Entre los posibles trastornos relacionados con la conducta alimentaria que podemos padecer, tal vez no has escuchado hablar del llamado síndrome del comedor selectivo. “Es un trastorno en el que las personas que lo sufren, habitualmente niños, rechazan una gran variedad de alimentos y solo aceptan comer unas pocas cosas. Esto da lugar, muchas veces, a problemas en la alimentación y en la nutrición porque hay una escasa variedad de alimentos que ellos aceptan”, comenta el doctor Xavier Fàbregas Pedrell, director médico de Mas Ferriol, especialista en adicciones y trastornos de salud mental. Vemos que afecta más en la infancia, pero hemos querido profundizar en un problema que también puede afectar en la edad adulta.
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¿Puede pasar desapercibido?
Lo primero que nos preguntamos es si estamos ante un trastorno que puede pasar más desapercibido que los demás TCA. El especialista así lo confirma, pues apunta que tenemos la idea de que los trastornos alimentarios son exclusivamente la bulimia y la anorexia y, por el contrario, hay una múltiple variedad de trastornos relacionados con la comida. ¿En qué se diferencia de los otros trastornos alimentarios? “La principal diferencia es que no hay ese componente reconocible de la persona que tiene una mala imagen corporal y se queja de que esta gorda o que no se ve bien, sino que muchas veces son esos niños que no quieren aceptar la introducción de nuevos alimentos. Comen siempre lo mismo, muchas veces no quieren probar una comida nueva y montan un ‘espectáculo’ cada vez que hay que ir a comer”, apunta el experto.
Así se manifiesta
¿Cómo se manifiesta, qué nos puede hacer sospechar que estamos ante este trastorno? “Muchas veces es esa situación de conflicto cada vez que hay una comida, la cuestión que muchas veces rechazan alimentos por su textura, como por ejemplo las cosas fibrosas, las verduras, las legumbres, el pescado... Quienes lo padecen, difícilmente, aceptan comer cosas diferentes a las que están acostumbrados y que ponen a prueba la paciencia de sus cuidadores, los cuales acaban cediendo para no tener un espectáculo en cada comida”, nos explica.
¿Hay personas con un mayor riesgo de padecerlo?
En opinión del experto es más habitual entre las personas con rasgos obsesivos, las personas muy rígidas de pensamiento, los niños muy consentidos que consiguen hacer su voluntad a base de montar una ''pataleta", son las que tienen más posibilidad de padecer TCA.
Un TCA también de adultos
Como decíamos, estamos ante un problema habitual entre niños, pero que también se puede padecer en la edad adulta. “Muchas veces lo vemos en adolescentes y en algunas personas adultas que por alguna razón han empezado a restringir el comer algunos alimentos. A veces con la idea de temas como el veganismo o hacer una dieta más sana, esconden un verdadero trastorno alimentario porque lo que empieza a ser una cosa que tiene una razón lógica se convierte en una manía. Incluso hay personas que solo comen alimentos de un solo color, lo cual se puso de moda hace unos años en Estados Unidos, gente que solo comía alimentos de color naranja, de zanahorias, calabazas, de cosas de este color que no tiene ningún sentido y que pueden expresar un padecimiento psicológico que se manifiesta de esta manera”, comenta el experto.
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Características del comedor selectivo en la edad adulta
"Suelen ser, como todos los TCA personas obsesivas, perfeccionistas y autoexigentes. A veces sienten mucha vergüenza y culpa, pero en otros casos se evidencia una frialdad emocional, incluso una indiferencia que suele ser defensiva, ya que admitir un malestar sería un primer elemento de cambio. Las personas con cualquier TCA pueden expresar malestar en otras áreas, pero disimulan eficazmente su preocupación por la comida para que no se intervenga. Así, pueden discutir o pelearse por otros temas, pero aparentan docilidad o despreocupación por los temas de dieta o alimentación que es lo que verdaderamente las obsesiona. El aparentar esa despreocupación (que no es real) supone dificultar la identificación de la problemática", comenta el experto.
Así debe tratarse
Una vez diagnosticado, ¿cuál es el protocolo que se debe seguir? En el caso de los más pequeños, “el primer mensaje es armarse de paciencia, porque estamos hablando de una situación que es bastante habitual, todos los niños tienen dificultades en ampliar la variedad de los alimentos que tienen que comer”, apunta. Así, explica que es importante comer todos juntos y las mismas cosas, intentando introducir a toda la familia en una dieta en la que no se hace un plato especial para cada uno, sino que se intenta que todos vayamos probando los mismos platos. Hay que plantearlo como una cuestión de normalidad, todos comemos juntos, también esto nos permite detectar estos trastornos de conducta alimentaria desde edades muy tempranas, pero desde la normalidad de que no hacemos platos especiales para ellos. “Hay que tener en cuenta que en el síndrome del comedor selectivo se puede producir una disminución del coeficiente intelectual porque la falta de algunos nutrientes repercute sobre la inteligencia, es decir, podemos tener déficits vitamínicos que alteran las capacidades de aprendizaje, por lo tanto, es un tema más serio de lo que parece. Sobre todo, tener esa idea de que estamos ante algo que si lo atajamos a tiempo, no va a tener la importancia ni se va a convertir en un problema más grave”, comenta el doctor.
“Un consejo también para detectarlo es tener en cuentaque quienes lo padecen rechazan ir a casa de sus amigos, pasar la noche fuera, porque tienen la sensación de que les van a dar de comer cosas que no les gustan, por lo tanto, puede repercutir en cuestiones de socialización”, explica.
Así, vale la pena reclamar ayuda profesional cuando esto se convierte en una situación habitual todas las veces y entonces vendría bien tratar esas inseguridades, esas obsesiones que pueden repercutir en otras áreas de su vida.
Manejo en la edad adulta
El experto nos detalla que las estrategias son las mismas que las que se aplican en un TCA detectado en la adolescencia, pero con la particularidad de que los adultos tienen más posibilidades de no cumplimiento de las pautas, porque no dependen de sus padres y esa autonomía puede representar un riesgo de cronificación. Para que el tratamiento sea efectivo se requiere reconocimiento del problema, constancia en la aplicación y supervisión para reconducir las distorsiones cognitivas y cambiar la autoimagen corporal negativa. Los adultos rechazan más fácilmente ese control externo.