dificultad para caminar, la depresión o la epilepsia.
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Cómo confirmar el diagnóstico
Tenemos claros los síntomas, pero ¿cómo podemos confirmar el diagnóstico? ¿Cuáles son las claves para confirmar que se padece esta enfermedad de carácter autoinmune? “El diagnóstico se basa en cuatro pilares fundamentales: la presencia de predisposición genética, los anticuerpos antitransglutaminasa positivos, la mejoría clínica tras retirar el gluten de la dieta y biopsias duodenales compatibles con la enfermedad. Por eso, un estudio analítico de anticuerpos, una biopsia intestinal y un seguimiento de una dieta sin gluten durante al menos 6 meses permitirá la confirmación final de dicha patología. Al tratarse de una enfermedad de base genética, “para presentar la enfermedad es imprescindible ser portador de determinados HLA, siendo el HLA-DQ2 y DQ8 los más frecuentes”, nos explica la doctora Marta Lázaro.
Además, los expertos de Nara Seguros apuntan que “es importante realizar un diagnóstico precoz ante los primeros síntomas para poder evitar en la medida de lo posible la aparición de enfermedades asociadas a la celiaquía como la diabetes, algunas enfermedades autoinmunes, alopecia areata, epilepsia, trastornos psiquiátricos, cirrosis o trombosis venosa, entre otras”.
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Retraso en el diagnóstico
Uno de los problemas es que, en ocasiones, se tarda demasiado en llegar a confirmar el diagnóstico. Y esta demora no beneficia a quien es celiaco y continúa consumiendo alimentos con gluten por no saberlo. “Principalmente el diagnóstico tardío se produce en aquellos pacientes que están asintomáticos, sin embargo, el hecho de que el sistema digestivo presente una diversidad de síntomas enorme, en muchas ocasiones pueden confundirse con síntomas de patologías funcionales como la dispepsia, y las intolerancias alimentarias, aunque el cribado de la enfermedad celiaca es de realización obligatoria cuando se sospecha una patología funcional”, nos dice la doctora Lázaro.
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Diagnóstico en la edad adulta
¿Por qué en ocasiones es en la edad adulta cuando se confirma el diagnóstico? “En la edad adulta aparecen otros síntomas que no siempre son secundarios a la enfermedad celíaca, como digestiones pesadas, lentas, saciedad precoz secundarias a dispepsia siendo el motivo de consulta y, en ocasiones, el diagnóstico de la enfermedad celíaca es por accidente al realizar la batería de pruebas diagnósticas. Además, en la edad adulta nos realizamos más analíticas, por lo que podemos detectar la ferropenia o la pérdida de determinados nutrientes que nos hagan sospechar y nos lleven al diagnóstico”, detalla la especialista de Vithas.
Diferencia con la sensibilidad al gluten no celíaca
La doctora de Vithas explica que la enfermedad celiaca es distinta a la sensibilidad al gluten no celíaca, en la que los pacientes presentan síntomas tras la ingesta de alimentos con gluten, pero sin embargo no cumplen los criterios diagnósticos citados con anterioridad (la mutación genética, los anticuerpos y las lesiones epiteliales del duodeno).
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La exclusión del gluten de la dieta, siempre bajo supervisión médica
Tal y como resalta el responsable del Comité de Nutrición de la FEAD, es importante que el paciente que se somete a las pruebas de detección de la celiaquía no excluya antes el gluten de su dieta, ya que esta circunstancia puede negativizar los resultados y provocar un diagnóstico erróneo.
“Habitualmente y por información externa, es el propio paciente el que elimina el gluten de su alimentación sin supervisión médica”, explica el Dr. Casellas, quien incide que la exclusión del gluten de la dieta debe realizarse siempre tras consultarlo con el especialista para un correcto diagnóstico y tratamiento de la celiaquía.
“Mantener una alimentación sin gluten, por cuenta propia y sin ser celíaco, no aporta beneficios para la salud de la persona: no solo está siguiendo una dieta mal indicada, desequilibrada y poco saludable, sino que excluir el gluten de la dieta se ha relacionado con ciertos factores de riesgo cardiovasculares”, asevera. “No tiene sentido, desde el punto de vista médico, retirar el gluten de la dieta si no se padece una enfermedad relacionada con el gluten”.