Algunos traumas actúan como un 'cuerpo extraño' en una herida, saboteando nuestro presente y generando un sufrimiento innecesario. Así nos lo explica la psiquiatra Rosa Molina, quien acaba de publicar su libro Tus microtraumas, publicado por Paidós, en le que nos ayuda a distinguir los traumas más conocidos, 'los de alto voltaje' —un suceso único y devastador que marca un antes y un después en la vida de una persona—, de los microtraumas —heridas emocionales de una envergadura aparentemente menor, pero cuyas características, frecuencia o contexto también condicionan nuestra vida y nuestra relación con los demás. Así nos lo ha explicado la doctora.
¿Cuál es, en su opinión, la diferencia clave entre un trauma y un microtrauma?
En el microtrauma no necesariamente hay una vivencia de amenaza para la vida. Mientras, cuando pensamos en el trauma mayor, una de las definiciones es que hay una amenaza para la integridad física o psíquica. Aquí no tiene por qué haberlo, pues son traumas más sutiles, heridas emocionales. Un ejemplo es la violencia verbal en la casa desde que somos pequeños. Y esa violencia verbal no es que ponga en juego nuestra vida, pero puede tener un impacto importante.
¿Todos tenemos esos microtraumas en nuestro día a día?
Todos tenemos situaciones adversas y dificultades a lo largo de la vida. No sé si científicamente podríamos dar una respuesta exacta a esto, pero sí entendería que la gran mayoría hemos podido experimentarlos. Además, aun no habiéndolos experimentado o creyendo no tenerlos, es verdad que hay ciertas situaciones adversas que tienen el potencial de convertirse en microtraumas, por diversos factores: bien por repetición, por vulnerabilidad, por fragilidad, por mi momento vital. Sabemos que el potencial de impacto que tiene está relacionado con diversas variables, como son algunas de estas que hemos mencionado.
¿Puede ser que los minusvaloremos, que no les demos la importancia que realmente tienen?
Podemos ver los dos extremos, de hecho. Hay gente que, al revés, más bien sobrevalora la adversidad cotidiana y la considera como algo grave. Son situaciones adversas que todos podemos tener y que son inherentes a la vida. En algunas ocasiones, ya todo lo rotulamos como traumático. 'Esto me ha traumatizado'. Utilizamos a veces el lenguaje de manera inadecuada, como hacemos en otras tantas esferas de la salud mental. Cuando decimos estoy depre o cuando tengo cambios de humor digo que soy bipolar. Y este tipode usos inadecuados generan confusión entre la población y banalizan el término.
Y luego tenemos efectivamente gente que lo minusvalora, que pasa por encima de todo el mundo emocional, que considera que solo son traumas los de alto voltaje, aquellos que son amenazantes para la vida, como decíamos antes. El gran trauma, el de la T mayúscula y, sin embargo, a otras escenas no les dan la importancia que tienen. A veces porque ya forman parte de nuestra propia vida. Sobre todo si estas experiencias o estas heridas emocionales las hemos tenido en etapas tempranas, hemos experimentado violencia en etapas tempranas y esto ha quedado de alguna manera configurando nuestro cerebro, pues entendemos el mundo desde la que ha sido nuestra experiencia en nuestra casa o en nuestro entorno.
Con lo cual, a veces puede ser difícil de reconocer, porque a veces son patrones de conducta que tenemos normalizados, pero que a lo mejor no son muy saludables. Por ejemplo, establecer relaciones de dependencia repetidas que nos terminan generando disfunción y malestar. A veces en esos patrones repetidos de comportamiento podemos ver que puede haber ahí alguna herida que explique por qué nos comportamos así, o también algunos fenómenos de tipo disociativo.
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¿De qué forma pueden llegar a afectarnos?
