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8 claves para subir tu autoestima según el modo 'Kaizen'

La autoestima se fortalece aprendiendo a mirar hacia dentro. Hacia lo que tú puedes hacer en cada momento con los recursos de los que dispones. Ser mejor persona para ti y para los que te rodean


Actualizado 15 de enero de 2024 - 15:32 CET

Sabemos que la autoestima es algo muy importante que afecta a todas las áreas de la vida. Hemos escuchado en infinidad de ocasiones que necesitamos aprender a querernos más, a subir la autoestima, que cuando está baja todo es peor pero... ¿Dónde está la autoestima? ¿Dónde la notamos? ¿Cómo sabemos cómo está, si arriba o abajo? La psicóloga María Martínez Díez, precursora del modo Kaizen, nos indica cómo está nuestra autoestima y las 8 claves para tenerla equilibrada.

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- Leer: Un test de personalidad: ¿cómo está tu nivel de autoestima?

Para hacerlo sencillo (en modo Kaizen) lo resumiré en una sensación: la seguridad interna. Y en una actitud: la aceptación de lo que no puedes cambiar, tomando acción sobre lo que sí. La seguridad interna es esa sensación de tranquilidad y certeza de que estás actuando sobre lo que tienes ahora entre manos con lo que depende de ti. Es saber que no eres el resultado (no te identificas con el resultado), sino lo que haces durante tu camino hacia ese resultado. Es saber que eres responsable de lo que ahora depende de ti, y que no puedes controlar lo que no. Es responderte a los “¿y si?” de tu cabeza con un: ya lo resolveré si ocurre (y sentir que eres capaz).

Es saber que hay días buenos y no tan buenos, pero que pasarán, y no te quedas culpando al entorno de lo que no te sale como quieres. Es reconocer lo que tienes de maravilloso y lo que no te acaba de gustar y quieres seguir mejorando cada día. Es saber que tienes el control de tu vida (que siempre puedes actuar sobre aquello que depende de ti) sin estar condicionada por lo que los demás piensen, digan o hagan. Es dejar de querer que los demás cambien para que yo esté bien, porque puedo estar bien sin que ellos cambien.

No es mirarte al espejo y decirte cosas bonitas que no te crees. Es que sepas reconocerte en lo que te gusta y en lo que no te gusta tanto, sabiendo que todo forma parte de ti ahora. Es sentir que eres la protagonista de tu vida y que tú te defines, no los demás.

- Leer: Cómo superar el síndrome de la crisis de aceptación

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¿Cómo se forja la autoestima?

Somos fruto de muchas cosas. Nuestra autoestima empieza a forjarse a través de la mirada del otro cuando somos pequeños. Específicamente a través de lo que vemos que nuestros padres piensan sobre nosotros. Si nos valoran o critican, si sentimos decepción en sus ojos, si nos hacen sentir que somos lo suficientemente buenos, si nos sentimos amados incondicionalmente o por el contrario creemos que tenemos que ser mejores para que nos quieran. SI nos comparan con hermanos, amigos o familiares. Todo esto, en la mente de un niño es una sola conclusión: no soy lo suficientemente bueno para que me quieran tal como soy (y se pasa la vida queriendo cambiar lo que escapa a su control).

Si, por el contrario, me he sentido valorado por aquello que dependía de mí (no por mis resultados, sino por mi perseverancia, mi atención, mi curiosidad, …), me han demostrado amor y apoyo en mis peores momentos también, si me he sentido escuchado y mis emociones han sido validadas, mi autoestima se irá forjando en esta dirección, la sana.

Conforme vamos creciendo, la autoestima se sigue desarrollando a través de cómo miramos nosotros el mundo, cómo lo percibimos, y sobre qué nos ponemos a actuar. La autoestima baja cuando nos empeñamos en querer cambiar lo que no podemos. Porque a esto le acompaña una sensación de frustración e impotencia que nos lleva a pensar que somos incapaces. Cuando lo único que pasa es que nos estamos enfocando mal.

En la edad adulta, si somos conscientes de que necesitamos sanear la autoestima, podemos ponernos manos a la obra a recolocar las “falsas” conclusiones a las que llegamos siendo niños y debido a la falta de recursos y a la visión parcial de las situaciones.

- Leer: Las claves para pasar página, superar pasado y ser más feliz

Si en la infancia no se ha experimentado un apego seguro, ¿qué acciones pueden tomar los adultos para fortalecer su autoestima?

