De todos los momentos fabulosos que nos ha dado la serie Berlín hay uno en el que el protagonista que le da nombre le dice a Camille, la mujer de la que se ha enamorado: “Lo nuestro no era una aventura divertida, era real, era amor de verdad. No tenía nada que ganar estando contigo, al revés, solo tenía cosas que perder, y aún así, volvería a jugármelo todo mil veces por volver a conocerte”. Con este enamoramiento, Andrés de Fonollosa, escondido bajo el apodo por el que ya le conocimos en La Casa de Papel, se jugaba, nada menos, que ser descubierto por tejer el plan de un atraco de 44 millones de euros en joyas en la casa de subastas más importante de todo París.
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La trama cautivadora de la serie mantiene a la audiencia en vilo, pero a medida que los capítulos se desarrollan, la atención se desplaza de manera inesperada hacia el complicado juego amoroso protagonizado por Berlín. A pesar de la inminencia del robo meticulosamente planeado, nos sumergimos en la creciente preocupación de que pueda descuidar sus responsabilidades en pos de un objetivo aparentemente personal, el de conquistar a Camille. Y es que la relación extramatrimonial entre Berlín y Camille podría considerarse una simple anécdota, si no fuera por un detalle crucial: ella es la esposa de monsieur Polignac, el director de la casa de subastas que se convertirá en el escenario del robo.
Aunque el equipo intenta advertir una y otra vez a Berlín sobre las consecuencias, parece inmune a los peligros potenciales, concentrando todos sus esfuerzos en seducir a la joven, incluso a riesgo de desbaratar el meticuloso, como denomina él, "plan de estudios" del atraco. No es el único, pues cada uno de los integrantes del equipo también ponen en peligro el plan en determinadas ocasiones saltándose la regla número uno del asalto, la prohibición de mantener relaciones sexuales o afectivas entre ellos. Roi y Cameron pierden uno de los collares robados durante una noche en la que tenían prohibido salir, Bruce atraca a la policía y hasta a un hospital por salvar a Keyla… y Damián, ebrio, desvela parte de sus mentiras cuando habla por teléfono con su exmujer, sin darse cuenta de que al otro lado de la trampilla de ventilación se encuentra la vivienda de una mujer, que escucha detenidamente sus palabras.
La historia de Berlín es la de un atraco, pero sobre todo es, una historia de amor que nos invita a plantear la influencia que este sentimiento y los distintos tipos de relaciones, así como el apego, pueden tener en nuestra toma de decisiones. O lo que es lo mismo, nos hace pensar en ese tema tan incómodo y del que tan poco hablamos sobre hasta qué punto el amor puede hacer peligrar nuestros propósitos. La respuesta a la incógnita, para Berlín, parece clara: “¿Quién quiere un amor confortable? Apostar: a todo o nada”, dice.
Decirlo en voz alta resulta tabú porque nos da vergüenza admitirlo, pero todos hemos pasado por alguna situación, o conocemos a quiénes lo han hecho, en la que una de las personas que forman una pareja (con o sin etiquetas) ha renunciado o modificado planes que consideraba vitales y relevantes por satisfacer, complacer o pasar más tiempo con la otra. Ya sea rechazar un puesto de trabajo en otra ciudad para buscar uno más cerca, ajustar en exceso los horarios laborales y de ocio para poder pasar más tiempo con la pareja, o participar activamente en eventos o reuniones familiares que nunca hubiéramos imaginado o que no nos apetecen, entre otros muchos ejemplos.
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¿El amor perjudica nuestras decisiones?
“El amor, puede ser tanto un impulso inspirador como un potencial desvío de nuestras metas y ambiciones. Por su naturaleza intensa, tiene el poder de alterar nuestra percepción, emociones, prioridades, y decisiones, ya que activa áreas del cerebro asociadas con la recompensa y el placer”, nos explica la psicóloga especialista en autoestima, liderazgo e inteligencia emocional, y fundadora & CEO de Psique Cambio, Beatriz Gil Bóveda. “Cuando estamos enamorados, la liberación de dopamina nos hacer experimentar euforia, intensifica nuestras emociones y desactiva la capacidad crítica, lo que puede explicar esta ‘ceguera por amor’, y que en ocasiones actuemos de manera irracional, priorizando relaciones, a veces incluso por encima de nuestras metas profesionales o personales”, detalla la experta en salud mental.
