Vivimos en una sociedad en la que el consumo de alcohol está totalmente normalizado en situaciones de ocio. Y la Navidad es, sin duda, una de ellas. Muchos planes estos días incluyen vinos, cervezas, copas con amigos, compañeros o familiares. Todo ello pese a que tenemos cada vez más evidencias de que ningún grado de consumo de alcohol es beneficioso para nuestra salud. Son muchos los médicos y los expertos en Nutrición que constatan que ninguna cantidad 'moderada' es saludable ni, por supuesto, recomendable. Pero aun así, seguimos normalizándolo y lo cierto es que no es un entorno fácil para quienes deciden no beber.
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Un consumo normalizado
La primera duda que nos surge es por qué está tan aceptado el consumo de alcohol en nuestra sociedad. “Las bebidas alcohólicas forman parte de nuestra cultura desde tiempo inmemorial. Es normal su consumo en multitud de ocasiones y la sociedad lo considera como algo propio y habitual”, nos cuenta Bernardo Ruiz Victoria, psicólogo clínico por la Universidad Autónoma de Madrid, especializado en la prevención y el tratamiento de problemas de alcoholismo y otras adicciones.
Sin duda, influye el hecho de que el consumo de alcohol se relacione con momentos ociosos, de disfrute. “El ocio, las fiestas, las celebraciones, suelen acompañarse normalmente de bebidas alcohólicas en España y en otros países de cultura similar a la nuestra”, confirma el especialista.
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No beber, ¿motivo de mofa?
El problema llega cuando una persona que, por elección propia decide no beber, puede enfrentarse a momentos incluso de mofa. En opinión del doctor, “la posibilidad existe, no cabe duda; pero eso habla más de la falta de educación de la persona que se burla de la que es abstemia que de la actitud de quien decide no beber”.
¿Puede convertirse en una situación complicada el hecho de que quienes no beben puedan resistir ante la presión social del entorno? El doctor lo tiene claro: “No es complicado en absoluto cuando uno tiene las ideas claras y sabe lo que quiere”.
Las cañas de después del trabajo, el aperitivo con vinos de los domingos… Le planteamos también si piensa que pueden llegar a sentirse excluidos, cuando muchos planes -especialmente en estas fechas- siempre implican el consumo de alcohol. “No veo ningún motivo lógico para ello. Más bien al contrario, si una persona abstemia se siente discriminada o menospreciada en determinado ambiente o entorno social, lo más razonable, para ella misma, sería autoexcluirse de un entorno tan poco empático”, sugiere el especialista.
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Enfrentarse al juicio de los demás
‘Te miran cómo si fueras tú el raro’, llegan a afirmar las personas que no beben que pueden sentir que se enfrentan al juicio de los demás. Sin embargo, algo debería comenzar a cambiar, pues cada vez tenemos más claro qué hábitos deberíamos desterrar si queremos vivir más y mejor. “Pienso que avanzamos hacia una sociedad cada vez más preocupada por los hábitos saludables de vida, y beber alcohol no es uno de ellos. Por lo tanto, quienes deberían replantearse su situación personal son aquellos que abusan del alcohol e inducen a otros a hacerlo”, nos detalla.
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Cuando dejas de beber tras una adicción o un problema de salud
Sin duda, quienes pueden afrontar estos momentos en una situación más delicada son aquellas personas que han dejado de beber por motivos de salud o de adicciones. Puede que se les haga el camino mucho más cuesta arriba. Pero tienen herramientas para afrontar estos momentos. “Las personas que participan en una terapia para aprender a vivir sin alcohol salen preparadas para afrontar las distintas situaciones de riesgo de recaída con las que se pueden encontrar en el curso de su vida cotidiana. Las situaciones de presión social, ya sea explícita -cuando alguien directamente te ofrece una bebida alcohólica- o implícita -cuando el entorno general de una determinada actividad induce al consumo de alcohol-, son un factor de riesgo para el que hay que prepararse adecuadamente a la hora de evitar las recaídas”, argumenta el psicólogo, al que le preguntamos qué recomienda a estas personas, qué estrategias pueden tener a su alcance para sobrellevar esos momentos de presión.
“En primer lugar, decir claramente y sin tapujos ‘yo no bebo alcohol’. También deberían evitar dar ninguna clase de explicaciones o justificaciones de su decisión de no tomar alcohol. Igualmente, pueden destacar el hecho de que ‘estoy mejor sin beber’ sin referirse a los problemas que el alcohol haya podido causarles en el pasado. Asimismo, es importante cambiar de tema de conversación lo antes posible y abandonar el lugar si la presión es explícita e insistente y se convierte en una molestia que no hay ninguna necesidad de soportar”, concluye recomendando el especialista.