Aunque hayamos experimentado apego seguro, hay más factores que pueden hacer tambalear nuestra autoestima. Porque gran parte de la autoestima del adulto depende de cómo procesa el entorno. Es decir cómo piensa de aquello que le ocurre y cómo interpreta tanto las situaciones agradables como desagradables de la vida.

La autoestima se fortalece aprendiendo a mirar hacia dentro. Hacia lo que tú puedes hacer en cada momento con los recursos de los que dispones. Ser mejor persona para ti y para los que te rodean. Aprender a poner límites sabiendo qué es lo que depende de ti y qué es lo que depende de los demás (si esto no se tiene claro, no se saben poner límites sanos). Aprender a interpretar aquello que ocurre de una forma objetiva, sin hacerte responsable de lo que escapa a tu control (culpa) y responsabilizándote de lo que tú puedes hacer (aprendizaje). Ganar seguridad interna. Practicar la gratitud sincera.

Señales de que tu autoestima es buena

La autoestima es algo que va fluctuando, aunque cuando se tiene una autoestima sana, esos altibajos son más puntuales y con menor duración en el tiempo.

  • Eres agradecido.
  • Reconoces el amor que tienes alrededor.
  • Cuando te encuentras ante un problema, en lugar de buscar culpables, buscas soluciones.
  • Sabes recibir (te sientes igual de cómoda dando a los demás que recibiendo de los demás).
  • Te tratas con amabilidad y compasión cuando fallas, te equivocas o haces algo mal, y sacas un aprendizaje para que la próxima vez sea mejor.
  • Encuentras cosas buenas tanto en ti como en los demás, y sabes reconocer lo que no te gusta para mejorarlo en ti y poner límites fuera.
  • Te centras en actuar sobre lo que depende de ti y asumes las consecuencias

¿Cuáles son los signos que podrían indicar una baja autoestima?

De la misma forma que para la autoestoma sana, esto hay que tenerlo en cuenta cuando es algo que se ha convertido en una constante, no cuando ocurre de forma puntual. Porque todos podemos sentirnos así alguna vez.

  • Sientes que todo te sale mal (como si el mundo estuviera en tu contra).
  • Cuando te dicen algo bueno sobre ti te sientes incómodo y lo niegas.
  • Cuando hay algún problema te atascas en la culpa y te bloqueas. Es decir, o te sientes culpable o culpas al exterior.
  • Buscas agradar a los demás y te sacrificas por ellos, y luego sientes que no valoran tus esfuerzos.
  • Eres duro juzgándote a ti mismo.
  • Baja tolerancia a los fallos y a la frustración.
  • Dudas de ti constantemente, prefieres que decidan por ti.

- Leer: Las lecciones de Emma Thompson sobre la autoestima

¿Cuál es la importancia del autocuidado en el mantenimiento de una buena autoestima?

El autocuidado es uno de los grandes pilares de la autoestima. De hecho, una señal de que la autoestima necesita un empujoncito es el sacrificio constante por los demás y el abandono de uno mismo. El no encontrar nunca tiempo para lo que necesitas y te nutre, te dice que estás muy por debajo en tu lista de prioridades. Además, cuanto menos te cuidas, más exiges a los demás que lo hagan o reprochas que no lo hacen, o bien les culpas porque tú no puedes hacerlo, porque hay una falta muy grande.

Es imprescindible que encuentres pequeños momentos en los que estar contigo, haciendo algo SÓLO PARA TI, no para los demás. Cosas que nadie te puede proporcionar: tiempo. Y, como probablemente si estás leyendo esto no sueles tener demasiado tiempo para ti, te propongo que lo hagas en modo Kaizen: elige algo que quieres empezar a introducir en tu rutina de autocuidado y pregúntate ¿cuál es el paso más pequeño que puedo dar para empezar a... (pon aquí lo que quieras)?

En mi caso, introduje de nuevo el hábito de lectura planteándome leer “algo” todos los días, en lugar de pensar en leer 1 capítulo al día (que era virtualmente imposible de inicio). Así que, un día igual leía un párrafo, o una página o 3 palabras, pero LO HACÍA. Y poco a poco, ese hueco se va haciendo cómodo y fácil.

- Leer: 10 frases que mejoran tu autoestima y te darán felicidad

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¿Cómo puede la autocompasión influir en la construcción de una autoestima sólida?