Por el momento no sabemos si habrá segunda temporada de Berlín, pero el final de la primera entrega nos deja claro que, siempre y cuando mantengamos presentes “nuestros valores fundamentales o aspectos importantes de nuestra vida, como la carrera profesional o el desarrollo personal”, como explica la psicóloga, esa ceguera del amor no tiene por qué ser perjudicial, sino que, incluso, puede llegar a “impulsarnos a ser valientes, a luchar por nuestros sueños, a salir de nuestra zona de confort y a ser mejores”. El problema nace cuando descuidamos estos aspectos y no somos capaces de mantener una independencia.
Cómo saber si estás pensando más en tu pareja que en ti
Si se produce esa renuncia o un cambio de orden de preferencias y aspiraciones, una crisis de vital en momentos de introspección, o alguien nos advierte de que la situación, entonces debemos estar alerta porque puede que estemos renunciando a una parte de nosotros para actuar guiados por esa ceguera. En el caso de que esto sucediera, la psicóloga recomienda hacerse preguntas que nos empujen a reflexionar, como “¿cuáles eran mis metas y deseos antes de entrar en esta relación?”, ¿han cambiado desde entonces?”, “si es así, ¿cómo y por qué?”, “mantengo un equilibrio saludable entre las necesidades de la relación y mis necesidades personales?”, “¿he perdido aspectos de mi identidad o intereses individuales?”, o “¿me siento presionado/a a ajustar mis planes para complacer a mi pareja?”, entre otras muchas que propone. Para dar con la respuesta basta con analizar nuestras contestaciones ante estas interrogaciones. Si la mayoría nos indican que la vida que estamos llevando no se corresponden con lo que somos, y que la mayoría de nuestros pensamientos y acciones están orientados más hacia lo que favorece a la pareja, y no tanto a nosotros mismos, entonces ya tenemos la respuesta.
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Si estás dudando, o si tienes claro que te encuentras sumergido en ese torbellino que muchas veces trae consigo una relación, existen varios pasos a seguir que puedes realizar para continuar tu camino inicial, y perseguir tus ambiciones reales. Teniendo en cuenta la liberación de dopamina ya mencionada, conseguir que, como nos cuenta la experta, exista un “equilibrio donde el amor y los deseos personales no se excluyan mutuamente, sino que se complementen y enriquezcan” es la meta, pero no resulta una tarea fácil, pero hay determinados patrones que podemos realizar para tratar de el amor sea lo más sano posible, tanto para uno mismo, como para ambos. De hecho en Berlín vemos claramente que no lo es. El protagonista es obsesivo, y no cesa en su propósito de enamorar a Camille hasta conseguirlo, dejando en manos del resto del equipo la ejecución plena del plan.
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Qué hacer para tener una relación sana
“Una de las claves para remediarlo consiste en practicar el autoconocimiento, es decir, conocer nuestras propias necesidades y deseos nos ayuda a cuidar y revisar nuestras metas personales”, detalla Beatriz Gil Póveda, sobre la primera de las pautas fundamentales que ella considera que debemos poner en práctica. Todas son pura inteligencia emocional. “Por otro lado, la autoconciencia también es importante. Debemos ser conscientes de cómo nuestras relaciones amorosas están influyendo en nuestras decisiones y objetivos, evaluar si estamos postergando o modificándolos en pro de la relación, ya que llevar a cabo un chequeo y seguimiento regular de nuestras metas y objetivos puede ayudarnos a mantenernos alineados con nuestros verdaderos deseos, y reajustar el enfoque hacia lo que realmente valoras y quieres lograr. Aquí podemos encontrar una oportunidad para alinear nuestras metas con los cambios que vivimos en nuestras relaciones y en nosotros mismos”, señala.
Como en cualquier relación, la comunicación también resulta clave. Hablar sobre nuestras necesidades, proyectos y sobre cualquier otro aspecto que nos preocupe o consideremos que está perjudicándonos es esencial para alcanzar el balance entre el amor y el resto de ideas que queremos mantener, o lograr, en nuestra vida. “También debemos definir límites claros que respeten tanto nuestras necesidades como las de nuestra pareja, y llegar a acuerdos. Los límites promueven la independencia y el autorespeto. Al tenerlos claros, cada persona puede perseguir sus intereses y metas sin sentirse restringido o culpable, lo cual es esencial para mantener una relación equilibrada y saludable donde ambos puedan prosperar”.