Pueden producir síntomas diversos, desde falta de concentración, de atención, insomnio, a fenómenos disociativos, como los fenómenos de despersonalización y desrealización. Despersonalización son aquellas situaciones en las que me siento como un autómata, como si no fuera yo, como si no me reconociera a mí mismo y me visualizara desde fuera, como un actor que se ve a sí mismo. Y luego los fenómenos de desrealización implican sentir con extrañeza el entorno. Además, pueden aparecer pensamientos intrusivos, pensamientos rumiativos y repetitivos. Esto en relación a la esfera emocional y cognitiva. Pero también estaría la parte conductual: conductas evitativas de determinadas situaciones o patrones repetidos de comportamiento. Un ejemplo son los patrones repetidos de relaciones dependientes con los demás. Puede ser que esto llegue a ser significativo.
En definitiva, podemos decir que esos microtraumas, al final, si bien en algunos casos pueden ser imperceptibles para el sujeto, la realidad es que -y aquí están las palabras clave-, terminan limitándonos y restringiéndonos. Hacia el final del libro hay una imagen con letras que pone 'de la contracción a la expansión'. La recuperación del trauma implica que como el trauma nos tiene limitados, nos restringe en nuestra capacidad para disfrutar satisfactoriamente de la vida o para establecer relaciones saludables, el hecho de recuperarnos del trauma nos permite expandirnos y, por tanto, gozar de un mayor bienestar en ese sentido.
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Cada uno afrontamos los traumas de diferente forma y a alguien puede dejarle marca una experiencia que para otro pasó 'sin pena ni gloria', ¿qué factores influyen?
Efectivamente, distinguimos una serie de factores individuales y circunstanciales o contextuales. Por un lado, la vulnerabilidad. Todos venimos con una carga genética determinada, que nos puede hacer más o menos vulnerables a un trastorno mental o, en este caso, a las experiencias traumáticas.
Por otro lado, factores individuales como pueda ser el momento vital en el que me ha sucedido. El significado personal que yo le atribuyo. Por ejemplo, una ruptura de pareja puede tener un significado profundo y personal para alguien. Puede estar vinculada a creencias sobre el amor, el valor personal o la autoestima. Y cuando la ruptura viene a desafiar esas creencias, se percibe como una amenaza contra la propia identidad. Antes hablábamos de amenaza para la vida. Pero aquí hablamos de otro tipo de amenazas, como puede ser la propia identidad.
Luego los antecedentes también serían un factor que pueden predisponernos a una mayor vulnerabilidad. Las rupturas repetidas, por ejemplo, pueden desencadenar recuerdos dolorosos o traumas no resueltos del pasado. O simplemente alguien que ha estado expuesto a distintas experiencias traumáticas puede estar más frágil.
También hay que citar las propias estrategias adaptativas y de afrontamiento de las que dispongamos. Y por último, el apoyo social que tengamos, tanto el apoyo que tenemos mientras me sucede como en ese proceso de recuperación. Quién me acompaña, quién tengo ahí para pedir ayuda, tengo una buena red. Por eso yo ahí reivindico que el término resiliencia debería ser sustituido por el de red-siliencia. En el fondo es mucho más fácil ser resiliente cuando tengo una buena red. Mientras que el concepto de resiliencia deposita toda la responsabilidad o el peso en el sujeto, en el individuo, el concepto de red-siliencia tiene en cuenta el contexto, los que nos rodean y que son clave en ese proceso de de recuperación.
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El primer paso es saber cómo identificar esas heridas emocionales, ¿es una labor complicada?
Como el trauma es complejo, cambiante y hay distintos tipos de trauma y distintas formas en las que ha quedado almacenado, efectivamente, en algunos casos puede ser difícil y, por eso cuando la experiencia ha sido muy dolorosa, en la intervención con profesionales nos centramos inicialmente más en lo que serían esos síntomas, esas conductas que nos generan disfunción, y luego ya vamos poco a poco buscando esa herida. Puede ser complicada para algunas personas y por eso se recomienda consultar con un profesional.
Habla de intentar que nuestro pasado no condicione nuestro futuro en el libro. Un objetivo complejo porque todos estamos influenciados por nuestras vivencias pasadas, ¿no es así?