La autocompasión es imprescindible para que la autoestima esté sana. Porque el cómo te tratas cuando sientes que fallas, el respeto, cariño y comprensión con la que te hablas es lo que te salva (y la ausencia de ello es lo que te hunde). Cómo interpretas esa situación, si con culpa o con aprendizaje, van a marcar una grandísima diferencia. Y esa amabilidad hacia uno mismo, como se aleja del autocastigo y del juicio, va a permitir que remontes y te pongas en marcha mucho antes y sin carga.

Además, la autocompasión va a influir en la forma que ves a los demás, y va a generar una mayor tendencia a la ayuda, a la empatía y al respeto.

¿Cuáles son los posibles efectos de compararse constantemente con los demás en la autoestima?

Distorsionar la realidad es el efecto más notable. Porque no hay nada menos objetivo que las comparaciones. Cuando nos comparamos, estamos haciéndolo en absolutos. No comparamos una calificación que ES objetivamente comparable, sino que nos identificamos con esa calificación y convertimos una parte en un todo. Esto hace que nos sintamos mal y SIN POSIBILIDAD de sentirnos bien, puesto que eso que nos estamos creyendo, no es cierto.

El problema no está en comparar, sino en el significado que le atribuimos a esa comparación. Tú tienes algo que yo no tengo, vale, es objetivo, no tiene mayor sentido. La cuestión es que yo interprete que el hecho de que tú lo tengas y yo no te hace mejor a ti, y a mí peor, esa es la parte que al no ser objetiva, nos genera malestar y hace que baje nuestra autoestima.

Nos sentimos avergonzados, incapaces, no merecedores, y entramos en una competición que no podemos ganar, porque no es real.

Por lo tanto, acabamos viviendo en un mundo distorsionado en el que las diferencias las etiquetamos como mejores o peores, cuando en realidad son simplemente diferencias. Nadie está por encima o por debajo. Nadie es mejor o peor, así en general y en absoluto. Somos diferentes, con trayectorias, aprendizajes y experiencias diferentes. Además, compararse con otra persona es como comparar sillas con coches, cada uno es diferente y sirve para cosas diferentes.

- Leer: Consejos para ayudar a una persona con baja autoestima

8 mandamientos para mejorar la autoestima

  1. Lo que hiciste en el pasado, fue tu mejos opción entonces. Ahora tienes nueva información que ANTES NO TENÍAS. Si no te gustó el resultado, pregúntate: ¿qué puedo hacer un poco diferente la próxima vez?
  2. No te compares. Cuando te descubras haciéndolo piensa esto: No puedo comparar sillas con tomates (cada una es diferente, para algo diferente y es incomparable).
  3. Cuando algo se te resista (y dependa de ti) di: esto debe ser más fácil de lo que parece.
  4. Sólo depende de ti (puedes cambiar o actuar sobre ello) lo que sale de ti: lo que piensas, lo que sientes, lo que dices y lo que haces. Es ahí donde puedes elegir. En lo demás (lo que está fuera de ti), sólo puedes aceptar, y devolver la mirada de nuevo a lo que depende de ti.
  5. Agradécete todos los días 6 cosas diferentes. Para y observa a tu alrededor 1 cosa que puedas agradecer en ese momento, y sigue con lo que estuvieras haciendo.
  6. Cuando te sientas bajo de ánimo, pregúntate: ¿qué depende de mí en este momento? Sin buscar una respuesta, sólo para que tu mente se acostumbre a enfocarse.
  7. Cuando estés atascada y no sepas avanzar pregúntate: ¿cuál es el micro paso que AHORA puedo dar sobre lo que depende de mí? Sin buscar respuesta. Acabará saliendo sola.
  8. Cuando tengas uno de esos días bajos en los que te crees el peor del mundo en todo recuerda: todo lo que piensas, interpretas, a través de una emoción, no es objetivo, está distorsionado. Pasará. Respira y pregúntate ¿si esto que pienso sobre mí ahora NO FUERA CIERTO, cómo me sentiría?

Esto es ir integrando el Modo Kaizen, para que tu mente se calme. Así dejas de dramatizar. Lo que los demás dicen de ti lo miras con distancia y no lo haces tuyo. Actúas con lo que ahora depende de ti. Te sientes seguro, independientemente del resultado, porque sabes que ese resultado no depende de ti, pero siempre podrás actuar sobre él. Dejas de frustrarte y enfadarte porque los demás no son o no actúan como tú quieres o necesitas, porque dejas de querer cambiarlos. Y tampoco permites que nadie te cambie a ti. En definitiva, tomas el control de tu vida.

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