Efectivamente es así. Es cierto que el título quizás pueda sonar un poco pretencioso porque yo creo que el hecho de que no nos condicione al 100% es difícil. Quizás la lectura que hay que hacer no es tanto que no nos condiciona al 100%, sino que que no nos condiciona, por lo menos, en aquellos aspectos que nos generan disfunción, sufrimiento y malestar. Al final puede haber pequeñas cosias que no todos vamos a poder limar, cuidar y eliminar, pero algunas sí.
Creo que esas conductas que nos puedan generar mucho malestar (cuando digo conductas pueden ser emociones o pensamientos), hay que intentar detectarlas y trabajarlas, porque al final pasar por encima tampoco nos ayuda. Taparlo, suprimirlo, evitarlo, ocultarlo termina actuando como una especie de cuerpo extraño en una herida que no deja que cicatrice. Aquí ocurre algo similar: cuando queremos pasar por alto y no prestamos atención a a estas heridas del pasado, al final aparecen en forma de otros síntomas, a veces con somatizaciones o modulando nuestros comportamientos, nuestra forma de ver el mundo, nuestra forma de entender al otro. Nos termina generando dificultades. Por eso creo que es algo sano y saludable entendernos dentro de nuestra propia historia de vida. En resumen, que no nos condicione nuestro futuro, por lo menos en aquellos aspectos que nos generan un malestar.
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¿Piensa que, poco a poco, al darle más importancia al cuidado de nuestra salud mental, estamos aprendiendo a gestionar mejor nuestras emociones y, en consecuencia, a afrontar mejor estos traumas?
Creo que sí. Al final el hecho de que la salud mental esté sobre la mesa, sobre el tablero, que haya salido un poco del armario, aunque no en todos los aspectos, porque yo creo que el trastorno mental grave todavía no ha salido, sí que ayuda. El conocimiento es la mejor medicina y solo el hecho de tener una información, de recordarnos que es importante cuidarnos, ya va a provocar un cambio pasivo o por lo menos un poquito nos va a cambiar. Darle importancia al cuidado nuestra salud mental me parece clave.
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¿Es la resiliencia una herramienta importante para ir superando esos obstáculos que nos va poniendo la vida delante y que pueden dejarnos heridas emocionales?
Rescato lo que he comentado antes de red-siliencia. También nos ayuda haber tenido un apego seguro en nuestra infancia. No es una garantía, pero desde luego haber tenido un apego seguro me permite explorar el mundo, atreverme a amar y ser amado y me permite también ser más resiliente. Pero eso no quiere decir que vaya a prevenir tener un trauma o experimentar un trastorno derivado de un trauma. Por tanto, creo que es una herramienta importante, pero rescataría este concepto de red-siliencia, que es el que reivindico, en el que hablo de la importancia de la red.
No solo que el peso recae sobre el individuo y sus herramientas y sus estrategias de afrontamiento, sino que influyen otras tantas variables que no dependen tanto de él, como de su propia vulnerabilidad genética que decíamos antes, el momento vital, el contexto y la red de apoyos que tenga, que es fundamental. Y dentro de esa red de apoyos también me refiero a aspectos como pueda ser lo social o las condiciones socioeconómicas precarias. No es lo mismo ser resiliente en una situación socioeconómica precaria que en una boyante, pues algo tan simple como eso ya puede tener un peso importante.
¿Qué se va a encontrar el lector que tenga entre sus manos 'Tus microtraumas'?
Quizás aquí lo que destacaría es que se va a encontrar un recorrido sencillo, porque es un libro que va enfocado a todos los públicos. Un recorrido por el complejo campo del trauma que le permita una mejor comprensión y también proporcione ciertas herramientas que pueden ayudar a aliviar el malestar en personas que puedan experimentarlo. Y de alguna manera es una invitación también a clarificar algunos temas difundidos en redes sociales. Cuando ahora se está hablando tanto de trauma en redes sociales, pueden llevar a confusión.